domingo, mayo 25, 2008

EL VIEJO


Una mañana de marzo, al pasar por el parque, decidí sentarme en un banco solitario de hierro
forjado, situado frente al Sol. Abrí mi periódico y me dispuse a leerlo y disfrutar de aquella mañana espléndida, bajo un cielo completamente vestido de azul.

Al poco tiempo vino a sentarse junto a mí un hombre mayor, cincuentón, y me preguntó amablemente:
– ¿Le importa a usted que me siente aquí?
– De ninguna manera, por favor, siéntese usted donde quiera- le respondí, creyendo que el hombre deseaba estar acompañado para mayor seguridad, pues el lugar era conocido por los atracos a personas solitarias y no era extraño, pues, que este hombre prefiriese estar a mi lado, a pesar de que había libres otros bancos soleados en el Parque de La Victoria.


– ¿Se ha dado usted cuenta de que ya estamos en primavera?- preguntó el señor- ¡Fíjese en los verdes brotes que despuntan en las ramas desnudas de los árboles! Y aquellos gorrioncillos recogiendo palillos, ramitas y hojas secas para construir su nido de amor. Y esas bandadas de aves que regresan de lejanos países, cruzando el cielo para poner sus huevos y criar de nuevo en las charcas y lagunas donde el pasado año anidaron,
¡Mire usted cómo empiezan a salir pequeños capullitos en esos rosales, y se multiplican las margaritas y las florecillas silvestres! Dentro de pocos días todo estará lleno de vida: los árboles, con sus frondosas ramas cargadas de hojas nuevas, darán cobijo a miles de pajarillos, que con su continuo cantar alegrarán los oídos del paseante; los rosales abrirán sus capullos de rosas y, en comunión con otras flores, crearán un paisaje de diferentes colores y aromas, donde las plantas competirán entre ellas para elegir a la Reina.
Sobre ellas se posarán las mariposas de distintos colores y tamaños; las abejas exploradoras buscarán el néctar para fabricar la rica miel, y con el polen con que impregnarán sus patitas y sus alas fecundarán a otras plantas al posarse sobre ellas…

¡Joder, así no había forma de leer el periódico! ¡Aquel hombre no cesaba de hablar y me desconcentraba! Yo le escuchaba por educación, pero ya me estaba dando el coñazo y pensaba en irme a otro banco. Luego desistí de hacerlo: se notaba que el señor vivía solo y aprovechaba las pocas ocasiones que se le ofrecían para hablar y desahogarse con la gente.

– ¡Qué bonita es la Naturaleza!- proseguía el hombre, muy a pesar mío- Dentro de poco saldrán al recreo los jóvenes del Instituto, y con sus gritos y sus juegos llenarán los ahora desiertos rincones y alamedas del parque. Algunos se sentarán en estos bancos y se intercambiarán besos de amor, se abrazarán y se harán promesas, mientras juntan sus mejillas y huelen el aroma de su piel. Y probarán el dulce sabor de sus labios frescos y llenos de juventud, besándose apasionadamente… ¿Hay algo más bonito que el amor?

¿Me lo pregunta usted a mí?– contesté, un poco intrigado por las observaciones de aquel hombre-. Pues no lo sé, según: para algunos quizás sea eso lo mejor; para otros, quizá sea más importante un bonito coche, o una casa. ¡Hay tantas cosas bonitas en las que soñar…! No sé qué decirle. ¿Y para usted, qué es lo más importante?

– Una muchacha, un ángel de cara preciosa, enmarcada en una larga melena azabache. Siempre viene vestida con unos pantalones muy ceñidos, y se sienta sola allí, en aquel banco de enfrente, y estudia en sus libros o toma notas en sus cuadernos. ¡Le juro a usted que es lo más bonito que he visto! Me tiene trastornado… Me da vergüenza hasta el decirlo, porque es una chiquilla de diecinueve años, pero aquí vengo día tras día para admirarla, si esa suerte tengo, que a veces no viene, y ese día me pongo enfermo…

–Oiga, ¿y por qué no se lo dice usted a ella? Yo por usted, hacerlo no puedo. Compréndame-le dije asombrado por su desfachatez.

