Anoche vimos la película "Jugar a las armas", una comedia basada en hechos reales muy entretenida, que trata del verdadero patriotismo de los que dirigen los países, en este caso el patriotismo del Gobierno de los Estados Unidos, que no es otro que el del dinero y el enriquecimiento con la venta y tráfico de armas. Hablamos de la hipocresía de un poderoso país que veta a otros por su ideología o el desprecio a los Derechos Humanos, pero que contrata a intermediarios para hacer negocios millonarios vendiéndoles o comprándoles armamento para mantener sus conflictos bélicos, necesarios para que el país funcionen y progrese.
El protagonista, un joven casado con una bellísima mujer, realiza su profesión de terapeuta en Miami Beach y debe soportar los caprichos sexuales de sus client@s para no perderlos. Harto de eso, abandona su trabajo. La cosa va mal.
Un día se encuentra con un amigo del colegio que triunfa en los negocios de compra y venta.
Al enterarse de su situación económica, el amigo le ofrece trabajar para él.
Lo vemos tratando con el Ejército y los contrabandistas en Jordania, Iraq y Albania, en situaciones jocosas y también tristes, disfrutando al máximo y sufriendo secuestro y tortura.
El final, inesperado, llega 110 minutos después del comienzo, los cuales pasaron sin felizmente darme cuenta.
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