viernes, mayo 31, 2013

LOS FENICIOS DEL SIGLO XXI


Ayer, invitado por Paco Velázquez,  asistí a la inauguración de la Tertulia Fenicios del Siglo XXI, una tertulia con vocación de continuidad, que el último jueves de cada mes cobrará vida reuniendo a poetas de hoy para leer toda clase de poemas y debatir sobre los temas sangrantes que vive la sociedad.
 

Tal como había prometido, Paco puso los churros y nosotros el café, y luego, distendidamente, dejándonos acariciar el alma con el dulce bálsamo de la poesía, fue transcurriendo el tiempo.

La cita era a las 20 horas en la calle Alcalá Galiano, justo al lado de la plaza de abastos de Cádiz, pero como sucede siempre en este país, donde RENFE institucionalizó desde su nacimiento el retraso logrando que sus trenes nunca llegaran a su hora, la puntualidad de algunos hizo aguas y comenzamos media hora tarde. Hubo menos gente de la esperada, y media docena de sillas que se habían reservado para poetas que prometieron asistir permanecieron vacías.

La tertulia estuvo bien, yo la disfruté a pesar de que el café y los churros no lograron disipar completamente la timidez o el miedo a participar de algunas personas, cosa comprensible si tenemos en cuenta que era la primera vez que nos reuníamos y que, exceptuando a Paco, que era el nexo de unión, los demás no nos conocíamos.



Tal vez influyó también para que algunos permanecieran en silencio bebiendo del jarro de agua fría con que  nos obsequió uno de los presentes, erudito él: «Hoy mucha gente escribe poemas procurando que sus versos no se salgan de la línea y que tengan algún tipo de rima. La poesía es otra cosa.»
Hombre, si lo que quieres tener a tu lado son poetas consagrados y reconocidos que dominen completamente el arte de la poética pocos vas a ver en la tertulia, porque esa gente no viene a encuentros populares de gratis, su ego no se lo permite.

En mi caso, nunca me he considerado poeta; soy un aficionado que escribe lo que siente de la mejor manera que puede y siempre intentando aprender de los expertos.

El acto se inició con la lectura por parte de Paco Velázquez del poema nº 1 del libro «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», de Pablo Neruda:

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.

Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba en su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡ Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue y el dolor infinito.

Hubo una ronda de lectura de poemas propios y de autores famosos y luego sin darnos cuenta nos vimos inmersos en el debate sobre la violencia de género.

Se hizo hincapié en la educación desde temprana edad en el reconocimiento de la igualdad de derechos y en la libertad de los seres humanos para elegir cómo y con quién vivir. Las personas que hablaban se expresaban bien, haciendo honor a sus títulos académicos. Sin darnos cuenta se nos hizo tarde, se puso fin a la tertulia y yo me quedé con las ganas de intervenir. Menos mal, porque estoy seguro que de haberlo hecho se hubiera encendido el debate.
Cualquiera que se hubiera fijado en la decoración de los muros del local, cubiertos de fotos de la Semana Santa, habría llegado a la misma conclusión que yo: de nada sirve tener un Ministerio de la Igualdad que proteja los derechos de las mujeres, de nada sirve que los legisladores promulguen leyes que obliguen al respeto y a la igualdad de oportunidades de ambos sexos si desde la más tierna infancia son adoctrinadas para que  la mujer se someta al hombre. Tal adoctrinamiento se produce en los hogares católicos (más de la mitad de los españoles lo son) y en las escuelas con la asignatura obligatoria de Religión.
Carta de san Pablo: a Timoteo:
2:11 La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.
2:12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
2:13 Porque Adán fue formado primero, después Eva.
2:14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.
2:15 Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.

