jueves, septiembre 29, 2016





Anoche fui a ver  "EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS"
Una película genial, me ha encantado. La historia del espía Francisco Paesa y el caso Roldán, una película interesantísima interpretada por actores buenísimos, como no había visto nunca en una película española. Y sin necesidad de poner ni un desnudo ni ración de sexo cada cuarto de hora como acostumbran los directores españoles para interesar al espectador.
Os la recomiendo. Engancha desde el principio, y te mantiene atrapado durante las dos horas que dura la sesión. 
Del 1 al diez le pongo un 9



SINOPSIS:
Francisco Paesa (Eduard Fernández), responsable de la operación contra ETA más importante de la historia, se ve envuelto en un caso de extorsión en plena crisis de los GAL y tiene que huir del país. Cuando regresa al cabo de los años, arruinado y en su peor momento, recibe la visita del ex Director General de la Guardia Civil, Luis Roldán (Carlos Santos) y de su mujer, Nieves Fernández (Marta Etura), quienes le ofrecen un millón de dólares por ayudarles a salvar 1.500 millones de pesetas sustraídos al erario público, por lo que tiene en sus manos la oportunidad perfecta para vengarse del gobierno español de la mano de su amigo íntimo Jesús Camoes (José Coronado). Alberto Rodríguez director de 'La isla mínima' y 'Grupo 7' es el encargado de ponerse detrás de las cámaras.

lunes, septiembre 26, 2016

EL CONTRATO DEL SIGLO

Comienza en serio el Curso de Creación Literaria con el ejercicio de hoy: Contar una historia, algo que se nos haya quedado marcado en la memoria.
Durante las dos horas que dura la clase, hemos salido al estrado catorce víctimas del profesor Juan Rincón, quienes con toda naturalidad,  y sin leer nada, hemos contado nuestra experiencia. Algunas historias salen a la luz por primera vez, en primicia para la clase.
Mi relato ha sido " EL CONTRATO DEL SIGLO"





















 Y al llegar a mi casa me esperaba esta deliciosa comida: Salmorejo y tortilla de patatas. Tengo una esposa que vale lo que pesa en oro. ¡Pero no está en venta!


EL CONTRATO DEL SIGLO

 Sucedió en 1980
Yo trabajaba en la CN de Cofrentes, en Valencia, y el contrato estaba a punto de finalizar. La situación laboral en España empeoraba a diario. Con medio millón de parados saltaban las alarmas y se escuchaban ruidos de sables. Fue por aquellos días que llegó un ingeniero gallego al hostal en que nos hospedábamos en Cofrentes y nos ofreció ir a trabajar a Sudáfrica con unas condiciones inmejorables en aquellos años: 350, 000 pesetas ingresadas en nuestra cuenta cada mes, manutención y alojamiento gratis, un mes de vacaciones pagado en España cada seis meses y 17 dólares diarios en mano para tabaco u otros gastos.
No menos de 200  trabajadores de la central nos apuntamos para ir.
                                                                                                                          
Pero...
Siempre hay un pero.
Había que demostrar nuestra capacidad profesional y conseguir el certificado  de homologación de la aseguradora Lloyds Register, sin el cual nadie podía trabajar en aquella gigantesca obra. Era el  mismo certificado que teníamos para trabajar en Cofrentes, pero no valía para Sudáfrica.
Comenzaron los listillos de siempre a vanagloriarse y hundir a los demás:
"La prueba es dificilísima, están rechazando a los mejores profesionales de España. Solo tres o cuatro de nosotros saldremos aprobados por haber trabajado antes en Holanda y EE.UU realizando esos mismos trabajos."
"Hay que hablar ingles o Afrikaans, pues de otro modo no aguantarás  allí y querrás regresar a España. Y tendrás que pagarte el viaje, pues  la empresa te descuenta los viajes ida y vuelta si no cumples el contrato".

Dos meses más tarde, ya en el paro,  dos compañeros valencianos fueron citados a Madrid a hacer la prueba y me ofrecieron de acompañarles en el coche para compartir gastos:
" Como no tienes nada que hacer, vienes y así tu ves qué es lo que exigen y luego decides". Era a principios de diciembre.

