Los días son más cortos, ha llegado el frío. No sé que
piensa el pajarillo en la rama de un árbol deshojado viendo entrar en el
colegio a los niños. Las madres dormilonas acuden presurosas casi arrastrando a
los hijos; ya no llevan mangas cortas ni vestidos florecidos, que son
pantalones ajustados resaltando sus curvaturas, y rebecas de punto fino abrigando sus corpiños.
Se saludan unas a otras en la puerta y comentan sobre todo:
que si Leticia, que si la Esteban que si la luz... Luego se irán al bar a
desayunar café con tostadas o churros.
Hay también algún padre en el paro o divorciado que ha
traído a sus hijos y recibe alguna mirada
misteriosa y algún que otro saludo.
Los coches aparcan sin orden y cortan el paso al autobús,
cuyo conductor hace sonar el claxon desesperadamente ante la indiferencia de la
gente.
Y mientras eso ocurre bajo mi ventana yo pienso en la pasada
primavera y en algún fin de semana veraniego, cuando los cielos de la Bahía
eran siempre azules y los vientos venían cargados de sueños, y alegraban el alma
joven de este viejo cuerpo.
Buenos días mi muy querido amigo Juan!
ResponderEliminarVeo en tus ojos esas nostalgias de ayer,
siento como tú que el día de ayer ya pasó,
se llevó un sueño de la ventana y de los pies,
mas el corazón joven está pronto a vivir, hoy...
Hiciste un hermoso racconto con mucho sentimiento de una escena tan común de nuestros días.
Un abrazo cordial y sincero.