A la mujer le lavan el cerebro haciéndole creer que debe ser fiel y sumisa al marido aun si éste le pega o maltrata. Que su función es parir y criar hijos. Sabe, porque así se lo han enseñado y machacado en el catecismo y en la asignatura religiosa que debe ser fiel hasta que la muerte los separe y por tanto aunque sufra no debe denunciar sino perdonar y ser paciente y bondadosa. Y si no lo recuerda se lo repiten en los púlpitos de las iglesias o en los programas cristianos que emite la radio y televisión de este país que la Constitución declara ser no confesional.
Habría de prohibirse la enseñanza de Religión en la escuela: sus credos, al igual que el de los talibanes, son incompatibles con los proyectos de libertad e igualdad de la Mujer que promulga la Democracia. Eso es lo que me quedé con ganas de decir ayer en la primera Tertulia de los Fenicios del Siglo XXI









 

jueves, mayo 30, 2013

LAS ACELGAS CON GARBANZOS DE MI CARMEN




Ingredientes para dos personas
 !/4 de garbanzos remojados
1kg de acelgas
4 ajos, pimentón pan
aceite.
2 huevos cocidos cortados en cuatro partes.

 Se ponen en una olla los garbanzos y las acelgas y se cuecen.
Se pone una sartén al fuego, se le echa un poco de aceite.
Picar los dientes de ajo
Cortar el pan en cuadraditos
Echar los ajos y el pan en el aceite caliente y  freírlo,
Añadir el pimentón.
 Se machaca todo bien. Cuando los garbanzos están tiernos se sacan de la olla con las acelgas y se escurren bien.
Echar lo garbanzos y las acelgas en la sartén con los ajos, removerlo todo bien. Añadir un vaso con el caldo de los garbanzos. Dejarlo en le fuego hasta que se consuma el caldo.

Servir en el plato y colocar los trozos de huevo duro

domingo, mayo 26, 2013

LA MULA, LA PELÍCULA


Ayer, sábado por la tarde,  mi esposa y yo fuimos al cine a ver "La mula", una película basada en la novela de Juan Eslava Galán, que leí hace un par de años y me encantó.
En principio no me gusta ver en el cine las novelas que he leído:  siempre salgo decepcionado. Pero esta película tenía para mi un interés especial, pues me preguntaba yo estos años atrás qué diablos tenía la película que yo no había visto en el libro para que hasta el Ministerio de Cultura, haciendo alarde de una censura impropia de una democracia,  la vetara negándole su derecho a ser proyectada en las salas de cine, y negándonos a todos los ciudadanos el derecho a verla y a reflexionar sobre su contenido.  
En efecto, la película ha sufrido mucho para poder salir a la luz desde el año 2009 en que se rodó:
A falta de una semana para finalizar su rodaje, el director, Michael Radford,  abandona al equipo y se marcha a Inglaterra sin dar explicaciones. Y no contento con eso, obtiene de los tribunales ingleses la prohibición de proyectar la película en Inglaterra. A partir de ahí, la productora española recurre y demanda a los denunciantes por daños y perjuicios a la vez que solicita la anulación de la sentencia.
La Corte Suprema falla a favor de la película y condena a los ingleses a pagarle a la empresa española  270,000 euros más los costes del litigio, unos s 450,000 euros.
Pero he aquí que Mercedes Elvira del Palacio,   quien concurrió a las elecciones por el Ayuntamiento de Madrid en 2007 por el  PSOE, y siendo subsecretaria del Ministerio de Cultura, decide no autorizar la proyección del film en España, lo cual origina un  nuevo pleito en la  Audiencia Nacional porque la productora española acusa a esta señora de prevaricación y de ir contra los derechos de los ciudadanos, un pleito que acaba en diciembre de 2012, con la sentencia a favor de la proyección de "La mula".

Pero además, desde el mismo día en que se estrenó, aparecieron criticas demoledoras  en la prensa y en las páginas webs especializadas en cine, que sin duda ha reducido el número de entradas  que ha recibido esta película hasta hoy.

