miércoles, noviembre 27, 2013

DIVAGANDO AL AMANECER



 Yo también soy filósofo. Y no es que yo haya realizado un curso acelerado para desempleados de la Junta de Andalucía, apañado iría yo con eso cuando el dinero destinado a impartirlo servía para comprar maletines de cuero de marca falsificadas en China y farolillos rojos para la caseta de mi sindicato en la Feria de Sevilla.

No, señoras y señores, mi título me lo ha otorgado la Universidad de la Vida, ésa que afirma que al que madruga mucho lo encuentra todo cerrado, que no hay más madera que la que arde, que los empleados se disfrazan según requiere la profesión: los albañiles que revisten con yeso las paredes interiores usan ropa y zapatillas blancas para disimular las manchas, los empleados de pompas fúnebres cosen sus labios para no reír, los camareras sonríen muy serviciales pensando en la cara que vas a poner luego cuando te vayan a cobrar, los dentistas se fuman un cigarro mientras te hace efecto la anestesia, dudando en si empastarte la muela o ponerte una nueva, las damas del Congreso siguen oliendo a mierda a pesar del Yves St Laurent, y sus colegas apestan con sus trajes de  Armani y oliendo a Barón Dandy.


Y es que la suerte se ha ensañado conmigo desde muy chico, y si algo tengo que agradecer a Dios, aparte de darme la vida, es que haya sido a través de mi madre y no por mi padre pues ¡ menudo problema a la hora de mamar! 
Ella siempre me comprendió y defendió como una loba ante mis detractores. A pesar de haber dado a luz ocho hijos era yo el preferido, su Juanito, su niño chico. Y fue así hasta que me casé y ella vio el cielo negro y sus proyectos de vivir a mi costa se truncaron:"No lo hagas hijo, que sufrirás mucho: tú no vales para eso", me decía. Y me casé. Desde aquel día se le puso una cara de candado que jamás se pudo quitar.
Y es que lo que soñaba ella no podía ser, que las cosas significan algo y los autobuses circulan en orden, como el metro y el tranvía; los curas ejercen de pederastas o puteros como Dios manda, exigiendo sumisión a las feligresas, y el Papa viaja en jet privado de un mundo a otro pidiendo dinero para las negras de las misiones y luego no les concede ni que usen condones. En un mundo en que todo funciona a dedo o por enchufe, el santo Padre les recomienda a las creyentes que usen ambos.
Y un enchufe es lo que vino a pedirme un compañero de trabajo cuando yo era Secretario Local del Metal por CC.OO y presidente del Comité de una empresa de mafiosos que funcionaron bien mientras hubo subvenciones y cerraron cuando cerraron el grifo de la liquidez. A todos nos pusieron de patitas en la calle y los jefes pasaron a ser funcionarios de La Junta. Hoy se comportan como señores, disfrutan de una buena cuenta en el Santander y un hermoso chalet en los mejores barrios residenciales de la ciudad. 
– ¡Pero cómo te voy a echar una mano a ti si a mí me tienen agarrado por el cuello! El Jefe ha pedido firmas para echarme y todos han firmado, incluso tú — le decía yo al Manuel, así se llamaba el compañero.
— Pero no te han podido echar porque la Ley lo prohíbe. Hombre, no te lo tomes así, es que si no firmaba... Que sí, Juan, que a ti te respetan en la ciudad, y puedes ayudarme: hay doscientos candidatos para una plaza de Celador en el hospital. Estoy seguro que si tú hablas por mí con el Director me coloco allí.
Y así fue. "Que venga a trabajar mañana"— me dijo el menda.

