domingo, noviembre 26, 2023

EL PROBLEMA FINAL, de Arturo Reverte.

 


Acabo de leer “El problema final”,   de Arturo Reverte.

Imaginese que usted ha visto muchas películas de su artista preferido, digamos, por ejemplo, George Cloney. Se acuerda de todos sus películas y podría describirlas y recordar sus momentos más intensos.

Tanto, que en su vida, sin darse a penas cuenta, actúa como él, dice frases escuchadas en sus películas como si fuesen propias, pero un amigo se las echa en cara: “Esa frase es de la película tal”.

Pues esa es la novela que ha escrito Reverte: un actor de cine en declive, cliente de un hotel, que repite gestos y frases de películas de  Sherlock Holmes como si fueran propias mientras investiga los crímenes.

El tema en sí es interesante, te atrapa: descubrir al asesino de varios  clientes del hotel en que se hospeda; pero.... me llevo la sensación de “Dejá vu”. Es como si estuviera viendo un espisodio de Aghata Cristie o de Sherlock Holmes. En mi humilde opinión como lector, esta novela no es nada original ni beneficia en nada el prestigio literario del autor.

lunes, noviembre 20, 2023

DOLORES DE CABEZA

 


 

 

 


 

 Me dolía muchísima la cabeza, parecía que me iba a estallar. Mis dos ayudantes me llevaron hasta el Mazda de la empresa y me llevaron al consultorio médico más cercano: el mismo al que ellos solían acudir cuando lo necesitaban.  Nada había cambiado en el poblado bantú, un conjunto de chozas desordenadas a ambos lados del camino.

Un par de mulatos esperaban su turno en la puerta. Entré el primero y mis ayudantes me colocaron sobre una cama de cabezales blancos de hierro como las de los hospitales. La doctora, una joven alta y esbelta, negra como el carbón pero bellísima, echó fuera a los ayudantes y nos quedamos solos

De pronto comenzó a murmurar unas palabras a la vez que alzaba los brazos y miraba hacia arriba durante un momento; luego comenzó a mover su cuerpo en una danza erótica al tiempo que colocaba  sus manos sobre mi vientre y lo acariciaba. Me quitó la ropa y se inclinó sobre mi cuerpo, besándolo y lamiéndolo. Mientras tanto, mi dolor de cabeza no me abandonaba, aunque se tornaba soportable dado que mi mente estaba en otra parte.

De pronto la doctora se montó sobre mí y me violó (Sin pedir mi consentimiento, que conste).

 White: I want to have a child from you

Yo entendía algo de ínglés, pero no todo. Creo que deseaba un hijo mío. En Sudáfrica, los mulatos tenían derecho al voto, los negros no.

Po venga, no se hable má— respondí

Y me entregué a fondo, besando sus senos,  acariciando y pellizcando aquellas nalgas que se movían cadenciosamente sobre mi. Nunca había imaginado un placer tan grande, la doctora era una experta.

Sentía que me perdía, que me ebriagaba de placer; ella me miraba esperando recibir la semilla en su vientre y seguía moviendose, seguía, seguía... De pronto se encendió la luz y mi mujer se levantó para ir al servicio.

 Juan, levántate ya que son las 8 y tienes que ayudarme a hacer limpieza, y luego tendrás que ir  al Lidl a comprar antes de que acudas al ambulatorio. Tienes cita a las diez.

Recordé que el prospecto de la pastilla que me tomé anoche indicaba,  entre los efectos secundarios,  tener pesadillas y dolores de cabeza.

Esta noche me tomaré dos en vez de una

 

lunes, noviembre 13, 2023

MI PRIMER VIAJE A PARÍS


 


El 28 de julio de 1962 dejé a mis padres y hermanos en Vergel ( Alicante) y me subí a un autocar  que me llevaba a París junto a otras 50 personas. 

 

Previamente había pedido la cuenta en la empresa Construcciones MATOGA S.L. donde un año antes me habían hecho fijo y me habían entregado la cartilla de la Seguridad Social. Pero aunque ganaba el salario estipulado en el convenio (3000 pesetas mensuales), la codicia me atrapó al encontrarme con Pepe "El Chato", un amigo que llevaba dos años trabajando en París. Lucía traje de marca a medida y un Renault Florida descapotable. Había venido de vacaciones y me convenció para que me fuera con él a trabajar en su empresa:

 

— Juan, estás perdiendo el tiempo en esa empresa. Lo que ganas tú en un mes trabajando 48 horas semanales lo gano yo en una semana laboral de 40 horas.

 

Al día siguiente pedí la cuenta. El director intentó retenerme pero yo insistí.

 

Finalmente me dijo que si decidía volver tendría un puesto en su empresa.

 

En el autocar había dos grupos de pasajeros: los que llevaban algún tiempo en Francia y regresaban de las vacaciones, y los que al igual que yo íbamos a probar fortuna por vez primera.

 

 Los primeros comentaban lo bien que le iban las cosas, el dinero que habían ahorrado, la casa que se estaban construyendo etc. Los demás escuchábamos esperanzados de que también a nosotros nos fuese bien en un país del que desconocíamos idioma y costumbres.

 

El autocar rezumaba mala educación. En un país donde se prohibían las reuniones no estábamos educados para convivir con otros, y al poco de iniciar el camino comenzaron los problemas: gritos llamándose unos a otros, exigencias de parada al conductor cada vez que alguno tenía alguna necesidad, cantar sin respetar el derecho al silencio y a dormir de los demás, intento de ligar con mujeres independientemente de que viajasen solas o con sus parejas, orinar por la ventanilla delante de todos porque el conductor no se detenía dado que hacía menos de media hora habíamos parado en un restaurante para comer y hacer las necesidades...

 

Cerca de Pamplona hubo una pelea entre dos pasajeros porque el uno, que estaba borracho, le pellizcó el trasero a la mujer del otro, y el conductor se detuvo en el arcén y se bajó del vehículo diciendo:

 

— De aquí no me muevo hasta que llegue la Guardia Civil de Tráfico y ponga orden.

 

De pronto todos los pasajeros se enfrentaron al borracho y le amenazaron con partirle la cara si abría la boca o causaba alguna molestia en lo que quedaba de viaje; luego tranquilizaron al conductor y nos pusimos en marcha. El sujeto se hundió en su asiento y permaneció calladito hasta llegar a París.

 

Cuando el día uno de agosto mi amigo " El Chato" fue a su empresa a trabajar y hablar por mí, se encontró con la carta de despido por haberse tomado una semana más de vacaciones por su cuenta, pues tenía derecho a 21 días y se había tomado el mes entero.

 

El mundo se me cayó encima.

 

De mis memorias:

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