 Salimos a las cinco de la  madrugada de Valencia para estar a las diez en el lugar del examen, el Instituto Politécnico Virgen de la Paloma.
El Inspector tenía una lista de las personas citadas y mis compañeros entraron Yo me quedé en la puerta del taller.
Cual no sería mi sorpresa cuando el inspector inglés que examinaba a los soldadores al verme allí esperando me preguntó si quería examinarme. Le dije que sí.
Nos pusieron tres tubos a cada uno en habitaciones separadas para soldarlos siguiendo la normativa que exigían. Mis compañeros se asomaban a ver como yo lo hacía riéndose, completamente seguros de que solo ellos aprobarían.
A  las cuatro de la tarde regresábamos por la N III a Valencia. El resultado no lo sabríamos hasta la semana siguiente, pues habían de radiografiar, y comprobar la dureza, elasticidad y resiliencia de las soldadura que habíamos realizado.
Se nos hizo de noche a mitad de camino. Al pasar por algunos pueblos de ciudad Real, veíamos montones de quesos apilados delante de las fábricas. Decidimos para y coger rápidamente un queso cada uno y salir corriendo. Lo hicimos.
"Estaban muy fríos, normal: están fuera en la calle", pensé.
Cuando habíamos recorrido unos cuantos kms paramos a tomar café en un bar y entonces nos dimos cuenta:
Eran de hormigón, pintados del mismo color que los quesos originales y llevaban su etiqueta y todo.
Nos quedamos pasmados. Luego nos hartamos de reír.
Normal: ¿quien iba a dejar de noche una montaña de queso abandonada en la calle?
A la semana siguiente regresé yo solo en mi SIMCA 1000 a Madrid a recoger el certificado y firmar el contrato. Los otros dos habían fallado el examen.

El día 9 de enero de 1981, subí con 300 trabajadores  más  al avión que nos llevaba a Johannesburgo.


domingo, septiembre 25, 2016

EL CANÓDROMO



No sé si ustedes van al canódromo. Yo iba los sábados y domingos con mi cuñado a uno que había en Massanasa, un pueblecito del extrarradio de Valencia. 

Los galgos permanecen en unas dependencias con sus criadores y educadores hasta que les llega la hora de competir y los sacan, les ponen un chaleco con un número y los colocan en una cabina con rejas  que dan acceso a la pista.  Frente a ellos, las gradas están abarrotadas por un público para el que el galgo no cuenta nada, sólo el número que lleva al costado y por el que han apostado alguna cantidad de dinero.

La pista es elíptica y tiene una longitud aproximada de un campo de fútbol. En el lado interior hay una valla en la que han sujetado un raíl por el cual circula a gran velocidad un artilugio eléctrico forrado con una piel de liebre.

Cuando llega la hora, el Director del canódromo da la señal y se abre la reja. En ese instante los galgos salen a toda velocidad detrás de la falsa liebre, a la que jamás alcanzarán. Cuando dan la vuelta completa al circuito, pasan bajo la línea de llegada, donde una cámara automática va fotografiando  a los galgos a medida que pasan para determinar quienes son los tres primeros y conceder los premios a los apostantes. Cuando todos han pasado bajo la meta, la liebre se detiene y los galgos la alcanzan. Es entonces cuando se percatan del engaño y se miran unos otros con la lengua fuera y jadeantes, pasmados o desencantados, vaya usted a saber, al darse cuenta de que han sido utilizados. Es en ese momento cuando los empleados del canódromo aprovechan para cogerlos y llevarlos a sus respectivas  jaulas. El público ni los mira siquiera, una vez acaba la carrera acuden a las ventanillas a recibir los premios de sus apuestas o a jugar de nuevo en la siguiente  carrera.

Aunque no nos percatemos de ello, nos sucede lo mismo que a los galgos: alguien, en algún punto remoto del Universo, nos asigna al nacer un número, y apuesta por nosotros. Nos coloca con unos cuidadores encargados de educarnos y entrenarnos más o menos bien para competir en la vida. Cuando somos adultos nos situamos en la pista para esforzarnos en alcanzar un determinado objetivo: un negocio propio, una carrera, un puesto de trabajo, una familia, una buena posición económica... Ése será el señuelo que nos incitará a luchar para alcanzar la meta propuesta. 