¿Qué tiene esta película que tanto odio suscita en las fuerzas conservadoras?
 La mula es una obra más de las  que trata sobre la Guerra Civil; pero esta vez, y a pesar de que la sonrisa no se te borra durante casi toda la película, la cosa  va en serio.
La película nos muestra a un soldado de clase humilde, que hace de arriero en el frente y se encarga de traer provisiones y de  llevar en reatas de mulas a los heridos hasta los hospitales más cercanos.
En uno de esos peligrosos viajes, y en medio del fragor de la batalla, se encuentra una mula sola junto al cadáver de su amo, un soldado del bando republicano. A partir de ese momento, el campesino decide quedarse con la mula y protegerla para llevársela a su casa cuando finalice el conflicto.

Las peripecias que pasan en la compañía para ocultar a la mula, las anécdotas que viven los soldados, ansiosos por ligar con las mujeres de los pueblos que defienden; la ansiedad de las chicas por encontrar un marido que les mantenga en un futuro que auguran próximo,  logran que la sonrisa no se borre del rostro de espectador.
Pero no todo es gracioso, también se muestra la crudeza de la guerra, las pérdidas de amigos y familiares, ejecuciones sumamente violentas que revuelven el estómago...
Y la ternura.
La relación de amistad y comprensión que surge entre el animal y el soldado que la protege, ver a un hombre hecho y derecho  llorar de alegría y besar al animal cuando lo encuentra sano tras un bombardeo; la pena que sienten ambos cuando se despiden para siempre... El desengaño amoroso que sufre el soldado cuando sorprende a su novia con un oficial... Todo ello provoca un  nudo en la garganta, un picor en los ojos y unos sentimientos difíciles de explicar con palabras.
La película ha sido galardonada en el Festival de Cine 2013 de Málaga.

En contra:
 Los tres o cuatro primeros minutos de la cinta se pasan viendo a los soldados de ambos bandos en sus trincheras lanzando insultos y palabrotas soeces al enemigo. El excesivo y mal sonante  repertorio  de tacos pronunciados se hace pesado y desagradable; pero bueno, quizás en la guerra sucedía así.



Lo mejor es que vayan ustedes  a verla. No se arrepentirán: por esta vez, la película no desmerece a la novela. Incluso la supera.

viernes, mayo 24, 2013

DOS ALMAS EN UN MISMO CUERPO


En mi interior  conviven dos  personas: una es un niño que actúa y piensa como tal; la otra es un ser adulto que, como adulto y juicioso, corrige a su compañero e intenta reconducirlo por el buen camino, ése que le han señalado las tradiciones y costumbres sociales y familiares.

Mi niño interior  expresa sus  sentimientos, deseos y sueños tal como los siente. No piensa si ello está bien visto o hace daño a la moral instituida,  ni piensa en las consecuencias. Cuando desea algo lo dice  y punto, cuando ama a alguien lo dice y punto, cuando desea ver  a una persona, viajar a un lugar, comprar un determinado objeto...  lo dice y punto, lo  escribe y punto. Lo publica y punto.

Mi otro yo, el mayor, se preocupa cuando  lee o escucha lo que dice su hermano pequeño y enseguida lo reprende, le hace ver las consecuencias de sus travesuras, el posible rechazo que provoca en aquéllos que reciben sus mensajes y le obliga a rectificar o borrar el texto. Y en medio de ellos estoy yo, que soy el que da la cara y el que recibe las respuestas.   A veces éstas son amables y sumamente agradables, y acarician el alma; otras, las más, me duelen y me deprimen.


Esta es la cara que se me pone cuando alguien se queja de la conducta de mi niño interior.
Aun así, ¡cuánto disfruto observando la inocencia y la candidez de mi yo niño! Admiro su falta de complejos y su libertad plena al expresar lo que siente. Lástima que el mundo esté concebido para una sociedad en la que ilustrados moralistas  y legisladores,  marcan las pautas a seguir y, al igual que fieras, acechan a sus presas en los caminos


miércoles, mayo 22, 2013

EL MEDIEVO EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA


¡Hay que ver cómo está el patio de esta arrugada, descolorida y sufrida piel de toro que es España!
Hombre, yo ya había notado que algo fallaba: los seis millones de parados, el aumento de los precios y estancamiento de pensiones, las continuadas manifestaciones y huelgas en las calles, las personas rebuscando comida en los contenedores de basura...
Pero nunca imaginé que los artículos de segunda mano alcanzaran un precio tan alto. En esta época de crisis, la ropa y el calzado de temporada siguen siendo caros a pesar de las rebajas y la gente se inclina por los mercadillos y tiendas de usado, y es tal la demanda que los comerciantes del género se aprovechan y suben los precios de tal modo que algunas cosas antiguas y taradas cuestan más que los nuevos a estrenar.
Ayer me convencí de ello.


