viernes, febrero 26, 2010

28 DE FEBRERO, DÍA DE ANDALUCÍA

El domingo, día 28, es el Día de Andalucía.
Yo me siento orgulloso de haber nacido en esta tierra noble y hospitalaria y considero justo que se le rinda este homenaje anual, aunque me avergüenzo de los políticos que la han representado desde que acabó el franquismo porque no se han lenvantado, como sugiere su himno, sino que han permitido que nuestra Comunidad continúe siendo la más pobre de España y se vea abocada a vivir de la mendicidad que suponen las ayudas estatales, los fondos europeos y el PER que compra votos para que ellos, los políticos que celebrarán este día repartiéndose abrazos y medallas, puedan seguir considerando Andalucía como su cortijo particular mientras los jóvenes de a pie se ven obligados a huir a otras comunidades para subsistir.

Al igual que no se puede acusar a ninguna madre por los delitos que cometen sus hijos mayores de edad, Andalucía no es responsable de que los hijos que el pueblo ha elegido para honrarla y defenderla pisoteen con su actitud su nombre dentro y fuera de sus fronteras.

Desencantado de los políticos desde hace años y formando parte de esa gran mayoría (70%) que ya no vota o lo hace en blanco porque no se siente representada ni quiere avalar en las urnas la corrupción, la sumisión al poder central, la pérdida de tiempo en luchas partidistas o la dejadez que impera en todas las instituciones, quiero gritar en este día mi oposición a que se mate, se ningunée o se humille a nuestra tierra madre.
¡VIVA ANDALUCÍA!

viernes, febrero 19, 2010

SE NOS FUE EL AMIGO ALONSO SANTIAGO


Fotos tomadas de los blogs. Gente de El Puerto


La media docena de veces que asistí el año pasado como invitado a las tertulias organizadas por la Asociación Razzia Artis en el café Milord de mi ciudad, observé que destacaba entre los asistentes un contertulio por sus conocimientos, su compañerismo y la calidez que emanaba de su persona. A mí, particularmente, un hombre forjado en los montajes industriales, me maravillaba su voz de acento cordobés y me inclinaba respetuosamente ante su sinceridad, su creatividad, su ARTE, con mayúsculas.
«Usted es de Los Pedroches, en Córdoba», le dije el primer día al escuchar su voz, presumiendo de saber distinguir los distintos acentos del lenguaje andaluz. « No; soy cordobés, pero no de esa zona», me contestó.
Alguna vez en el teatro Muñoz Seca o un bar del muelle o en la Cafetería Roma, hemos tomado una copa juntos, acompañado de nuestro común amigo Juan Fernandez, otro pintor excelente y secretario del colectivo Razzia Artis, y me tocaba siempre permanecer callado escuchándole, extasiado ante su personalidad artistica. Pero existen otras personas que lo conocen mejor y desde hace mucho más tiempo. A ellos cedo la palabra:

jueves 18 de febrero de 2010
SE NOS HA IDO.
ALONSO SANTIAGO, COMPAÑERO TERTULIANO Y AMIGO DEL ALMA, HA FALLECIDO LA PASADA TARDE DEL JUEVES 18 DE FEBRERO.
EN SEÑAL DE DUELO, LA JUNTA DIRECTIVA DE RAZZIA ARTIS, HA DECIDIDO SUSPENDER LA TERTULIA DEL PRÓXIMO JUEVES 25 DEDICADA AL CARNAVAL LOCAL.
EL DUELO SE DESPIDE EN EL TANATORIO DE JEREZ DE LA FRONTERA EL SÁBADO 20.02.2010. A LAS 11.00 h.
DESCANSA EN PAZ. AUNQUE SABEMOS QUE TE QUEDARÁS CON NOSOTROS PARA SIEMPRE.

A Alonso Santiago, con afecto.
Los cuatro elementos de la naturaleza más uno.

Eres de aquellos que llenan los silencios interminables y de los que provocan silencios que deseas que nunca lleguen a su fin,
arrugas que ocultan una juventud incombustible,
grito a la vida desde la experiencia del pincel y el verso como armas de la cotidianidad más bohemia.
Eres porque lo eres en contra de la corriente que empuja a salvarla y que pasa de largo bajo unos pies que dejan la huella firme de los grandes hombres,
Mirada del quien gobierna el incontrolable tiempo, haciendo de las noches días y del día, arte.
Naciste donde quisiste, uniendo el mar y la montaña, la playa a la campiña,
a Dios con el propio ser humano usando como sortilegio el buen consejo y como amuleto una copa de vino tinto en tu mano.
Como pieza que encaja en un perfecto Puzzle,
del redondel de la Plaza Real indultaste al toro en el óleo y al torero lo laureaste con un marco de oro.