Al abrirse la puerta de las oportunidades salimos  a toda velocidad detrás de ellas, esperando el premio de la felicidad. Es solamente al acabarse la carrera y analizar el objeto por el cual hemos luchado tanto, que nos quedamos pensando si realmente ha valido la pena.

Los galgos vencedores reciben mejor comida y mejor trato ese día. Se les deja descansar y se les concede alguna chuchería en premio a su esfuerzo, pero los animales saben que al día siguiente tendrán que volver a competir y si no ganan el trato será diferente. En todo momento tendrá la sensación de que  han sido utilizados. ¡Y pobre del que se lastime y no pueda volver a correr! Los cazadores, por ejemplo, los ahorcan para no gastar un cartucho matándolos de un tiro.

Así mismo, en esta sociedad se premia a los humanos que procuran grandes beneficios concediéndoles algún premio, beneficios que conservarán mientras sigan compitiendo con éxito en este despiadado sistema. Cosa muy distinta sucede cuando por alguna causa ajena a sus voluntades dejan de producir riqueza.

martes, septiembre 20, 2016

LA BOTELLA DE CAVA




Desde el día de la Virgen del Carmen tenía en la nevera una botella de cava valenciano de buena relación precio- calidad. Cuesta en torno a los seis euros, igual que el Freixenet que venden por millares en Carrefour en las navidades, y es incluso mejor que aquél. Yo no compro cava catalán ni otros productos: si no quieren ser españoles que se lo coman y  beban ellos.
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Aquél día la puse esperando que viniesen mi hijo y nuera a comer y celebrar el santo de Carmen; pero nadie acudió a casa.
Y desde entonces cada día al abrir el frigorífico veía la botella.
Hoy me vino a la mente la parábola del Gran Maestro en la que cuenta que un rey invito a muchos nobles a un banquete de bodas y todos se excusaron. Entonces mandó a sus siervos a recoger a todo indigente que encontrase y los sentara a la mesa. Y así dieron cuenta del banquete. (Evangelio S.Mateo  22: 1 - 14)

Yo no he llamado a nadie, simplemente he abierto la botella y me la estoy bebiendo con mucha alegría en la comida y después en la sobremesa.
                                                                                                             No se extrañen, que yo he viajado mucho y eso también es Cultura.
En Cava la gente bebe cava en las comidas y en los bares. Saben que con solo las exportaciones navideñas de botellas no es suficiente para progresar y, como aman a su pueblo y los beneficios del pueblo revierten en ellos, consumen su cava a todas horas.

Los catalanes son muy diferentes a otras comunidades. Los andaluces, por ejemplo, somos los más grandes productores de vino y brandy. Y en vez de consumir para que florezcan las bodegas y haya más trabajo  pedimos cubatas de ron con cola  o whisky con sevenap, enriqueciendo a americanos, ingleses, escoceses y cubanos en vez de a nuestros bodegueros, que son los que nos  dan trabajo.  
Si uno se da una vuelta por el pueblo ve una gran cantidad de edificios en ruina y abandonados, son bodegas que siempre han sido pioneras en la exportación y consumo de vinos.

La elaboración del vino conlleva mucho trabajo desde que se planta la cepa: la poda, el labrado de la tierra, la vendimia y el llenado de los barriles. Luego están las plantas embotelladoras, las imprentas que hacen las etiquetas, las fábricas de tapones, los transportistas y distribuidores, y, finalmente, el camarero que sirve el vino en el bar o en el hotel.

 Todo eso se hacía en El Puerto hasta finales de los años 70. Luego comenzó a notarse el cambio en las costumbres sociales de  la gente, que en vez de un vino fino de jerez  pedían un cubata o una copa de wiski con hielo.
Ya no se apunta gente para la vendimia ni contratan luego a más gente en las bodegas. Todo lo hacen las plantillas fijas que les quedan y algún inmigrante no muy exigente.

Desde hace treinta años vivo en esta ciudad, y sé que existe una bolsa permanente de parados que fluctúa de 11 a 13 mil personas. Lo peor es que muchos parados cuando van al bar piden un cubata o un cortito en vez de apoyar el producto de su tierra.
Así nos va.