– Como le dije antes, joven, lo más bonito es el amor; lo más malo, es llegar a viejo. ¿Cómo voy a decirle a ella que la quiero, que me paso los días esperándola y luego, por las noches, no duermo? Me tomaría por un loco, por sádico, o por un viejo verde, cuando la verdad es que, simplemente, la quiero… Estoy tan trastornado, que he llegado a escribirle una poesía, en la que expreso lo que siento… Aunque, más que el amor, expreso en ella mi sufrimiento.


– ¿Una poesía?- le pregunté asombrado- ¿Y se la dio usted?
–No, no… No me atrevo. Se mofaría de mí. No por las palabras que he escrito, que ya se las habrán dicho muchas veces, sino por ser yo el autor: un viejo
– ¿Y por qué no se la da?- dije yo- Eso la halagaría, estoy seguro. Además, el no ya lo tiene, ¿qué más puede perder usted por hacerlo?

El pobre hombre sacó de su bolsillo una vieja cartera y extrajo de ella un papel cuidadosamente doblado.
–Aquí la tengo. De vez en cuando la leo; otras veces, romperla quiero; pero no lo hago porque me quedaría sin nada: sin la niña, que no la tengo, y sin el papel, en donde están escritos todos mis sueños… Cuando dentro de poco, a las doce en punto, salga la chica al recreo, compruebe usted mismo si no es verdad lo que digo. ¡Es para volverse loco! Que en la primavera todos los árboles se renueven y den brotes nuevos, se vistan de ramas verdes y de hojas nuevas, que corra por sus troncos la savia nueva…, ¡y que no podamos hacer lo mismo nosotros, los viejos!

Cuando a la hora citada por el hombre comenzó a salir la multitud de estudiantes, terminando de pronto con la paz y el silencio del parque, ocupando los bancos, el césped, y corriendo tras unas pelotas, me llamó la atención una joven morena de ojos negros. Lucía un pantalón vaquero azul, ceñido a su bonito cuerpo, moldeado a un precioso trasero que movía sensualmente al andar… Llevaba bajo el brazo una carpeta de libros y cuadernos.
Supe enseguida que era la protagonista de esta historia. Era en verdad bonita. Me quedé mirándola, prendado de sus largas piernas, sus pequeños y firmes senos… ¡Y esa forma que tenía de andar, de mover su bonito cuerpo!

–Tiene usted razón, amigo: es preciosa, ¡un monumento!
Me volví para felicitarle por su buen gusto, pero me contuve al ver los ojos empañados de lágrimas del pobre hombre.

La niña se sentó enfrente, en uno de los bancos de hierro, cruzó las piernas, puso sobre ellas su carpeta y sacó un cuaderno. Comenzó a escribir, ignorando que la estábamos observando dos hombres: con admiración un joven; enfermo de amor, un viejo.

– ¿Por qué no va y le da su poema?-le dije para animarle un poco, pues, la verdad, me daba pena.
– ¿Usted cree?- contestó esperanzado.
– Inténtelo, ¿no la escribió para ella?- insistí.


El hombre se levantó del banco y con paso inseguro se acercó a ella y se sentó a su lado. La miró y con voz entrecortada, muy agitado, le dijo:
– Señorita: vengo observándola desde hace varios días, meses…, mucho tiempo, y el motivo de haberlo hecho, decírselo con palabras no puedo. Lo he escrito para usted y aquí se lo entrego. Léalo, por favor, y no se ría usted de mí, pues lo que escribo es muy serio.

La chica, sorprendida, tomó el papel cuidadosamente doblado de las manos de aquel desconocido, lo desplegó y comenzó su lectura, mientras el hombre la miraba tratando de adivinar, por sus gestos, la impresión que en la joven producía su poema.