El sexo lo transformaste en fuego de vivos colores y la caricia de los amantes en esfumato desdibujado.
Has querido ser dueño de las letras insulsas del abecedario, mago de la acuarela, la “j” danza gracias a ti, mientras, la “e” le sonríe, la “s” se le insinúa y la “r” le ronronea.
Eres aquel hechicero que plasmó la música en el trazo casando en un matrimonio infinito al instrumento con su dueño.


Remanso de sosiego, refugio de la reflexión, compañero eterno, verbo personificado de tertulia eres tú,
aire, tierra, agua y fuego en un mismo elemento.

Ángel Quintana Fernández,
Compañero de la Tertulia Tresantié.

Artículo publicado en «GENTE DE EL PUERTO»:
477. ALONSO SANTIAGO. El pintor de la figuración nueva.
26 11 2009

El pintor Alonso Santiago nació en Cabra, al sur de Córdoba. Egabrense o cabreño, según se mire, aquel hecho marcó su carácter y, tal vez, su andadura. Alonso es hijo de pintor y se familiarizó con el arte en el estudio de su padre. Aunque esta circunstancia apuntaba hacia una relación maestro-discípulo, no fue así. Tal vez intuyó la servidumbre que el sello del maestro estampa sobre la personalidad futura del futuro creador y se formó como autodidacto lejos de él. Sin embargo, en el estudio paterno se le abrió la mirada de pintor y adquirió importantes percepciones que facilitarían después su aprendizaje. Aquel tiempo en que ejerció de espectador fue fundamental en su formación, y de su padre recibió una carga sin la que, con seguridad, todo hubiera sido trabajoso, menos fluido y, tal vez, imposible

Lienzo de Manrique Flores restaurado por Alonso Santiago
BIENAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE FLORENCIA.
En su condición de pintor, ha recibido algunos premios estimulantes y ha mostrado su trabajo en multitud de exposiciones colectivas y algunas individuales, quizá la de más renombre haya sido la Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia, donde fue artista invitado.



¿PINTURA FIGURATIVA, PINTURA ABSTRACTA?
La mayoría de las veces Alonso Santiago parte de alguna sugerencia figurativa levemente esbozada que no desarrolla. El crítico de arte Antonio Manuel Campoy escribió de él: “le tengo, hoy por hoy, por uno de los representantes más significativos de la figuración nueva” Y añade…”una de las obras más sugestivas de la pintura española actual, una obra solemne y suntuosa”.


ALONSO ILUSTRADOR.
Alonso Santiago ha encontrado en la ilustración de libros y revistas, campo abonado para desdramatizar la trascendencia de la pintura y se ha entretenido en dibujar lúdicamente para lectores de literatura “subidita de tono”, o erótica como gusta decir a otros. Así abordó el encargo de ilustrar la inédita novela de Oscar Wilde, “Teleny”. Después vendrían “Diálogo de Cortesanas” de Pierre Louys, “El libro del gazpacho y de los gazpachos” de José Briz, el “Diccionario de términos taurinos” de Pedro Beltrán, “Europa, Europa…” de Rafael García, “Tercera mitad” de Carlos Álvarez, “Lisboa” de Fernando Pessoa, “El Invisible Anillo”, revista literario-poética…

ALONSO ESCRITOR.
Alonso Santiago es, pues, pintor de amplia trayectoria y bien ganado prestigio, pero también escritor en posesión de algún premio literario que unir a los conseguidos en su más reconocida profesión. Escribe poesía, ensayo, cuentos, relatos cortos, artículos, y algunas bromas literarias al estilo de Gómez de la Serna, a las que, por respeto a sus greguerías, llamará Ramonerías. Como consecuencia de estas actividades fue finalista del Premio Despeñaperros de poesía y el “Camilo José Cela“ de cuentos, amén de algunas menciones menores. En palabras un tanto jocosas de nuestro biografiado, en la actualidad está ocupado, “como cualquier español que se precie”, en una novela y en un guión cinematográfico.



Tiene obras en colecciones particulares de Cordoba, Madrid, Palma de Mallorca, Huesca, Las Palmas, Tenerife, Valencia, Tanger, Casablanca, Fez, Milan, Vicenza, Pavia, Lisboa…
Alonso dice: “–No fue cosa baladí que aquí aprendiera que los desayunos ya no son triviales y que, para asomarme al día, me instruyera con aplicación en el café con churros, en los molletes con jamón rubios de aceite, o en las vienas enrojecidas por la zurrapa “colorá”. No, no fue cosa baladí”. Y nuestro amigo decidió que este no es un sitio cualquiera, sino el sitio para vivir. Y en el año 2.007, como tarjeta de visita, la sala Alfonso X el sabio se esponjó con una exposición antológica suya, donde la pintura y los visitantes se encontraron “hasta que la muerte los separe”