 Catalunya ha sido siempre diferente a nosotros. En todo.
 Es una referencia mundial en las diferentes ramas de la Cultura: Editoriales, premios literarios, venta de libros, música, teatros, cine, deportes... Su gastronomía, su viticultura, su folklore, sus fiestas, su afán ahorrador e inversor, su amor por "la Pela"... Pero dejando aparte a una minoría de exaltados independentistas — que acabarán arruinando  a su país, y que ya está provocando el malestar y el boicot de cientos de miles de  españoles—, el resto es gente amable, trabajadora y emprendedora que ama a su tierra. 

Yo he trabajado varios meses con catalanes y son personas extraordinarias. Lástima que no se manifiesten en contra de lo que el millón de independentistas exaltados exigen en las calles. Un millón de ocho millones de habitantes no son mayoría. Si los otros siete millones salieran a la calle, otro gallo cantaría.

jueves, septiembre 15, 2016

JUGAR A LAS ARMAS, LA PELÍCULA


Anoche vimos la película "Jugar a las armas", una comedia basada en hechos reales muy entretenida, que trata del verdadero patriotismo de los que dirigen los países, en este caso el patriotismo del Gobierno de los Estados Unidos, que no es otro que el del dinero y el enriquecimiento con la venta y tráfico de armas. Hablamos de la hipocresía de un poderoso país que veta a otros por su ideología o el desprecio a los Derechos Humanos, pero que contrata a intermediarios para hacer negocios millonarios vendiéndoles o comprándoles armamento para mantener sus conflictos bélicos, necesarios para que el país funcionen y progrese.


El protagonista, un joven casado con una bellísima mujer, realiza su profesión de terapeuta en Miami Beach y debe soportar los caprichos sexuales de sus client@s para no perderlos. Harto de eso, abandona su trabajo. La cosa va mal.

 Un día se encuentra con un amigo del colegio que triunfa en los negocios de compra y venta.
Al enterarse de su situación económica, el amigo le ofrece trabajar para él.
Lo vemos tratando con el Ejército y los contrabandistas en Jordania, Iraq y Albania, en situaciones jocosas y también tristes, disfrutando al máximo y sufriendo secuestro y tortura. 

El final, inesperado, llega 110 minutos después del comienzo, los cuales pasaron sin felizmente darme cuenta.
No había muchas películas de mis preferencias donde elegir, mucho dibujo animado y de ciencia ficción. Por ello entramos a ver ésta. No me arrepiento.

martes, septiembre 13, 2016

" EL LARGO INVIERNO DEL CORAZÓN"



Acabo de leer la novela "El largo invierno del corazón", de Manuel Pérez Recio.
Es una novela policiaca escrita en primera persona, que desde que la comencé hace tres días no he podido abandonarla : Cada vez que tenía un rato libre tomaba mi teléfono móvil y leía un capítulo.

Debo confesar que hace varios años no he sentido esa necesidad perentoria de continuar leyendo un libro. Me sentía atrapado por la historia en sí y por el estilo de Manuel.

El detective Daniel, un policia expulsado del Cuerpo, narra sus peripecias mostrando unas veces su fina ironía y otras su ternura y su capacidad de asombrarse a sí mismo realizando cosas que jamás hubiera hecho para desentrañar un misterio: el del suicidio de la joven y bellísima modelo Angie.

Todo comienza cuando Daniel recibe la llamada de una chica que desea contratarle para recuperar el osito de peluche de Angie, que había quedado en el interior de su vivienda, precintada por la policía.

Repito que estoy impresionado por la calidad y belleza de la narrativa, por la manera desenfadada y amena con que Manuel conduce al lector por los lujosos lugares donde se cuecen los más turbios negocios de la trata de blancas y de la droga, de los entresijos del mundo de la Moda y sus modelos, y de la complicidad y corrupción de funcionarios de alto nivel en la escala jerárquica. Y también, cómo no, por los momentos de ternura hacia la protagonista, que han logrado que me brillen y piquen los ojos.

El final es sorprendente, como debe ser en cualquier relato que se precie.

Os la recomiendo encarecidamente, es una obra mejor que muchas de las que presentan como best sellers en los primeros lugares de las estanterías en librerías y grandes superficies. Repito que hace varios años no me había sentido tan atraído por la lectura.