Estaba paseando por la calle más aburrido que una ostra en una catedral y veo un local abierto con el cartel "La pieza del mes. Entrada libre", y me cuelo con disimulo  y comienzo el recorrido por las salas para ver el contenido de las vitrinas y escaparates. ¡Pasmaíto me quedé! ¡¿Pero cómo tienen   valor de exponer tantos desechos?!

Yo, la verdad, había entrado con la intención de aprovecharme de la penuria que padecen la mayoría de comerciantes y comprarle por muy poquitos euros un regalito a mi Carmen del alma, una maceta o una jarra para poner flores. Y me dio vergüenza pedirla.


De un centenar de cántaros, jarras y vasos no había uno entero, y los que aparentemente lo estaban era porque estaban pegados con loctite.
Pero lo peor, el no va más, fue comprobar que el adeene de especulador está incrustado en la mente de todo el que comercia con algo en este lamentable y puto país de mierda.

Perdonen ustedes por mis exabruptos, pero es que a mí estas cosa me sacan de quicio.
¿Pues no va una señorita con una sonrisa de parte a parte de su cara bonita y me dice que el objeto que yo quiero para macetero  no tiene precio,y  que por nada del mundo me lo vende? Un jarro roto que han recuperado pegándole un trozo y que luego no han lucido ni disimulado y se le notan las fisuras.



 – ¡Pero mujer...! Si yo te hago un favor  llevándome todos estos escombros- le dije. Y ella que se quita las gafas y me lanza  una mirada HT345bis (cargada de mala leche) y me dice que ella no está para escuchar tonterías, y que haga el favor de largarme con viento fresco o llama a su primo de Zumosol.

¡Coño! Si por pedirle  una porcelana rota se pone así, ¿cómo se pondrá si le ofrezco veinte euros por este artilugio viejo y oxidado que dice que hace mil años servía para sacar agua y regar el jardín?

 O por esta especie de violín al que le faltan cuerdas.

Y lo que ya es  para pegarse contra la pared, colocar la picha sobre un yunque y darle martillazos o tirarse por la muralla de Santa Catalina es que me cuente las excelencias de este fragmento de flauta, lo que le ha costado conseguirla y su enorme valor. Vamos que es idiota si se cree que yo voy a darle algo por ella cuando yo si quiero voy al bazar de los chinos y me compro una flauta  mueva por dos o tres euros.

 Lo mismo me dijo de la pandereta: que si  ya la tocaban en el siglo X , que era en piel auténtica, que se la habían encontrado cavando en el castillo de Doña Blanca, que si...


¡Que no te enteras, chiquilla, que no te voy a pagar más de cinco euros!, y porque está bien conservada y dice la etiqueta que es genuine leahter, que si no, ni eso!
 El cañón del siglo XV no le pregunté cuánto valía porque de todas formas  pesaba mucho y no podía llevármelo para ponerlo en el césped del jardín, y tampoco era cuestión de alquilar una furgoneta para llevar ese trasto herrumbroso, pues creo que  me saldría más caro el transporte que el cañón.



















Y es que esta gente estudiosa y  bien maqueada piensa que nosotros, la gente de a pie, somos tontos.

 Porque ustedes no se imaginan el valor que le da esta señorita a esta lámpara de cuatro brazos, aunque haya perdido dos de ellos

 

 Dado que la factura de la luz no para de subir, pensé en llevarme estas lámparas de aceite para cuando  ENDESA me la corte por falta de pago (la luz, ¿hein? no vayamos a pensar otra cosa). Pero no hay manera, la chica no se baja del burro: "¡Es que son muy antiguas, tienen mil años!, decía la listilla.