Pero cual no fue mi sorpresa al verlo al mes siguiente en el parque vendiendo pins, llaveros y collares hechos a mano. al ver mi cara de asombro ( no es una cara cualquiera: ojos desenfocados, boca abierta y babeante, orejas echadas pa lante y nariz torcida de tanto husmear el aire), se deshizo en excusas:
— Chiquillo, que aquello no era lo mío; que yo creía que mi trabajo consistía en llevar enfermos en camilla de un lado para otro, en ayudar a subir y bajar a los inválidos que acuden en ambulancias al hospital, y de paso a ligar con las enfermeras... Pero no, niño, que era otra cosa: las ambulancias venían a veces cargadas de cadáveres, algunos con las tripas fuera, la cabeza bajo el brazo y las piernas al revés. Desde entonces no me quedan ganas de mirar a las tías, tío, con lo que a mí me gustaba mirarles el trasero: que no sabes tú lo que es verlas mirándote fijas desnudas con los senos aplastados o abiertos, y el sexo reventado... O los tíos medio rotos a piezas con su miembro colgando a un lado de la camilla y yo tener que sujetarlo para no perderlo por si el médico intentaba coserlo. No tío, no, prefiero trabajar sin amo vendiendo lo que pueda a aguantar esa vida de esclavos negros. Y es que la vida es eso, no se puede tener todo y el que lo tiene vive a su modo, por eso las eléctrica nos suben la factura cuando más nos cuesta subir la cuesta, valga la redundancia, que por eso en invierno
hiela en La Mancha, donde hace un frío que no se puede aguantar, aunque allí mande la Cospedal, o tal vez por eso ella tenga algo en el labio que incite a darle un beso; pero no, ¡puaf! Antes me la corto, si es que me la encuentro, pues con tanto frío un GPS voy a necesitar, que mi niño cuando hace huelga no presta ni servicios mínimos. Bueno, pues como les decía... ¿Decía algo?¡Ah, sí! Pues eso.

domingo, noviembre 24, 2013

NO ESTAMOS SOLOS



Verano del año 1974. Había ido con unos compañeros a Palma de Mallorca en barco a trabajar durante una semana. Mi mujer se había quedado en casa a última hora cuidando de los niños, pues mi madre cayó enferma y no pudo quedarse con ellos.

Acabado el trabajo, pasé el siguiente día visitando la ciudad. Ese día  por la tarde hice mi maleta y me fui hacia el puerto, el buque salía a las 20 horas. A medio camino me encontré a mis compañeros sentados en le terraza de un bar y me llamaron. "Aún faltan dos horas para que salga el barco, siéntate con nosotros y tómate algo", me dijo uno de ellos.
Les hice caso, total, en diez minutos un taxi me dejaría al pie de la escalerilla del Ciudad de Valencia.

Pero la cosa se salió de madre y una cerveza siguió a otra. Mis compañeros estaban ya  fuera de punto y querían ir a otra parte cuando de súbito escuché la sirena del buque. Me levanté corriendo y me puse en una esquina de la avenida que conducía al aeropuerto con la idea de detener el primer taxi que pasara. No había manera, todos los taxis iban llenos, debía buscar una parada, pero ni yo sabía dónde ni tenía tiempo.

 Escuché la sirena por segunda vez, la siguiente sonaría poco antes de soltar amarras. Me sentí solo, una soledad tan grande que se me saltaron las lágrimas. Por culpa de aquella gente había perdido mi barco, mi billete, y quizás mi trabajo, pues a mi llegada a Valencia tendría justo el tiempo de llegar a casa, besar a los míos y salir de viaje a realizar las pruebas de aptitud para trabajar en una nueva central nuclear: C.N de Cofrentes, ubicada a  100 kms de la capital. Si no me presentaba perdía la oportunidad y debería esperar a una nueva convocatoria.

Miré el reloj con ojos lagrimosos y maldiciendo la hora en que hice caso a mis amigos. Ellos, a saber dónde estaban, pues  eran solteros y les daba igual  un día más o menos: tenían dinero.
Escuché el tercer aviso del buque y comprendí que ya lo había perdido. Me incliné a coger la maleta cuando de pronto se detuvo un  coche  al lado  y oí una voz que me preguntaba: ¿Va usted al Puerto? Suba, dese prisa que aún  puede coger el barco.

Era una señora de unos cincuenta años que me hablaba asomada a la ventanilla de un flamante Renault 12. Su marido se apeó, cogió mi maleta y la introdujo rápidamente en el maletero, y yo subí al vehículo. Llegamos al barco cuando ya estaban soltando las gruesas sogas de sus amarres. El hombre tocó el claxon e hizo señas  a los estibadores y éstos esperaron un poco antes de retirar la escalera. Les dije adiós y gracias mientras corría hacia la escalera. Cuando llegué arriba el Renaul 12 rodaba en dirección a la salida. Nunca supe quienes eran aquellas amables personas, no hubo lugar a presentaciones, fue todo tan rápido...
Fue un milagro.