ARTÍCULO PUBLICADO POR SU SOBRINO
Anoche falleció mi tío Alonso Santiago, de lo que eufemísticamente se suele denominar "una larga y penosa enfermedad". De unos años para acá apenas lo veía, ya que yo me había mudado a Barcelona y él al Puerto de Santa María, donde hace unos días se inauguró una exposición retrospectiva sobre su obra pictórica (Sala CAI, hasta el 20 de marzo, por si vivís cerca y os apetece verla).
La vocación artística de Alonso venía de familia: su padre, don Alfonso Santiago, también fue pintor. Alonso nació en Cabra (Córdoba), contrajo matrimonio con mi tía Sagrario, la hermana de mi madre, y tuvieron un hijo, Josele Santiago, que también heredó las dotes artísticas de la familia (primero con su grupo de siempre, Los Enemigos, y ahora en solitario). Cuando hablo de "dotes artísticas", me refiero al conjunto, no sólo a la pintura o la música: Alonso tocaba muy bien la guitarra española, y me cuesta creer que las inclinaciones musicales de Josele no tuvieran que ver con la influencia paterna. Además, en los últimos tiempos estaba compaginando su labor pictórica con la literaria: había obtenido varios premios de relatos y había publicado en recopilaciones de poemas. Era, pues, un todoterreno.
De su evolución como pintor poco puedo hablar: dejo esa tarea a los críticos de arte, y sólo asistí a su primera exposición, en la madrileña galería Loring, a mediados de los años ochenta. Hacía poco tiempo que había decidido dejar su puesto de trabajo como restaurador en el Museo del Ejército y dedicarse a tiempo completo a su gran pasión, la pintura. Su obra es extensa y, como digo, no sé lo suficiente de ella como para analizarla y categorizarla


Su última etapa, a juzgar por este paisaje del Puerto de Santa María, es más luminosa, íntima y figurativa que los grandes cuadros casi abstractos de los años ochenta. Los paisajes parecen sustituir a los bodegones y una de sus grandes constantes, la pintura erótica.

Ante todo, disculpad la mala calidad de la foto y el deficiente encuadre de lo que viene a continuación. Lo subo a modo de ejemplo.

Pero Alonso no se dedicó sólo a pintar cuadros. También desarrolló una fértil carrera como ilustrador. Resultan memorables sus ilustraciones para libros de temática tan dispar como la preparación de gazpachos o las diversas suertes del toreo. No obstante, su obra de arte definitiva en la materia, entiendo, es Teleny, de Oscar Wilde, en la edición de Valdemar. Aparte de las ilustraciones de cubierta e interiores, destacan las letras capitulares, un prodigio de erotismo, trazo firme y, si se quiere, humor.

  1. Tampoco se puede olvidar su labor de restaurador, de la que vivió durante más de dos décadas. He aquí la depuradísima labor que realizó con esta vista de la playa de Riazor, una pintura de mi bisabuelo Manrique Lores.

Como digo, veía muy poco a Alonso, de modo que casi todos mis recuerdos de él son infantiles. Lo recuerdo tocando la guitarra y cantando flamenco (con mucho arte). O amenizando cualquier velada familiar con su retranca, sus chistes y su agilidad mental. O, cuando éramos pequeñitos, agarrando la carcasa de un bolígrafo, llevándoselo a los dientes y ejecutando un impecable concierto de percusión: nos tronchábamos de risa. Así es como prefiero recordarlo.

Descanse en paz.

lunes, febrero 15, 2010

MI ABUELO NO ME LO CONTABA TODO

¡Lo sabía, mi abuelo era un donjuán!
Cuando yo era niño y pasaba las vacaciones en su casa, sita  en la campiña de Jerez, siempre me contaba sus aventuras por el mundo: había estado en la guerra de Cuba voluntariamente porque era mejor morir de un balazo anónimo que agonizar poco a poco de hambre en este país de corruptos.

A mi abuelo le importaba un carajo que Cuba perteneciese a la Corona de España o que se independizara; a él ni le hacía más rico ni más pobre. Solo quería comer al menos una vez al día. Y en Cuba podía permitírselo: lo pagaban bien.
Lo que no me dijo fue que además de Cuba había visitado otros puertos, y que en cada uno de ellos, siguiendo la tradición marinera, tenía una novia, como buen gaditano que era.

Yo lo recuerdo liando su cigarrillo de picadura «El Cubanito», comprado de contrabando en Gibraltar, mientras me contaba cómo avanzaba entre los matojos con la bayoneta calada sintiendo pasar a su lado las balas y llevando en el bolsillo la última carta de su novia, de Villalengua del Rosario, y en la cartera un mechón ensortijado del pubis de una mulata del malecón de la Habana.
Bueno, esto último no me lo dijo: mi abuelo era muy comedido con lo que me contaba; pero cuando hacía una pausa en su narración y se quedaba mirando fijo sin ver nada, pensaba tan alto lo que no quería decir, que yo lo escuchaba. El mechón lo descubrí yo un día que hurgaba en su cartera para ver las fotos que llevaba vestido de soldado.