 
  A saber lo que me pedirán por un cuerno de rinoceronte prehistórico de tres metros de longitud que han encontrado en unas excavaciones. Ahora lo están limpiando para mostrarlo al público este verano.
Os prometo averiguarlo.
– ¿Y ése qué hace ahí acostado?
– Es el vigilante nocturno. Tiene contrato fijo, lleva así más de mil años.
 – Ah, vale.


domingo, mayo 19, 2013

BROTES VERDES DE PRIMAVERA





Después de un largo tiempo  de podredumbre
porque perdí la esencia que me daba vida
juré que jamás me abrasaría en la misma lumbre
y pasé años lamiendo mis propias heridas...

Hoy un nuevo aroma, dulce y embriagador,
 ha inundado mi alma triste y  deprimida
 y en la costra oscura que la recubría
le han salido unos brotes  de verdor.

Si la vida en soledad es triste,
¡qué bonita es la vida en el amor!
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jueves, mayo 16, 2013

COSAS DE NIÑOS

imagen de internet

Antoñito era un niño travieso y  según su padres y conocidos siempre tramaba algo; pero en realidad él sólo deseaba descubrir cosas, y jamás hacía daño a nadie.

Una noche se despertó de madrugada y como no podía volver a conciliar el sueño se levantó de la cama y se asomó a la ventana.
Frente a él, la Luna se había detenido sobre  el pino que había en el jardín, y le observaba; parecía que  se estaba  riendo. Antoñito saltó por la ventana y se dirigió al árbol. 

 La imagen de la Luna se colaba entre el follaje y pensó que él podía alcanzarla y conversar con ella. 
Antoñito no tenía muchos amiguitos en el cole: era de familia pobre y mientras sus compañeros disfrutaban de consolas, tablets, portátiles o carísimos teléfonos móviles, él se contentaba con admirarlos en los escaparates; mientras que sus compañeros vestían ropas de marca, él se vestía con ropa de segunda mano. ¡Pero qué feliz sería si él pudiera alcanzar la Luna!
Sonrió al pensar en la sorpresa que les  iba a dar al presentarles  la Luna como su amiga. ¡La cantidad de amigos que tendría de pronto!

Sin pensarlo más, comenzó a trepar por el tronco y llegó hasta  la copa del pino. La Luna parecía estar al alcance de la mano, a un metro hacia la derecha, y Antoñito quiso tocarla. Comenzó a caminar sobre una rama delgada, que se balanceaba peligrosamente a medida que él avanzaba.

De pronto escuchó un chasquido y se precipitó al suelo, tropezando en su caída con las ramas que encontraba a su paso.
El niño se quedó tumbado de espalda y como no podía moverse comenzó a llorar y a gritar. Unos perros comenzaron a ladrar y fue gracias a ellos que se despertaron los vecinos y pudieron llevar a Antoñito al hospital.

 Ahora Antoñito tiene las rodillas rotas y, aunque los médicos hagan todo lo posible por sanarlo, sus piernas no quedarán  bien.  Todos lo compañeros del colegio le llevan regalos y le demuestran su cariño; pero Antoñito permanece triste: sabe que su futuro y sus sueños se han destruido. 

  Moraleja: no vayas más allá de tus posibilidades; lo que no puede ser  no puede ser. Y además, es imposible.

martes, mayo 14, 2013

CUANDO YO ME VAYA


Cuando yo me vaya lejos,
en busca del horizonte infinito,
dejando atrás heridas, alegrías,
amigos y enemigos,
sin otro bagaje que mi amor incomprendido.
Con el corazón abierto,
mostrando las múltiples heridas
que me hice a lo largo del camino.
Cuando llegue ante la fuente de energía
que a todos nos da vida
y me postre ante el Supremo Juez,
sin miedo a nada peor de lo que he sufrido
Y Él me pregunte qué deseo,
para que me sea concedido,
antes de arrojarme al eterno olvido.
Le diré que te ame como yo te amé,
que te cuide por muchos años
y te guarde un lugar preferente a su lado
Para que tu luz, ésa que tanto me deslumbró
y que hizo añicos mi corazón,
ilumine para siempre los espacios infinitos.