Aquella experiencia  reafirmó mi idea de que independientemente de mi creencias,  religiosas o no,  alguien nos cuida. No estamos solos.

sábado, noviembre 23, 2013

NUBES



foto de google images.
No acompañan los días nublados para la melancolía, la rinde más triste, más dolorosa. Tampoco la distancia facilita las cosas, ni el olvido o perdón del dolor causado.
El día amanece con tarifa plana  gris y humedad en el aire que cala hasta el hueso, como los recuerdos calan en mi alma. De noche, la frialdad del cuerpo se quita con mantas, pero el alma sigue  helada cuando el pensamiento vuela lejos y comprende que ya no eres la misma, y que cuando más crecía la llama echaste tierra encima para apagarla.


Miro con ansia el mapa del Tiempo y me alegra saber que mañana el Sol expulsará las nubes y con ellas todos los fantasmas, y se quedará conmigo toda la semana, calentándome los huesos, iluminando el camino de la Esperanza. La vida sigue; lo tuyo sólo fue una etapa

viernes, noviembre 22, 2013

EL ASESINATO DE KENNEDY


Tal día como hoy, hace 50 años, caía abatido a tiros el presidente John F. Kennedy. 

El 22 de noviembre de 1963, a las 12.30 exactamente, caía asesinado en la Plaza Dealey de Dallas, Texas , el 35º Presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, quien había viajado a Dallas siguiendo su gira electoral para las presidenciales de 1964.

 Para contar con los mejores consejeros del país en la Casa Blanca, la idea de realizar un viaje en limusina descapotable a través de una ciudad tan hostil a Kennedy como era Dallas, en un país donde cualquiera puede comprar un arma, no parece la mejor idea para proteger a un presidente. Pero así fue.


En los días previos a la visita del Presidente, se habían colocado en Dallas miles de carteles con la foto de Kennedy de perfil y de frente, tal como se hace con los delincuentes fugitivos, con la leyenda "Se busca por traidor". Dallas era entonces un bastión republicano con una gran influencia de los sectores de extrema derecha. Para ésta, Kennedy estaba entregando el país a los comunistas y a los negros.


  Cuando asesinaron a Kennedy, hacía tres semana que yo había celebrado mi vigésimo cumpleaños.Recuerdo ese día como si fuera reciente, pues entonces yo me ganaba unos cuartos  extras ayudando a un amigo que vendía ejemplares del periódico France Soir en la puerta del Metro "Pont de Levallois", junto a la fábrica Citröen, en París.


Aquella tarde, en el cambio de turno de la fábrica, con la primera edición de la noticia en las manos y voceándola a todo pulmón, no dábamos abasto  repartiendo y cobrando el periódico.
Para mí eran complicadas las prisas, pues llevaba poco tiempo en Francia y por entonces se utilizaban dos monedas: la antigua de 100 francos y la nueva de 1NF: el franco viejo y el nuevo franco. Creo recordar que el periódico se vendía a 25 francos, cuya paridad era de 12 pesetas por 1 NF.

A principios de los años 60 los billetes franceses tenían muchos ceros. Era normal  sacar un billete de 1000 francos para  pagar un café con una magdalena; también era normal escuchar: « Yo gano 150 000 francos»  «Una bagueta de pan cuesta 50 francos, un pollo 700 francos...» El Gobierno sacó una moneda que eliminaba los dos últimos ceros y valía igual que las anteriores, convirtiendo el cambio en: 100 francos = 1 Nuevo Franco. Yo pasé  de ganar  150, 000  francos a  1, 500 NF.


martes, noviembre 19, 2013

RECUERDOS DE MI INFANCIA


 
Con mi madre en Algar, (Cádiz) 1957

Mañana muchos españoles acudirán al Valle de los Caídos para conmemorar dos muertes: La de Franco y la de José Antonio Primo de Rivera.