–¡Trae eso, niño; que para mí es sagrado! —exclamó exaltado. Luego, más suavemente, añadió—: Es para mí una reliquia, una pequeña muestra de la vegetación que cubría el lugar donde me refugiaba cuando la muerte me concedía una tregua.

Pero también había estado en Argentina, en Perú, Venezuela y en La Española compartiendo gentilmente su cariño y alegría de vivir y sembrando indiscriminadamente su semilla vital, por lo que no es de extrañar que ahora uno escriba su nombre en Internet y salgan media docena de PAN.
«¿Quién es este tío?», pregunto yo cada vez que veo en el buscador otro nombre igual al mío.  Yo creía que mi apellido era tan original y poco extendido, que estaba seguro que cualquiera llamado Pan sería pariente mío. Y ahora descubro que hay quien se llama igual que yo siendo… ¡chino!

Recuerdo que fui una vez al banco a pedir un crédito y puse a la Pan Am como aval, diciendo que pertenecía a un primo mío. No coló. Y ayer Mado, una amiga de Ciudad de México, va y me presenta la obra de una mujer china, famosa artista ella, llamada PAN.

Y eso me ha dejado pasmado. He mirado al cielo y le he dicho a mi abuelo: ¡Ay pillín!, ¿por qué no me habías dicho nada, hombre? Joder, que yo las he pasado canutas por ahí para levantar mi casa y sacar adelante a mi familia sin imaginar que tenía parientes adinerados y cultos que hubieran podido prestarme ayuda. ¿Así me agradeces que fuese el único que te entendía cuando todos, incluida la abuela y tu nuera, decían que estabas como una cabra? A mí, que te ayudaba a liar los cigarros con aquella maquinita de lata mientras tú te recostabas en la hamaca de mimbre y perdías en las nubes tu mirada nostálgica. ¡EA, pues hasta aquí hemos llegado! ¿Qué? ¿Que esa mujer no era hija tuya porque nunca estuviste en China? No te creo.
Ya no me junto contigo ni en sueños.
Pero eso sí, voy a presentar aquí las pinturas de esa chinita, cuyo ardor y sensualidad ha dejado plasmada en sus lienzos para disfrute de la Humanidad.





Información publicada por Mado en su blog
http://artworkproject.com/profile/MadoDiazyNieto:

Pan Yuliang es considerada como una de las grandes pintoras de China, una de las primeras que usó las líneas de pintura de tinta china en composiciones al estilo Occidental.


La legendaria pintora Pan Yuliang (1896 – 1977), desafió las normas sociales y artísticas. Fue vendida a un burdel, y más tarde pintó en París durante 50 años, con sus retratos de desnudos condenados depravados en 1930.


Hoy en día son obras maestras.La trigésima edición limitada de impresos digitales de sus obras representativas está siendo exhibida en Xintiandi. La exhibición es gratis aunque se requieren reservas – la exposición atrajo a una enorme multitud cuando fue presentada en Taiwán el año pasado.


Incluye reproducciones de pinturas famosas como “Woman Lying on Her Side”, “Combing” y “Before the Catch”. Dichas impresas están de venta a precios razonables.


Aunque muchas personas conocen a Pan de la biografía cinematográfica “Alma de una Pintora”, dirigida por el director Hongkonés Stanley Kwan, esta es una oportunidad para ver de cerca a sus obras de Este -encuentro con – Oeste.
Hsu considera a Pan como la mayor artista china por su valentía y dedicación de toda la vida al arte, desafiando el menosprecio de críticos de arte conservadores y el injusto tratamiento social de mujeres en aquel entonces.


En 1918, ingresó en la Escuela de Arte de Shanghai para estudiar la pintura Occidental de Wang Jiyuan. Ella sobresalió y tras graduarse, se fue a Francia e Italia para seguir estudiando pintura y escultura.
En 1937, se estableció en París. Sus obras ganaron numerosos premios en Europa, como el Precio de Oro en la Exposición de Arte Internacional Romana y el Precio de Oro de París.
Tras los últimos días de Pan en Francia, ella dejó un testamento declarando que esperaba que sus pinturas regresasen a su tierra natal. Más tarde, más de 4.000 pinturas fueron donadas al Museo Provincial de Anhui.
Las otras fueron coleccionadas por el Gobierno Municipal de París, el Ministerio de Educación Francés, la Moderna Galería de Arte Nacional y el Museo Cernushi.
“Una obra original por una famosa pintora suele costar una fortuna y la gente normal no se lo puede permitir”, declaró Hsu. “Pero el precio de los impresos varía desde varios cientos de yuanes a varios miles de yuanes. Él añadió que la colaboración con el Museo Provincial de Anhui tiene como objetivo divulgar el glamour de las pinturas de Pan a más personas.