Juan Pan García
Registrado CA- 00286-2008


lunes, mayo 13, 2013

LA MUJER DEL TREN, escrito por mi amiga Genessis

Mi amiga Genessis es una argentina que vive en Italia. La conocí hace poco más de un año por azar, al pinchar en el enlace de un blog amigo. Desde entonces la sigo, atrapado por la belleza de sus textos. Es, además de excelente escritora, una bellísima persona: amable, simpática, cálida y respetuosa. Os invito a conocerla  visitando su blog: http://genessis-genesi.blogspot.com.es , del cual os dejo una muestra en el relato siguiente:

LA MUJER DEL TREN



(imagen tomada de la red)


Un puñado de caritativos vecinos va detrás del coche desvencijado que carga a la difunta. Don Simón, enjuto, calvo y tristón sabe que todos tuvieron compasión de ella, pero nadie movió un dedo para evitar tal desenlace, ni él se esforzó por impedirlo. Camina cabizbajo detrás del féretro con su sombrero de pana gris en mano. -“Esto tenía que terminar así”, retumba en su sien como un picoteo de pájaro carpintero mientras iba abstraído camino al cementerio. Desde lejos, al pie del barranco del arroyo Mburicaó, se avista la cruz mayor del camposanto. A medida que el minúsculo cortejo avanza esquivando malezas que se remolinan sobre los viejos rieles, jirones de escenas entrecortadas se suceden en su recuerdo.

Años atrás, una fría mañana de invierno, Abelardo, su compañero de trabajo en el ferrocarril, fue al templo La Piedad para estar en el bautismo de su primera hija. Llegó justo cuando el viejo abad benedictino decía: “Catalina, yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Abelardo, al escuchar esas palabras, se tomó la cabeza con sus esqueléticas manos y quedó exánime. Aturdido, no pudo dar un paso adelante porque sus ojos se perdieron en una tenue niebla oscura y creyó caer de bruces. Tragó una bocanada de aire y avanzó hasta el baptisterio para detener la ceremonia. Él había elegido para su hija el nombre de “María Esperanza”, pero llegó tarde. En ese momento divisó un pájaro negro estrellarse torpemente contra los descoloridos vitrales del viejo templo y le invadió un estupor. Un sudor frío le corrió por la sien y temió que el destino se ensañara con la vida de su hija.

La madre de la pequeña, con rasgos de gitana y apenas 26 años revela indicios de una demencia precoz. Desde el primer síntoma de su embarazo, intuyó que sería una niña y se obstinó en llamarla Catalina, como ella, su abuela y su bisabuela, quienes muy jóvenes, terminaron sus vidas en el hospital neuropsiquiátrico de Asunción, tras recorrer desquiciadas las calles de la ciudad y la ribera del río Paraguay.

La niña Catalina, endeble y mal nutrida, de ojos grandes pero de genio muy noble, quedó bajo el austero cuidado de la señorita Gertrudis, maestra jubilada y militante de la “Legión de María”, ya que la madre frecuentemente era hospitalizaba por sus disturbios mentales y Abelardo, maquinista de tren, sólo la visitaba cuando tenía día libre en el trabajo.

Cuando cumplió 15 años, Abelardo quiso ser un padre como todos. Encargó una fiesta en el Club social del Sindicato con el esforzado ahorro de cuatro años. Deseó atraer la mirada de la vecindad y de modo especial la de algún joven pretendiente. Tenía la secreta ilusión de asegurarle un esposo, pero sobretodo, quería sacarse de encima el peso recriminatorio de no haber sido un buen padre. La joven, tímida y recatada, admirada por sus virtudes muy pronto encontró novio. Abelardo cree que Roberto no es el mejor postor, pero, por lo menos aspira a ocupar un puesto en la Empresa Ferroviaria. La sexagenaria Gertrudis se sintió henchida de orgullo al casar a su criada, porque su temor era verla embarazada sin que nadie se hiciera cargo de ella.

