Hace ya 31 años, por estas mismas fechas, acudía yo a Madrid desde Valencia para realizar un test profesional que realizaba el Lloyd para que una empresa inglesa pudiera contratarme para trabajar en Secunda, Sudáfrica. El test salió bien y hube de regresar a Madrid el 8 de diciembre, el mismo día en que asesinaban a John Lenon, para firmar el contrato. Me enteré del crimen por la radio mientras conducía.
Lo recuerdo bien porque iba escuchando la canción Noelia, de Nino Bravo, y de pronto pararon la canción para decirlo. En seguida entré en el túnel del embalse de Alarcón y no pude oír el final del comunicado; pero luego cambié de emisora y lo repitieron hasta la saciedad.
En aquel año se habían producido una serie de atentados del CNA en la refinería Sasol y en diferentes comisarías y líneas férreas, que auguraban un cambio en la política del Apartheid del Gobierno sudafricano. El cómo y por qué de la llegada de un numeroso grupo de profesionales españoles a Sasol lo cuento en capítulos anteriores en este mismo blog bajo el título de Sudáfrica. Recuerdo haber visto una película sobre Sudáfrica realizada en la misma refinería de Secunda en que trabajé. Trata sobre el famoso atentado, pero no recuerdo el título.
Hoy me ceñiré al paisaje espectacular que disfruté durante el trayecto de Johannesboug a Secunda, en la provincia de Transvaal.
Imaginad una extensa llanura que parece no tener fin, en la que no se divisa ninguna montaña por ninguna parte. El coche, un Mazda, avanza por una carretera que divide en dos la campiña. En el lado izquierdo, tras la cerca de alambres, abundan los rebaños de avestruces, de vacas, de ovejas, ect. El lado derecho, aparece todo verde, como si hubieran extendido una alfombra de varios kilómetros de extensión, totalmente sembrada de una clase de planta que yo nunca había visto, en la que centenares de mujeres, todas negras o mulatas, inclinadas sobre las plantas recolectan el único fruto que destaca en el medio de cada mata: La piña
Esta piña, que procede de Puerto Rico, ha pesado 2kgs tal como está. Lo malo de esta fruta es que tiene mucho desperdicio de hojas y corteza. Mi esposa la eligió por su bonita presencia, desechando otras más tiernas y marrones. Un error, son ésas las mejores y más dulces.Están así porque las han dejado madurar en la mata hasta última hora.
¡Y yo creía que esa deliciosa fruta que comí por primera vez en Francia se criaba en los árboles!
La variedad que se cultiva en Sudáfrica se llama “Queen” (Reina), y es una de las más antiguas. La piña sudafricana no es tan ovalada como la de la imagen, es casi esférica, y tiene un color dorado amarillento y la pulpa de intenso color amarillo. No es tan jugosa como otras, pero se conserva y huele muy bien.
En casa comemos piña muy a menudo.
Muchas veces me pregunto qué comían en Europa antes de que regresara de América Cristóbal Colón, pues muchos de los alimentos que hoy consideramos imprescindibles en nuestra dieta, los trajeron los españoles de allá: el tomate, la patata, el tabaco, el cacao y el tazón de chocolate... y la piña.
La piña, también llamada Ananás, que significa “fruta excelente”, fue Cristóbal Colón quien la trajo a España en 1493 después de su segundo viaje y le dieron el nombre de piña por su parecido con el fruto del pino; pero en la Península su cultivo no dio el resultado apetecido. Por este motivo, tanto españoles como portugueses decidieron cultivarla mejor en sus colonias.
En el siglo XIX sus cultivos se propagaron por Australia, Sudáfrica y Hawai. Actualmente, la mayoría de las piñas consumidas en Europa provienen de Sudáfrica y de Hawai, considerados unos de los principales productores de piñas en el ámbito mundial, junto con Tailandia y Brasil.
La piña tiene un elevado contenido de agua y un bajo valor calórico.
Según leo en la etiqueta la piña contiene fibra y por tanto es buena como laxante y diurético. No engorda, pues 100 gramos de piña proporcionan sólo 55 calorías. Este aporte calórico se debe a su contenido en hidratos de carbono, ya que el porcentaje de grasas y proteínas es casi inapreciable.
- La piña contiene alrededor de un 11% de hidratos de carbono, la mayor parte de los cuales son azúcares. Estos azúcares (sacarosa y fructosa, principalmente) son hidratos de carbono de asimilación rápida y su contenido aumenta a medida que el fruto madura.
La piña madura únicamente si está en la planta. Si se recolecta antes de tiempo, tendrá sabor ácido y escasos nutrientes.
Para saber si una piña está madura, al adquirirla debe comprobar lo siguiente:
- Su pulpa cede ligeramente al ejercer una suave presión con los dedos.
- Su aroma es intenso.
- La punta de las hojas son anaranjadas o marrones y se desprenden con relativa facilidad.
- La piel es de color amarillo anaranjado uniforme.
(Si presenta un color más bien verdoso, la pieza está inmadura y si tiene manchas marrones, la piña está "pasada").
La piña no debe guardarse en el frigorífico puesto que no aguanta temperaturas inferiores a 7ºC, y pierde todo su sabor y aroma.
La mejor manera de aprovecharla con todas sus propiedades nutricionales es consumirla al natural, sola o acompañada; pero existen otras formas:
1) En conserva en almíbar, pero entonces aporta más calorías que al natural
2) Cocida o al horno, con lo cual se intensifica su aroma y su sabor.
3) En repostería como ingrediente de tartas, pasteles y mermeladas.
4º) En forma de zumo, sola o acompañada de otras frutas.
En Sudáfrica la solían poner en el buffet libre cortadita en trocitos junto a otras frutas y verduras, componiendo una ensalada mixta: mango, plátano, aguacate, remolacha, pepino, zanahoria. Estaba rica, rica
Cuchillo preparado para trocearla en rodajas o cuadraditos y llenar un cuenco
Mi copa preferida durante el tiempo que estuve en Sudáfrica fue Wodka con zumo de piña. Luego me tomaré una a vuestra salud.