sábado, febrero 13, 2010

EL TEATRO FALLA EN PIE

Durante la pasada noche y hasta altas horas de la madrugada, se fallaron los premios del concurso de agrupaciones carnavalescas en el Gran Teatro Falla.
Yo estuve viendo el espectáculo por Canal Sur, donde anunciaron que por gentileza de Onda Cádiz Televisión se subirían a yutube los videos para poder disfrutarlos, por lo que no cabe llamar piratería al hecho de presentarlas aquí para compartir con ustedes algunas actuaciones en sus cuatro modalidades: Coros, Comparsas, Chirigotas, y Cuartetos.
Desde el día 15 de enero y hasta la pasada madrugada, han pisado las tablas del escenario del Teatro Falla 160 agrupaciones, compitiendo entre ellas durante las 25 sesiones que han precedido a la gran final, en la que sólo han participado una docena.

El coro ganador se embolsará 5,500 euros; la comparsa y la chirigota ganadoras 3000, y el mejor cuarteto, 1800 euros.


















miércoles, febrero 10, 2010

UN DÍA EN LA SIERRA


Foto de internet, del blog Picasso mío

Ayer, aprovechando que era festivo en la Sierra de Cádiz porque nadie trabajaba en protesta por el desempleo generalizado que se vive en todos los pueblos, una huelga que no contaba con el apoyo de los dos sindicatos más importantes, UGT y CCOO, que presumen de defender los derechos de los trabajadores españoles cuando en realidad sólo defienden al Gobierno que les da poder, prestigio y dinero, me fui a la montaña a respirar el aire puro.


Vi a un pastor que cuidaba de sus cabras escuchando música con un móvil y me admiré de los avances de la ciencia.
Como soy de espíritu abierto fui a saludarlo, dispuesto a pasar el rato contándole mis grandezas y presumiendo de mi cultura, ya que daba por supuesta su ignorancia debido a su presunta inasistencia a la escuela en su niñez, acuciado por el hambre.

O sea, hablando en plata para que me entiendan ustedes: En la ciudad soy  el último mono del parque, y solamente me respetan en Internet, donde nadie me conoce; pero en el monte, vestido con pantalón beige de pana fina, botos camperos de Valverde del Camino, chaqueta de paño grueso, color marrón claro con coderas de tono más oscuro, y un jersey con el lagarto al lado del corazón, una gorra de paño inglés con visera, la barba bien recortada y mis gafas de sol Rayban, soy alguien respetable (Mis amigos dirían que iba disfrazado de señorito pijo. Y es cierto: estamos en carnavales).

Cuando me acerqué, el pastor, que estaba distraído escuchando al Camarón de la Isla por los auriculares de su teléfono, dio un brinco y se me quedó mirando como si yo fuese el Ángel San Gabriel. (No sé cómo será ese ángel, pero queda muy bien escrito aquí, pues ése solía presentarse a los pastores que vivían entre los olivos, y a las damas embarazadas.Queda mejor que si pusiera Supermán, pues éste sólo vive entre los rascacielos, muy lejos de la sierra gaditana).

—No tema, hombre —le dije, estirando una sonrisa de oreja a oreja para hipnotizarlo con la blancura de mis dientes—, que sólo vengo a saludarle y pedirle permiso para hacerle unas fotos a las cabras.
—A cuáles, ¿las blancas o las negras?
—A todas, es lo mismo ¿no?
—No, no es lo mismo: unas son mas rentables que otras.
—¿Cuántos litros de leche producen al día?
—A cuáles se refiere usted, ¿a las blancas o a las negras?
—Esto… las blancas.
—Dos litros cada una
—¿Y las negras?
—Igual.
Llegados a este punto, ya me estaba tocando los huevos este tío; pero como yo soy un señor de la ciudad, fino y educado, no le respondí como merecía y continué como si tal cosa, esperando que al fin pudiésemos tener una charla interesante e intercambiar conocimientos:
—¿Vale mucho una cabra en el mercado?
—¿Se refiere usted a las blancas o las negras?
—Oiga, amigo: ¡Ya me está usted tocando las narices con tanto blanca y tanta negra! ¿Pero quién se ha creído usted que es?
—Hombre, no se ponga usted así, que no trato de ofenderlo. Sucede que las cabras blancas son mías, y yo puedo decidir el precio sin darle explicaciones a nadie.
—¡Ah...! Ya entiendo: las blancas son suyas… ¿Y las negras?
—También.