Cada mañana, Catalina va a la Estación a esperar el tren que trae a Roberto y a recoger el bolso gris con ropas a olor de aceite y cigarro. Lava y plancha con mucho esmero, como la única obligación de su vida. Nunca faltó un manojo de pacholí en su enjuague para darle un exquisito aroma a la ropa. A la mañana siguiente dejaba en el mismo lugar, colgando en una de las oscuras ventanillas del viejo andén, ritual que repitió fielmente, desde el otoño en que se casaron.

No pudo finalizar un embarazo; una y otra vez los abortos se sucedieron sin alcanzar siquiera los tres meses. Las secuelas hicieron mella y su forma de ser se alteró como un maizal azotado por un viento huracanado. Se volvió taciturna. Empezó a descuidar su casa, las plantas del jardín ya no florecen, el gato se volvió huraño, y Pegy, el guardián, se mudó al vecino. Vagaba desaliñada por las calles a cualquier hora del día y comía del plato misericordioso de los vecinos. La gente veía repetirse en ella la triste historia de su familia materna.

Roberto ante tal situación, se acobardó. Sólo él sabía lo que decidió después de aniquilar su conciencia de hombre enamorado. Una noche llegó con una caja de regalo; era una muñeca con ojitos azules y cabellos plateados. Catalina, con una amplia sonrisa la apretó con ternura contra su pecho y no se separó de ella nunca más. Roberto no pegó el ojo en toda la noche por que el desasosiego le alteró el corazón y sintió un peso que le apretaba como piedra. Al día siguiente, antes del amanecer, la despertó sigilosamente de su inocente sueño, la amó con pasión y la hizo feliz. Bebió un café amargo y con un beso en los labios se despidió de ella. Catalina quedó tiernamente extasiada y asida enfermizamente a su muñeca, creyendo que mientras dormía la comadrona del barrio le devolvió la hija que había perdido. Desde aquel día, Roberto nunca más recogió el bolso. Desahuciado se trasladó a la frontera intentando sepultar su vida pasada, y para no desmerecer su creencia cristiana evitó ponerse una soga al cuello.

Pasaron años y Catalina acudía puntualmente a la Estación para esperar el primer tren de la mañana. No la detenía la intermitente tos que la aquejaba, ni la lluvia, ni la tormenta, ni la escarcha del invierno. Los transeúntes de la estación conocen el contenido de aquel bolso gris y nunca nadie osó tocar porque era el lazo de amor y fidelidad que unía a aquel matrimonio que ya no existía. Lasmalas lenguas le dijeron que Roberto había muerto en un descarrilamiento de tren en uno de los viajes hacia el Brasil. Ella lloró, prendió unas velas frente a una destartalada repisa de Santa Catalina de Siena, recuerdo de su abuela, y se vistió de luto, pero la noticia no cambió su manera singular de pasar sus días, ni las ansias de esperar el tren de cada mañana. 

Ayer, Catalina no regresó a su casa. Nadie supo exactamente qué rumbo tomó. Algunos vecinos la vieron juntar ramas secas en el Parque Caballero, sin precisar a qué hora, otros recuerdan su andar cansino y desorientado cerca del río. Ya entrada la noche, bajo una fría tormenta encaminó sus pasos a la solitaria y lúgubre Estación. Como un ermitaño penitente, se acomodó apaciblemente en un viejo banco de madera frente al ventanal desde donde siempre veía llegar el tren de las cinco.

Hoy, el tren venía echando humo y su silbido rompía el frío amanecer de mayo. Llegó y partió como siempre, pero Catalina ni se inmutó. Siguió en su postura inmóvil. Don Simón, con su mate en mano y una pava sobre el brasero para mitigar el frío del crudo invierno, la miró de reojo, más bien atento a lo que decía la radio: “En nuestra ciudad capital la sensación térmica es de seis grados bajo cero…”. La dejó que siguiera durmiendo, “total nadie clama por ella en su casa”, pensó.