Manuel Pérez Recio, Valencia (España) 1970, es autor de más de ciento cincuenta relatos y tres novelas, Piel de Lobo, Cuyabeno yEl largo invierno del corazón, así como un libro de relatos, Hasta que la muerte nos separe. Es coautor de un cómic biográfico e ilustrador de un libro de contenido didáctico. Entre otras, colabora con la revista cultural Prosofagia como responsable del apartado Humor Gráfico. Ha sido premiado en numerosos certámenes literarios, como el Villa de Alfambra, Instituto Internacional, Tono Escobedo…

https://www.amazon.es/El-largo-invierno-del-coraz%C3%B3n-ebook/dp/B01HYM15R8/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1468230393&sr=1-1&keywords=el+largo+invierno+del+corazon


domingo, septiembre 11, 2016

LAS REBAJAS





 LAS REBAJAS
El otro día entré en Zara para comprarme ropa pero fue imposible: todas las tallas eran pequeñas, para gente delgada.
Los zapatos rebajados de precio tampoco son para mí: solo quedan de las talla 44 para arriba. Yo calzo el 41.
Mis hijos calzan el 44. ¡Hay que ver cómo crecen hoy los niños! El que menos, alcanza 1´70. Los míos miden 1´90.
La mayoría de las personas de mi generación nos quedamos en torno a 1´60.

Y es que nos tocó padecer los años del hambre, las cartillas de racionamiento, el bloqueo mundial al dictador y la escasez de trabajo. La leche no la probaban muchos niños, ni el queso ni la carne ni los dulces. Sólo teníamos pan, aceite, garbanzos y tocino. Y eso era porque, en vez de con dinero, muchos agricultores pagaban en especie a sus jornaleros.
 Cuando Franco firmó el acuerdo de las Bases con los americanos, se hizo popular la leche en polvo y el queso de bola. Entonces pudimos probarla en las escuelas.

Era lógico que no creciéramos: nos faltaban vitaminas y proteínas. ¡Solo nos crecían los pelos y  las uñas!  
Las uñas de los pies se alargaban e inclinaban las puntas como picos de águilas. Entonces no había dinero para practicar alpinismo, no hacía falta: los tíos trepaban por las paredes rocosas y acantilados clavando las uñas. Trepaban por el acantilado de La Mesa (Algar) cargados de miel y meloja sin cuerdas ni nada.  Y ni telefónica ni Hidroeléctrica gastaban dinero en equipos para subir a los postes a colocar los cables. Elegían entre los demandantes de empleo a los que tuviesen uñas como garfios. Luego, al bajar éstos, dejaban los postes con más agujeros que un queso de gruyere. Y el viento los partía. Por eso hubo que cambiarlos en los años sesenta y poner torretas de acero.
Era normal ver las uñas saliendo de la punta de las alpargatas como antenas parabólicas. Iban tanteando el camino para no tropezar, como el bastón de un ciego

Ahora da gusto ver cómo son los jóvenes: piernas largas, vientres planos, rostros alegres, delicados, luminosos; culos ( ay , perdón, en que estaba pensando) cuerpos  moldeados como los de Miguel Ángel, el cabello bien cortado y pintado de diversos colores y las uñas bien recortadas y tratadas por la manicura. Y esa felicidad reflejada en el semblante del que tiene de todo y no se preocupa de lo que pasa en España y se va a la playa el día de las elecciones.

Qué pena que en un futuro cercano tengan que pasar por lo que nosotros pasamos.


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COMIDA DE CONVIVENCIA EN ALGAR



Un día muy feliz en compañía de amigos en Algar, mi pueblo natal, al que hacía un año que no iba. Esta es la décima comida de convivencia que celebra este grupo. Para mí es la primera vez que asisto, invitado por mi amigo Manuel Vallejo. Allí me he encontrado con amig@s de facebok del grupo de Recetas Algareñas.
Agradezco la acogida y el cariño que me han demostrado todos los miembros del grupo. Hemos hablado de muchas cosas, también hemos cantado, leído un poema y contado chistes. Una tarde para el recuerdo. Será hasta el año que viene por estas mismas fechas, la fiestas de la Patrona del pueblo. ¡Muchas gracias, amig@s!

domingo, septiembre 04, 2016

LOS "DEMÓCRATAS"



Una vez más me invade el desánimo, la sensación de ser utilizado cuando puedo ser útil y desechado una vez me creen innecesario.