Aquí yo apreté los puños y mascullé doscientas cuarenta y dos maldiciones; pero al llegar a la que hacía doscientas cuarenta y tres me contuve, en aras a la buena convivencia y respeto entre ciudadanos de diferentes capas sociales.

—Vale, de acuerdo. Entonces… ¿puedo saber cuánto valen las blancas?
—50 euros por cabeza
—¿Y las negras?
—Lo mismo.

Definitivamente, no había modo de entenderse con ese hombre, y me disponía a comentarle las dificultades que tuvo su padre para reconocerlo como hijo, cuando su perro, un Mastín castellano, se acercó enseñando los dientes y yo me di la vuelta en busca de mi coche sin echarles una foto siquiera. ¡Que se chinchen!

Al cruzar un pueblo vi una manifestación por la calle que se dirigía al ayuntamiento. Portaban pancartas y por los altavoces explicaban el motivo de la huelga:

Foto del diario La Voz Digital
En enero se contabilizaban 39 mil parados en la Sierra de Cádiz, un 30% de su población en edad de trabajar. Pedían más ayudas, menos cotizaciones, menos dificultades para cobrar el PER y... ¡permiso para coger tagarninas!

O sea: pedían seguir viviendo de la limosna, seguir cautivos del Gobierno de turno. No exigían fábricas ni reparto de las tierras improductivas ni estaban dispuestos a ocuparlas como hizo el alcalde de Marinaleda, que, por cierto, participaba en la manifestación. Eso sólo sucedía durante la Transición. Ahora los políticos viven todos muy bien en sus escaños, con su jubilación máxima asegurada tras permanecer como Diputado durante dos legislaturas.
Y a los trabajadores del campo andaluz, que les den. Que se hubieran preocupado de trabajar en Delphi, en VICASA, la fábrica de botellas, o en Astilleros y ahora se hubieran podido jubilar con 52 años con dos mil euros al mes pagados por el pueblo.

Dentro de unos días, los políticos andaluces celebrarán el Día de Andalucía, y se repartirán medallas y premios entre discursos épicos antes de darse un gran banquete a costa de nosotros, que para eso sí hay dinero.
«CAMBIARLO TODO, PARA QUE TODO SIGA IGUAL». Lampedusa.

lunes, febrero 08, 2010

EL PRECIO DE LAS LIBERTADES

Hace cuarenta años, un día 7 de febrero, mi esposa y yo nos casamos sin alfombra roja y sin marchas nupciales. En aquella época, si no te casabas por la Iglesia tu matrimonio no tenía validez alguna: no tenías el Libro de Familia, no cobrabas los puntos por hijos ni por matrimonio ni familia numerosa, y no podías acceder a puestos de la Administración por « vivir arrejuntaos» como decían entonces. Yo creía en Dios, pero no en la Iglesia: la conocía bien después de haber pasado diez años de mi vida entre monjas y curas. Mucha gente renegaba de ella, pero a la hora de la verdad, pasaban por el aro del altar por el miedo al qué dirán. Yo quería una boda como las demás: ceremonia, invitados al banquete, viaje de novios, libro de familia y todos mis derechos; pero sin la Iglesia. Como yo vivía en París, fui a la Embajada de España y me informé de si era posible hacerlo así en España. El señor que me atendió, D. José María de Sotomayor y Castro, Notario de la Embajada, me dijo que sólo podían acogerse a la Ley de Libertad Religiosa de octubre del 1967 los que demostrasen que no eran católicos. Le respondí que a mí nadie me había pedido permiso para bautizarme cuando nací, y que era católico en contra de mi voluntad. Entonces me entregó un documento Notarial, previo pago de las tasas en pesetas/oro equivalentes a 150 nuevos francos franceses de la época, y con él me vine al Juzgado de Jerez con dos semanas de permiso concedidos por mi empresa. Nunca imaginé la cantidad de trámites que tuve que realizar para lograr mi propósito. Casarme por la Iglesia me hubiera llevado sólo dos semanas, el tiempo de exponer las amonestaciones en las parroquias donde estábamos registrados; casarme por lo civil me ocupó tres meses de papeleo y visitas semanales al Juzgado nº 2 de Jerez. En la empresa me apremiaban a regresar bajo pena del perder el trabajo; pero luego comprendieron los motivos de mi tardanza y me guardaron el puesto. Debo decir que el Sr. Juez que llevó el asunto se portó maravillosamente, enfrentándose a los curas de nuestras respectivas parroquias y al Obispo de la Diócesis, quienes se negaban a darme de baja en la Iglesia. El Obispado no respondía las cartas que le enviaban desde el Juzgado ni daba curso a mi solicitud de baja, hasta que el magistrado citó al Vicario en su despacho para entregarle en mano el documento y que firmase el acuse de recibo en su presenciaEl último día de enero llegó, por fin, al Juzgado el documento que me identificaba como apóstata del catolicismo. Mi novia tuvo que presentar declaración de que se casaba voluntariamente, sin coacciones de ninguna clase, y soportar un reconocimiento médico para demostrar que tomaba la decisión libremente sin estar presionada por un embarazo indeseado. Al estilo de las bodas americanas que vemos en el cine, el Juez, un poco nervioso por ser el realizador del segundo matrimonio de esas características celebrado en Andalucía, comenzó por prohibir sacar fotos dentro de la sala; luego se colocó de pie en el estrado, junto a una mesa engalanada para la ocasión con un par de ramos de flores, un crucifijo y un voluminoso libro abierto sobre un atril. Nos leyó unos artículos sobre los derechos y deberes de los cónyuges, y nos hizo las preguntas de rigor. Tras responder con nuestros respectivos «Sí quiero», nos invitó a ponernos los anillos y a besarnos. Como ningún familiar nos apoyaba ni quería ser padrino o madrina, tuve que echar mano a los amigos. Fui yo quien pagó todos los gastos de burocracia, vestido de la novia, el fotógrafo y el convite.
En sus años escolares, mis hijos estudiaron Ética en lugar de Religión. Durante estos cuarenta años he visto como algunos de los familiares, católicos acérrimos, que presagiaban la pronta ruptura de mi matrimonio por ser únicamente civil, hoy están separados o divorciados, han sufrido la muerte de algún hijo por la droga, y tienen otros mal criados, viviendo a costa de sus padres. Mi matrimonio, en cambio, permanece estable como el primer día; mis hijos se han independizado, viven felices con sus respectivas parejas y son respetuosos, cariñosos, nobles y trabajadores. Ayer fueron ellos quienes nos llamaron por teléfono para recordarnos que era el 40º aniversario de nuestra boda