No muy lejos de ese lugar se hallaba el colegio en que pasé mi infancia. Corrían los primeros años de la década de los 50. En mi colegio las monjas nos hacían rezar por Franco. Decían que era el Salvador de España y que la Virgen del Pilar se le había aparecido en Zaragoza y le había aconsejado que no interviniera en la II Guerra Mundial. Esas monjas vestidas de negro y con una especie de babero blanco, pertenecían a la congregación de las hermanas de la Doctrina Cristiana, con quienes yo realicé mi enseñanza primaria.

El colegio tenía un  campo para sembrar, y cuando lo araban nosotros íbamos detrás de la yunta de bueyes recogiendo balas y balines, hierros y obuses. En esa zona hubo grandes batallas durante la guerra, famosa la de Brunete. Las monjas quitaban los balines y sacaban la pólvora para hacer petardos para las fiestas, sobre todo para el día de San José, pues hacían una falla que quemaban a media noche ante todo el pueblo.

El cobre de las balas lo vendíamos cada mes a un chatarrero que venía a la puerta del colegio, y con el dinero que nos daba comprábamos chocolate La Colonial para que nos dieran el cromo que venía en el interior de la tableta. Así juntamos varios álbumes con los jugadores y estadios de los equipos de primera división y la selección nacional, la llamada “Furia Española”, con Lezama, Zarra, Gainza, Panizo… Mi apellido fue cambiado por Panizo, mote que llevé hasta la salida del colegio, a los trece años.
 
Una compañera, Rosita, del pueblo de Carcaixent, se resfrió, cogió angina y murió al cabo de unas semanas. La trataban con pastillas Okal solamente. Le pusieron un traje de la primera comunión y la metieron en un ataúd blanco rodeado de lirios y azucenas. Todo el pueblo acudió al entierro. Todos los niños lloramos al darle el último beso. Su madre gritaba mucho en un lenguaje extraño que no entendíamos y creíamos que estaba loca: “Filla meua , que tan fet” clamaba.

 A los diez años me trasladaron al pabellón nuevo, exclusivo para niños, ubicado a doscientos metros, dejando el antiguo para las niñas. Cada mañana nos levantaban a las seis para ir a misa en el edificio antiguo, y luego regresábamos a desayunar. A las ocho comenzaban las clases. En el invierno íbamos a misa con la nieve hasta las pantorrillas, y la mayoría cogíamos gripes y pulmonías.

El día de Reyes era la misma doña Carmen Polo de Franco, acompañada de las esposas de varios Ministros, la que nos entregaba los juguetes en mano a cada niño y niña del colegio. Salimos algunas veces en el NO-DO y en mi pueblo, ubicado en la Sierra de Cádiz, todo el mundo iba a verme.

Estuve en ese centro hasta los doce años; luego obtuve una beca para estudiar en Málaga. Pero esos es otra historia
 

lunes, noviembre 18, 2013

LA PALABRA




La palabra no es algo banal a no tener en cuenta

Es un arma poderosa, divide y mueve las conciencias

Por la palabra han muerto sabios y poetas

Ha provocado revoluciones, han rodado cabezas

Las naciones han visto la luz del conocimiento

y condenando la oscuridad, le han abierto sus puertas


La palabra es una espada que penetra en las entrañas,

y parte los huesos y apresa el alma. Te da vida o muerte

según sea lo que pienses o sientas en ese momento.


Con la palabra conquisté tu corazón y te llevé al huerto.


Tú me llevaste al cielo, amor, me convertí en Dios.

Por una palabra te perdí yo y bajé a los infiernos.


Desde entonces me abrasa la pena, he perdido el rumbo.


¡Maldita palabra la que aquel aciago día pronuncié yo!

sábado, noviembre 16, 2013

LA BETS SELLERS


 

 fotos de internet que nada tienen que ver con la protagonista de esta historia.

Lo tenía todo: buena casa en la ciudad, otra en la montaña para esquiar en el invierno, y una más en la costa para veranear; tarjetas sin límites, marido, amante excepcional e hijos  a quienes adorar.
Y sin embargo se aburría y la envidia la consumía cuando  de los éxitos de sus amigas en las redes sociales leía.