Tendré que luchar contra esto indefinidamente, aprender las lecciones que da la Universidad de la Vida gratuitamente, sin necesidad de pagar matrícula ni comprar libros. Sólo dejar fluir y pensar antes de actuar. Permanecer inmune a las frases hermosamente construidas que dicen lo contrario de lo que la experiencia enseña. Como esta:

" Qué fortuna posee aquel que puede juntarse con otros que tienen ideas diferentes y aún así los respeta como personas y los abraza como hermano"

Es falso, sólo es eso, una frase hermosa.

En la vida real no sucede así, una simple divergencia en un asunto puede echar por tierra una amistad de años.

Hace como cuatros meses el tema de conversación en España era el de acoger a los refugiados y las redes sociales se llenaron de escritos en pro y en contra.

Mis amigos poetas escribieron centenares de poemas solidarios con los que huían de la guerra y demandaban, exigían, que se les diera asilo, casa y trabajo. Una opinión respetable.

Yo publiqué un artículo expresando que se debían atender primero a los compatriotas que pierden su trabajo y son desahuciados, sabiendo que miles de ellos viven en las calles con sus familias y otros cientos de miles, como mi propia hija, están a la espera de que ejecuten el desahucio. Otra opinión tan respetable como la anterior. Dije también que la solución estaba en parar la guerra, que es la que causa la huida masiva de las familias que habitan esos lugares.

La respuesta surgió de quien menos me esperaba, un profesor de instituto, amigo y poeta, de izquierdas como yo, soporte del 15 M, como yo, con quien he compartido mesa y recitales dos o tres veces al año desde 2011:

"Juan, repites el discurso de Francisco Marhuenda, director del periódico La Razón y tertuliano de la Sexta. Me has decepcionado y te borro de mis amistades". 


La última vez que coincidimos en un acto cultural, ni me saludó.

Me pregunto cómo sería un gobierno compuesto por personas que abogan por la Democracia y no se pierden una manifestación en defensa de cualquier derecho pisoteado, que escriben en redes sociales y en revistas en favor de la Justicia y los Derechos Humanos y que se comportan así al menor signo de discrepancia de un compañero.

 En cuanto al tema de los refugiados, no estoy solo en mi propuesta:

Hace apenas media hora, en la Cadena SER, entrevistaban a unas personas de UNICEF acerca del aniversario de la muerte del niño cuya imagen dio la vuelta al mundo tumbado boca abajo en una playa. Ellos comentaban que, además de éste, han sido más de 400 niños los que se ha tragado el mar en lo que va desde que comenzó la guerra en Siria. Y convertían en cómplices a los países que les venden armamento, entre ellos España, que ha vendido armas valoradas en más de tres mil millones de euros a Arabia Saudí, país que no respeta los derechos humanos y transfiere esas armas a los países en guerra afines a su ideología.

La solución al problema de los niños no es la adopción ni acogida de los millones de personas hambrientas y extenuadas que quieren entrar en Europa, sino utilizar todos los medios al alcance de la ONU para parar las guerras y crear las condiciones idóneas para que ningún ser humano se vea obligado a huir de su país. Para eso se fundó esa entidad.

Y desde ayer la depresión me ronda cerca al sentir que otra persona muy amiga se distancia de mí tras desvelar mis pensamientos.

viernes, septiembre 02, 2016

YO, PRESIDENTE


FRAGMENTO DE MIS MEMORIAS


Aquella tarde de 1989 flotaba en el aire mucha expectación en la sala del Colectivo Cultural Rafaél Alberti: el poeta   llegaba a Sevilla para instalarse definitivamente en su ciudad natal. El tema a debatir era  enviar una delegación al aeropuerto para recibirle.

 Nos hallábamos  en la primera planta de la sede del Partido Comunista, en la calle Larga , 62. de El Puerto de Santa María.
El Colectivo Cultural Rafaél Alberti,  del cual yo era el Presidente, era un pomposo nombre para un grupo que sólo se componía de seis o siete socios, los mismos que estábamos reunidos aquella tarde, unos eran sindicalistas de CC. OO; otros, afiliados a Izquierda Unida.