Antes de salir el sol, se escuchó el pitar del otro tren, el que va a Sapucai. El vaivén de los transeúntes que hace chirriar el antiguo piso de madera y las carcajadas de las chiperas no despertó a Catalina. Entonces don Simón se acercó para darle los “buenos días”, pero no hubo respuesta. Cuando levantaron la fina manta que la cubría, sus brazos estaban asidos fuertemente a María Esperanza, su muñeca, y el bolso gris cargado con viejas ropas de Roberto, bien zurcidas y perfumadas.

Su rostro sonreía exangüe y gélido.



miércoles, mayo 08, 2013

LA PRIMAVERA


 Ha llegado el buen tiempo y antes de que llegue la avalancha de turistas y se saturen las playas y uno  no encuentre sitio ni para sentarse, es bueno aprovechar estos días primaverales de perfecta temperatura, (28º a las once de la mañana) ni mucho calor ni frío, para pasear con mi mujer por la arena y recorrer a pie   la Playa de Poniente  en Valdelagrana.
Esta larga playa de arena fina y amarilla es una de las pocas playas vírgenes del litoral gaditano protegidas contra la voracidad de  las inmobiliarias, pues a pesar de la enorme y continuada presión ejercida para construir hoteles y edificios, no han podido doblegar a los responsables de Medio Ambiente de  la Junta de Andalucía.
La playa  limita al norte con la urbanización Valdelagrana, a poniente con el mar y a levante con el Parque Natural de Los Toruños,  espacio protegida de aves acuáticas, camaleones, cangrejos y otras especies. Al sur limita con el río San Pedro y el término de Puerto Real.
Hoy me he dado el primer baño. El agua estaba buenísima y después de haberme mojado los brazos y el cuello me he lanzado al agua y no he notado ninguna impresión desagradable, al contrario: apetecía permanecer en ella.





Mi esposa se ha dedicado a recoger conchas finas de diversos colores para adornar algún tiesto de casa, tal como hace cada año.
La verdad es que las conchas bien limpias  quedan muy bonitas en un vaso transparente, así como en una bandeja

                                   
Bien lavadas, las conchas  se secan y se colocan para adornar objetos







jueves, mayo 02, 2013

PLANTAS DE INTERIOR, de ANA MONTOJO



La sigo en su blog desde hace cuatro años y la conocí en persona en el Encuentro de Poetas en la Red organizado por ella en Sigüenza en octubre de 2011.
Leer sus entradas en el blog es una gozada, de cualquier tema hace una obra de arte.  http://elhumociegamisojos.blogspot.com.es/
Es una mujer inteligente, culta y bella. Trabaja  en la Administración y compagina su trabajo de funcionaria con la corrección profesional de textos.
Su poemario "La niebla del tiempo" ganó el premio Blas Otero en 2010, y anteriormente, en 1998, fue galardonada con el premio "Carmen Conde" a su poema "Cuando vuelvas", incluido en el libro que os presento ahora:  Plantas de interior.

Ana  Montojo presentó su nuevo poemario «Plantas de interior» el pasado 18 de abril, en Santiago. Un libro en el cual se desnuda sin pudor


y nos muestra  crudamente y sin máscaras su fragilidad, sus miedos, sus decepciones, sus debilidades.... Es una mujer bella, muy castigada por  la vida o por los dioses, y su libro es estremecedor, sangrante. 

Todo ello  te llega al corazón y te desarma al verte reflejado en sus poemas, pues lo que hace Ana con maestría es descubrir la parte más vulnerable del ser humano.

Os muestro algunas páginas abiertas al azar. Pinchad sobre las imágenes para ampliarlas.





Me ha gustado mucho su libro y desde ahora estará entre los más selectos de mi biblioteca. Os lo recomiendo.