Y un día, armándose de valor,  se miró en el espejo y se dijo: ¿Por qué no lo puedo hacer yo?
Y se sentó en una hamaca a tomar el sol en su jardín  y, mientras el sol le calentaba los sesos, ella comenzó a discurrir: Montaría una tienda; ¡no, mejor un bar!, algo de cara a un público que pudiera encandilar. Pero de todo eso sobraba en las calles, y algunos se habían visto obligados a cerrar.
De pronto se hizo la luz,¡Clink! Una idea iluminó su ardiente cabecita y ella en la hamaca saltó y corriendo a su ordenador acudió. Un libro de recetas de cocina biologicoesteticoalimentaria, algo nuevo para el consumidor.

Escribió a todas sus amigas para pedirles que,  por favor, convocasen una reunión; ella puntualmente acudiría y les presentaría el libro y les haría una demostración; luego se repartiría el guiso entre los asistentes a la reunión.

Y allá que iba ella viajando en tren o en avión, siendo reina por un día en la reunión, donde explicaba las ventajas de su arte, vendía su libro y guisaba con todo primor.
Todo los invitados probaban sus delicias, incluso algún desconocido  que se colaba en la sala del hotel. Con una copa de vino finalizaba la reunión, todos se despedían con besos y agradecimientos hasta una ocasión posterior.
 Luego, cuando se marchaban,  ella hacía balance de su gestión: 10 euros pagó por editar cada ejemplar, y 25 ejemplares vendía de promedio,  a 20 euros unidad = entre 200 y 300 euros de beneficio  ¡Eureka, esto marcha!, exclamó.

"No, querida, no... haz bien las cuentas"  decía  la voz de su interior.
180 viaje de ida y vuelta, más 90 de hotel, más las copas, manuntención...

 ¡No pasa ná!– decía cerrando el blog de notas–, ¿y lo que disfruto yo, eh?, ¿eso no cuenta?

Subía a su habitación  satisfecha, leyendo su nota de prensa y apreciando el cariño que  la gente  tanto le prodigó... y exclamaba: ¡Soy feliz! ¿Qué más quiero yo?
Pero estaba agotada y entraba en el baño, en agua con sales se sumergía  y se hallaba tan a gusto que  allí mismo se dormía.

Ella nunca supo –nadie se lo dijo por pudor– que aquellas noches las farmacias de la ciudad vendían tantos  antidiarréicos como libros compraban los amigos que asistían a sus reuniones. Y todo por probar el exquisito manjar que ella les ofrecía, ¡que estaba malo de cojones!

Lo malo que tiene esto de no decir la verdad es que ella, que ignora lo que piensan sus amigos, piensa de nuevo publicar.


lunes, noviembre 11, 2013

LA REINA QUE BAJÓ DEL CIELO




El mar me da paz, pero yo adoro la montaña, sus  cumbres escarpadas, sus senderos angostos, sus fértiles valles y frescos torrentes, sus helechos y bosques... Tan solo encontrarme de frente con la serpiente me causa terror, pues el águila, el ciervo, el zorro, el jabalí y el lobo son seres que sienten como yo.
 Y fue en la sierra donde la pasada primavera, en la tranquila habitación del  hotel en que  me hospedaba, sufriendo de insomnio en la madrugada, contemplaba la silueta por la Luna iluminada de una majestuosa fortaleza que mi admiración despertaba.
 Hallábame yo hipnotizado por los tonos grises y oscuros  de las escasas nubes que flotaban en el cielo, con sus orlas plateadas en torno al núcleo negro, la Luna me observaba enfrente sonriendo, y abajo de todo eso, las maravillosas siluetas de una gran  iglesia y el enorme castillo vigilando la paz del pueblo.
Fue entonces cuando vi cabalgar hacia mí en un caballo blanco con aura de fuego a una mujer preciosa con una corona de hojas de enebro que surgió detrás de una nube de las que había en el cielo.
¡Pasmado quedeme yo ante semejante portento!, mudos mis labios, grandes mis ojos abiertos. ¿Estaré soñando o loco yo me he vuelto?

