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No acompañan los días nublados para la melancolía, la rinde más triste, más dolorosa. Tampoco la distancia facilita las cosas, ni el olvido o perdón del dolor causado.
El día amanece con tarifa plana gris y humedad en el aire que cala hasta el
hueso, como los recuerdos calan en mi alma. De noche, la frialdad del cuerpo se
quita con mantas, pero el alma sigue helada cuando el pensamiento vuela lejos y
comprende que ya no eres la misma, y que cuando más crecía la llama echaste
tierra encima para apagarla.
Miro con ansia el mapa del Tiempo y me alegra saber que
mañana el Sol expulsará las nubes y con ellas todos los fantasmas, y se quedará
conmigo toda la semana, calentándome los huesos, iluminando el camino de la
Esperanza. La vida sigue; lo tuyo sólo fue una etapa
Muy bueno Juan.
ResponderEliminarMe sorprendiste muy gratamente.
Un beso.
Afortunadamente la esperanza ilumina un bello día, amigo Juan. A tope esos ánimos, poeta, Un gran abrazo.
ResponderEliminarTú tampoco dejas de sorprenderme, Mercedes. Gracias por tu visita. Un beso
ResponderEliminarLa esperanza, Juan Salas, qué palabra más esperanzadora. Espero no perderla. Un abrazo, amigo. Gracias por tu visita.
ResponderEliminarExcelente escrito Juan.
ResponderEliminarTrasluce el estado anímico de un momento, quizás de serenidad, de paz, de soledad, de recuerdos, de añoranzas...
o simplemente dejar al alma que escriba sus pensamientos.
Mis abrazos para ti Juan y buona domenica.
que melodramático anestesista hoy Juan.
ResponderEliminarmuy interesante el escrito .
Mario
Acertaste, genessis, la segunda opción. Muchas gracias por tu visita,amiga,y por estar siempre. Un beso
ResponderEliminar¡Ja,jajaja! Mario, ¿anestesista? Ojalá pudiéramos anestesiar el alma para que no duela con los reveses de la vida, amigo. Un abrazo
ResponderEliminarperdón quise poner amaneciste
ResponderEliminarMario
¡ja,jajajajajaj! Un abrazo
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