Tal día como hoy nos abandonaron dos andaluces inigualables, insustituibles en su especialidad: Lola Flores , de Jerez, y Julio Anguita, de Córdoba.
La primera, una artista genial que vivió la vida a lo grande, y, tal como dicen algunos ministros “viviendo más allá de sus posibilidades”, de tal manera que habiendo gastado lo que presuntamente tenía no vaciló en pedirnos cada uno de los españoles una peseta. Su creatividad y vitalidad como artista flamenca es insuperable.
El segundo, un profesor metido a político, honrado donde los haya, leal a sus principios de servir a los españoles y no servirse de ellos como suelen hacer los demás, como pruebe el hecho siguiente: Julio Anguita renunció por escrito a la paga de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho como ex-parlamentario, argumentando que con la pensión que le correspondía como maestro tenía bastante”.
Si comparamos con otros que se introducen en el laberinto de
puertas giratorias para cobrar sin hacer nada, y cuyos ingresos
publicados en algunos medios son escandalosos: “María Dolores de
Cospedal gana al año 241.000 con el cobro de tres sueldos públicos
y la Pajin otro tanto por el estilo, cuando sabemos que el presidente
de la Diputación de Castellón no tiene más remedio que declarar un
patrimonio de 3,9 millones de euros cuando hace cinco años NO
declaraba ninguno”
Yo estoy seguro de que Julio Anguita por su comportamiento, lealtad a la Constitución y a los derechos humanos y sociales, pertenece ya un personajes histórico, un líder a quien imitar, uno de los que escriben con honor la Historia de España