 No soy religioso, ni siquiera creyente, como suele creer en Andalucía  la mayoría de la gente; pero en algunos casos caer de rodillas se impone ante un milagro y eso era lo que yo con mis propios ojos estaba viendo. Me hinqué pues de rodillas e incliné mi cuerpo hasta pegar mi frente en el suelo ante la hermosa  dama que se apeaba de su caballo  y entraba por la ventana.
– Alzaos, mi Señor — me dijo con voz dulce–. Hoy he venido de parte de Dios a calmar vuestra pena, a acariciar vuestra alma y  endulzar la hiel que invade vuestro corazón.
Luego me tomó de la mano y mirando el castillo me dijo con voz nostálgica:
– Tiempo ha yo fui Reina de Egipto y de los Medos y los Persas, y en fortalezas como ésa yo dominaba. Sus inquilinos se rendían ante mi sola presencia. A causa de las rencillas y envidiosas tramas, que urdieron mis enemigos, los Nobles me destronaron y hube de huir al Norte, a Avalón, la Isla de la Alegría, donde reposa el Rey Arturo, y donde mi nombre alcanzó fama.

Ahora dedico mi vida a ayudar a las almas tristes, aquéllas que arrastran la pena desde su nacimiento, y que siendo nobles sufren marginación y  soledad del alma. Y hoy te ha tocado a ti, amigo mío, conocer la felicidad por mí.
Diciendo esto me llevó hasta la cama, se despojó de su túnica y quedose ante mí completamente desnuda. ¡Yo no daba crédito a lo que estaba viendo! ¡Qué hermosura! Sus largos  cabellos  caían sobre su espalda, su senos redondos, enhiestos, de puntas sonrosadas, me apuntaban a la cara; su talle esbelto, su vientre liso y sus caderas perfectas –digo yo, que soy inexperto, porque  no creo que las hubiera de mejor medida–, sus muslos torneados, de piel suave y finísima, atesorando entre ellos el precioso pubis poblado de finos vellos oscuros tan ansiado por un hombre solitario y falto de ternura como yo lo estaba. Puso las manos sobre la cama y elevó una rodilla para subir y acomodarse en ella mostrando en ese momento su bellísimo trasero. ¡No pude más! la sujeté por las caderas y me puse a besarla toda ella: su cintura, sus glúteos, sus piernas... y todo lo que aparecía ante mis encendidos ojos. Pronto noté la cálida y tierna  tersura de su interior y en ella derramé mi alma.

 Pasamos las horas siguientes, ambos entrelazados jugando al juego divino de la total  entrega,  hasta caer al alba jadeantes y rendidos sobre el lecho con los ojos cerrados de cara al techo. Fue entonces que ella se levantó, se puso su túnica, me envió con su mano un beso y, ante mi gran desconcierto, salió por la ventana, montó en su caballo y voló cabalgando hacia el cielo. Yo me quedé desolado viendo cómo desaparecía entre las nubes rojizas del amanecer y se esfumaba en el oscuro firmamento. ¡No.., no estoy loco! Creedme; es verdad lo que os cuento: yo sé bien que fue real y no un sueño.

Desde entonces me paso las noches mirando al cielo, y cuando veo una estrella fulgir me pregunto:¿Será ella?  ¿Por qué no me llevaste contigo en vez de darme a probar el elixir del amor para luego dejar morir mi alma, roto mi corazón?
¡Dios, cuánto la añoro!

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domingo, noviembre 10, 2013

SÉPTIMO, LA PELÍCULA



Ayer tarde,  mi mujer y yo fuimo al cine a ver la película "Septimo", protagonizada por la española Belén Rueda y el Argentino Ricardo Darin.
Dudábamos en entrar a verla pues la página Film Affiniti mostraba críticas muy negativas de los espectadores.
Como la que yo iba a ver ya había comenzado elegí ver esta, haciendo caso omiso de los críticos con quienes nunca he compartido gustos.
No me arrepiento, la película me ha gustado mucho a pesar de que por momentos las escenas cansaban por lo repetidas. Rodín llamando por el hueco de la escalera a sus hijos durante casi cinco minutos, o entrando en cada vivienda del edificio para registrarlo.

El final dicen los críticos que se intuye desde el principio; pues yo les digo que no han visto la película hasta el final.
El final es sorpresivo y lo cambia todo. Nada de lo que habíamos intuido.

Entretenida y atrapadora, mantiene la atención del espectador hasta el final.
Rodada en Buenos Aires, presenta interesantes y bellas vistas de la ciudad.