  Durante dos años, el Colectivo mantuvo correspondencia con Alberti, quien nos puso al corriente de su próxima vuelta a España. Nos  dedicamos a promocionar la obra del poeta, dando charlas, trayendo a conferenciantes para hablar de diversos e interesantes  temas de actualidad. Más de una vez, hubimos de agasajar al invitado para quitarle el amargo sabor de encontrarse la sala vacía, pues, aparte de la ejecutiva del Colectivo, nadie acudía a las conferencias. Pero aunque todo eso nos costaba dinero de nuestros bolsillos no había problema: con las subvenciones que anualmente concedía el Ayuntamiento, lo recuperaríamos. Para conseguirlas, sólo necesitábamos presentar un programa  anual de actividades y posteriormente las facturas derivadas del mismo.

El  primer problema surgió cuando debíamos elegir a los dos miembros del Colectivo que debían viajar a recibir al insigne poeta al aeropuerto a su regreso a El Puerto al finalizar su exilio. Lo lógico era que fuese yo como Presidente, pero rápidamente se abrogaron el derecho, por su mayor antigüedad, un socio que era empleado del Ayuntamiento en el mantenimiento de parques y jardines y la secretaria del grupo, su amante.
Para ello demostraron sus amplios conocimientos de la obra de Alberti, del cual eran, al decir de ellos, sus más fieles seguidores.
Yo, la verdad, aparte de unas cuantas poesías y de lo que había leído del poeta durante la Guerra Civil en la biografía de Miguel Hernández, al cual despreciaban todos los famosos de su época, exceptuando a Neruda que creía en él y lo ayudaba, no sabía nada de Alberti.
 Además, mi nombramiento como Presidente había sido accidental: debíamos elegir nuevo Presidente y Secretario y nadie se presentaba. El anterior dimitió un mes antes porque había sido elegido concejal del partido Comunista y no quería que su firma apareciera en la solicitud de las subvenciones; pero en realidad era él quien seguía dirigiendo el grupo. Y fue él quien propuso que fueran los amantes a recibir a Alberti.
—  Tú ya te beneficias de las entradas gratis al teatro, a los conciertos y corridas de toros que envía el Ayuntamiento a  todos los presidentes de entidades socioculturales. No quieras abarcarlo todo — me dijo.
Era cierto. Al igual que a los presidentes de todas las asociaciones culturales y vecinales, el Ayuntamiento me había enviado entradas a dos conciertos de la Orquesta Filarmónica de Sevilla, a la obra "El hombre deshabitado" de Alberti, y a dos corridas de toros. A éstas  nunca fui ni permití que nadie fuera en mi lugar: rompí las entradas  en el acto. No podía apoyar una fiesta que detesto. Los animales merecen respeto.

El segundo problema llegó a la vuelta del viaje: nuestra delegada, adelantándose a su amante,  recibió en nombre del Colectivo a Rafaél Alberti y el poeta le obsequió con un ejemplar de La arboleda perdida, firmado y dedicado a su nombre.
Yo le dije que el libro pertenecía al Colectivo Cultural Rafael Alberti, a quien ella representaba y  era el que corría con los gastos del viaje.
— Mira, compañera: si no hubiera sido porque ibas en nombre del Colectivo, el poeta Alberti no te hubiera atendido. Es lógico que el libro se quede en la biblioteca del grupo, ¿no te parece?
 —  El libro me lo ha regalado a mí, como demuestra la dedicatoria.
 Y se quedó con el libro.

El tercer problema, y el último para mí como Presidente, fue la exigencia por parte del concejal y el resto del Colectivo de estampar mi firma en una factura de una actividad que no habíamos realizado para poder cobrar la subvención. Me negué rotundamente, y ante la insistencia porque se acababa el plazo para reclamar ante el ayuntamiento, dimití y abandoné el colectivo.

Cuando Alberti llegó a El Puerto, tras muchos años de exilio, fue recibido y acaparado por las autoridades. Le procuraron un chalet en Las Viñas, una urbanización cercana a Valdelagrana, y fue numerosas veces galardonado, siendo el reclamo de numerosos actos del Ayuntamiento. A veces, aun agotado y sin poder tenerse en pie, le obligaban a asistir a actos oficiales, como la presentación de la Feria de Primavera.
Nunca tuvo tiempo para visitar al Colectivo que tanto tiempo le había dedicado. Fue la razón, creo yo, de que éste desapareciera.