sábado, febrero 06, 2010

¡ ADIÓS, SUDÁFRICA !

Con gran indignación por el trato recibido por las autoridades del aeropuerto y del representante del Consulado español, que nos amenazó con quitarnos los pasaportes y no dejarnos salir del país si no permanecíamos tranquilos y callados, subimos al avión DC10 que nos traería de vuelta a España.

El escándalo se debía a que habíamos llegado con tres horas de antelación al aeropuerto y faltaban diez minutos para la salida del avión y aún no nos habían entregado los pasaportes ni nadie aparecía para darnos alguna información.

Habíamos pasado la noche anterior celebrando el regreso a España y en nuestras venas almacenábamos más alcohol de lo aconsejado. Algunos, exaltados por la larga e injustificada espera, comenzaron a criticar a los responsables del aeropuerto, y acabaron lanzando soflamas a favor de la libertad y en contra del Apartheid, lo cual atrajo la atención de la policía y de los soldados, quienes vinieron gritando y amenazando con llevarnos a no sé dónde.

El jefe nuestro hizo una llamada telefónica y al poco llegó un funcionario del Consulado Español con ganas de torturar a alguien. Era alto y pelirrojo, enfundado en un traje hecho a medida, marrón. Lucía la cabeza rapada y un fino bigote como una tirita de esparadrapo rojizo en posición horizontal sobre el labio, como los fachas del franquismo. Vino para a decirnos, destilando odio: «Aquí no estáis en España. Si es necesario, os podemos enseñar a respetar el orden establecido. No permitimos huelgas ni motines, y si continuáis así y no os comportáis como es debido, os prometo que vais directo a la cárcel, y el avión se irá sin vosotros.»

Pronto nos dimos cuenta, a pesar de la niebla de alcohol que aún cubría nuestras neuronas, de que fuera de España los españoles estábamos solos, que los funcionarios que dicen representarnos nos vendían a cambio de gozar ellos de buenas relaciones y disfrutar de la buena vida con sus anfitriones.

El funcionario del Consulado (ignoro si era el mismo Consul en persona, algunos decían que sí, y si lo era me produjo las mismas náuseas que los policías sudafricanos), parecía descontento de que no hubiera triunfado el golpe de Tejero, pues no cesaba de repetir: «Si en España hubiera mano dura, no existirían los problemas que acosan al país. No sabéis vivir sin el látigo».

Y nos callamos, y, humillados, bajamos la vista al suelo y apretamos los puños para no empeorar las cosas y darle gusto a aquel residuo facista, capaz de amargarnos la vida.

Pasaba media hora de la salida anunciada en los tablones de Departures cuando nos permitieron subir al avión.