Argumento:

Un padre y sus dos hijos juegan a ver quién llega primero a la calle desde un séptimo piso: si el padre en el ascensor o los niños por las escaleras. Cuando el padre llega a la planta baja, resulta que los niños no aparecen, no hay ni rastro de ellos. Empieza entonces una búsqueda frenética por parte del padre (Ricardo Darín) y la madre (Belén Rueda).


viernes, noviembre 08, 2013

MI CANARIO " EL CHICO"


Mi canario es un avecilla de color amarillo claro, muy bonito y gracioso. Cantaba maravillosamente hasta el día en que mi mujer y yo nos fuimos de viaje a Galicia y lo dejamos junto a una ninfa en el balcón. En esos días cambió el plumaje y dejó de cantar hasta hoy.
No se si es su modo de saludarme, pero cada mañana cuando le estoy poniendo la comida se abalanza a mis dedos y los picotea. Picotea dos o tres veces y se detiene a mirarme a ver si le digo algo, y luego vuelve a picarme.

 


A mí me hace gracia y me río y le hablo.
Cada mañana al levantarme le cambio la hoja de papel de propaganda del Carrefour que pongo en el suelo de la jaula para recoger sus excrementos. Le pongo su alpiste, una hojita tierna de lechuga, un poquito de manzana y le cambio el agua.
Y el pajarillo se pasa un rato probándolo todo. va de una cosa a otra y pía muy despacito.
Qué maravilla de ser. Una cosa tan pequeña y tiene los mismos órganos que nosotros: ojos, boca, lengua, paladar, corazoncito, pulmones, estómago, intestino y extremidades.
¿Qué pensará mi pajarillo? Qué sentirá una cosa tan chica?
Pues sienten como nosotros: se ponen tristes y alegres según el momento. Cuando nos vamos se quedan tristes y muy decaídos, apenas comen: nos echan de menos
Y cuando regresamos de un viaje de fin de semana se pone a revolotear muy contento. 
mi canario se enamora como yo, y canta alegremente cuando está al lado de otros pajarillos. Y cuando le falta su pareja sufre y se queda encogido encima del palo sin moverse.
Sólo le falta hablar, y cuando acude a picarme en los dedos pienso que me está diciendo "Te quiero, Juanito", y yo le digo: Yo también te quiero, chiquitito. 
Cuando lo observo calladito mirando el movimiento que hay en la calle me viene a la mente la canción de Pedro Infante



Letra de la canción:
Revoloteando el nido destruido
un gorrioncillo pecho amarillo
con sus alitas casi sangrando
su pajarita anda buscando

Cuando se cansa se para y canta
y hasta parece que está llorando
luego que aleja y se va cantando
solo Dios sabe que va llorando

Ay Pajarillo!, gorrioncillo pecho amarillo
nomás de verte ya estoy llorando
porque dios sabe al estar mirando
que ando sangrando igual que tú.

Ay Pajarillo!, gorrioncillo pecho amarillo
nomás de verte ya estoy llorando
porque dios sabe al estar mirando
que ando sangrando igual que tú.

jueves, noviembre 07, 2013

UN DÍA MÁS



Los días son más cortos, ha llegado el frío. No sé que piensa el pajarillo en la rama de un árbol deshojado viendo entrar en el colegio a los niños. Las madres dormilonas acuden presurosas casi arrastrando a los hijos; ya no llevan mangas cortas ni vestidos florecidos, que son pantalones ajustados resaltando sus curvaturas, y rebecas de punto fino  abrigando sus corpiños.

Se saludan unas a otras en la puerta y comentan sobre todo: que si Leticia, que si la Esteban que si la luz... Luego se irán al bar a desayunar café con tostadas o churros.
Hay también algún padre en el paro o divorciado que ha traído a sus hijos y  recibe alguna mirada  misteriosa y algún que otro saludo.
Los coches aparcan sin orden y cortan el paso al autobús, cuyo conductor hace sonar el claxon desesperadamente ante la indiferencia de la gente.


Y mientras eso ocurre bajo mi ventana yo pienso en la pasada primavera y en algún fin de semana veraniego, cuando los cielos de la Bahía eran siempre azules y los vientos venían cargados de sueños, y alegraban el alma joven de este viejo cuerpo.