Al entrar nos encontramos con la tripulación de Iberia, que ya conocíamos del viaje de ida: unas chicas que en su día hubieron de ser hermosas, pero que aquel día se habían convertido en brillantes candidatas al INSERSO. Se mostraron desagradables a más no poder, y sólo dibujaban una sonrisa cuando intentaban convencernos para que les comprásemos algún Rolex de oro, anillos o colgantes con diamantes, bolso de Loewe o perfumes de Dior, Chanel nº,5, o similares. Decían que los productos que nos ofrecían no pagaban impuestos y por ello sus precios eran muy ventajosos comparados con los mismos productos si lo comprásemos en cualquier tienda de España.

El aparato hizo escala técnica en Nairobi, donde durante una hora mantuvieron la puerta trasera del avión abierta para introducir los alimentos que nos iban a servir en la cena. El aire frío invernal entraba y descomponía nuestros cuerpos. Pedimos mantas a las azafatas y éstas, señalaban el compartimento que había sobre nuestras cabezas; pero éstos estaban vacíos. «Los pasajeros se los llevan, no es culpa nuestra si no hay», decían. Y nosotros respondíamos:

«¿Pero no las reponen en cada viaje? ¿Desde cuando no lo habían hecho?»

«Siempre las reponemos y desaparecen», afirmó la más amable de todas, con cara de hastío; las otras ni siquiera respondían: nos ignoraban.

¿Cómo se podía aguantar que nos tratase de ladrones? Yo protesté, al igual que dos o tres más; pero la mayoría guardó silencio. Evidentemente, nadie quería causar problemas, sólo deseábamos llegar a España. En ese momento juré no viajar más con Iberia, y hasta ahora lo he cumplido: helas pocas veces que he volado ha sido con Alitalia, Air France y Vueling en mis desplazamientos internacionales, en el interior he usado mi coche o el tren.

Fui de los primeros en descender del avión y me encaminé al edificio para recoger mi maleta. El jefe de mi empresa estaba en la puerta acompañado de otro hombre que llevaba un maletín. A medida que íbamos pasando delante de él, nos pedía que mostrásemos el pasaporte, buscaba el nombre en una lista y nos entregaba un sobre con doscientas mil pesetas en billetes y un cheque barrado, correspondiente al finiquito del contrato que nos unía con la empresa.

Al pasar por delante de la aduana un funcionario me llamó y me ordenó que pusiera mi maleta sobre el mostrador y la abriese. Me giré hacia mis compañeros, que venían en grupo detrás, y les dije: “Chavales, hay que abrir las maletas”. El funcionario entonces preguntó:

—¿Vienen todos juntos?

— Sí, somos un grupo de doscientos trabajadores que regresamos a España.

—Pues pasen ustedes.

Y nos dejó pasar a todos. Entre nosotros venía Miguel el «Valladolid» y su amigo el «Johnny», un madrileño afincado en Huelva, quienes traían sus maletas cargadas de marihuana prensada y disimuladas en paquetes de galletas.

Miguel el “Valladolid” propuso que para celebrar nuestra despedida fuésemos todos a pasar un día juntos en Madrid en la sala El Talismán, ubicada en la Gran Vía, entre la calle la Ballesta y el cine Callao. Afirmaba que él ya la conocía, y comentaba que las artistas se desnudaban completamente, bailaban y hacían felaciones en público y luego se sentaban entre los asistentes para tomar unas copas con ellos. Estaba loco, pensé. ¿Seis meses sin ver su esposa y ahora que estaba a dos horas de camino en coche de ella, prefería celebrar su retorno con unas putas? Media docena de compañeros se fueron con él. Los demás entramos en una cafetería del aeropuerto para tomar café y despedirnos unos de otros. Mi amigo Iñaki me abrazó con los ojos llenos de lágrimas, y nos intercambiamos las direcciones.

—Bueno, espero que nos veamos en alguna otra ocasión —me dijo.

—Los profesionales del montaje, siempre acaban reencontrándose en alguna obra — respondí.

Luego, me despedí de todos y me fui en busca de la zona de Salidas Nacionales, donde reservé billete para Valencia. Detrás de mí, en la cola, estaba Lola Flores, acompañada de una mujer desconocida. Tres horas más tarde, abrazaba a mi esposa y a mis cuatro pequeñines en el aeropuerto de Manises. ¡Al fin estaba en casa!

jueves, febrero 04, 2010

LISBOA, CIUDAD ANTIGUA Y SEÑORIAL.


Hola, amig@s:
Tengo el kiosco un poco abandonado, la verdad, y os ruego me perdonéis. Estoy bloqueado y no se me ocurre nada para escribir, además de que me falta tiempo. Quizas se deba a la tristeza que me produce tantos días seguidos de lluvia, ¡Con lo que a mí me encanta el sol!

Mientras se me quita la humedad que me mantiene agarrotado y empañando mi imaginación, os invito a ver las fotos que ha hecho mi hijo en su reciente viaje a Lisboa y Sintra pinchando aquí.


Lisboa Antigua, por Amalia Rodriguez