– Es muy bonita. ¿La escribió usted?

El hombre asintió con la cabeza, mientras su corazón latía con tal fuerza y era tanta su emoción que parecía que le iba a explotar el pecho.

– ¿La ha escrito usted para mí?- le preguntó la joven mirándole directamente a los ojos-. Me siento muy alagada y, de verdad, se lo agradezco; pero comprenderá que yo no me tome esto en serio. Usted está pasando por un difícil trance, un mal momento… Es la edad, la nostalgia de otros tiempos. Aquéllos en los que siendo usted un buen mozo, un muchacho apuesto, recibía respuestas de amor a sus reiterados intentos. Ahora quiere demostrarse a sí mismo que aún es capaz de conquistar, que es un buen amante, en fin, que se niega a envejecer. Eso pasará, no se preocupe, les pasa a todas las personas de una u otra forma: a nosotras con la menopausia; a los hombres…, no lo sé, pero debe de ser eso. Guardaré su poema porque es bonito, y cuando lo lea me acordaré de usted; aunque no como usted quiere que le recuerde, sino como a un hombre bueno, un hombre que necesita afectos. ¡Gracias, señor!

El pobre hombre no decía nada. ¿Qué podía decir, si había metido la pata hasta el cuello? Ya no tenía remedio. Se sintió ridículo ante la bella dama, y de lo que ella dijo, la verdad, ¡no entendió nada!
La joven estudiante recogió sus cosas y se marchó hacia el Instituto, dejando solo, anonadado al pobre viejo.

No pude soportar la tensión del momento y me fui hacia el centro del pueblo. Al pasar junto a la puerta del Instituto vi el papel del viejo tirado en el suelo. Lo recogí.
Hoy, buscando unos documentos, he encontrado entre mis papeles la poesía que escribió aquel hombre hace ya tanto tiempo. Nunca más lo vi en el pueblo. Unos dicen que murió a los pocos días, atropellado por un tren; otros dicen que fue él quien se arrojó a la vía…
He cogido el papel en mis manos y leo:


EL VIEJO
¡Aquí viene mi niña!

Con su pantalón vaquero
y su carita preciosa,
sus ojos grandes, muy negros.

Ella es todavía una niña

y, para ella, yo soy ya viejo
pero al verla me hace sentir
algo muy fuerte por dentro.

Es algo que me quema
que me llena de sufrimiento
Ella es tan bonita...
y tan lindo su cuerpo...

¿Por qué nací yo tan pronto?
¿Por qué me hace sentir viejo?
¡Si mi corazón es joven!
¿Por qué no lo es mi cuerpo?

Bendita seas chiquilla
por hacerme sentir lo que siento.
Al verte, me siento joven,
y mi corazón late de nuevo.


Su mirada es inocente,
su sonrisa es… ¡de ensueño!
Su boquita, ¡qué preciosa!
Su cuerpecito, madre… ¡qué cuerpo!

Cuánto me gustaría besarla,
acariciar su carita, estrechar su cuerpo…
Pero es todavía una niña
y a su lado soy yo viejo.


Su cara es tan bonita,
y tan precioso su cuerpo,
que, aunque viejo, yo te digo:
Mi niña... ¡Cuánto te quiero!


Del libro "Nostalgia", Registrado en el RPI, de Cádiz, en 2005. Nº 1632
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martes, mayo 13, 2008

A LOS POETAS MUERTOS


En las jornadas culturales organizadas con motivo del 1º de Mayo en Puerto Real por el sindicato CAT, tuve el privilegio de escuchar un recital de poesía. Fueron media docena de poetas los que lograron emocionarme con sus versos.
De entre ellos, guardo este poema que su autor, Darío Perez Carvajal, dedicó a su abuelo, conocido como "El niño de las minas", un poeta de Algodonales silenciado por el franquismo, de quien Darío ha heredado su arte, su nobleza y sus principios.


A LOS POETAS MUERTOS

Le mataron por la espalda,
con una bala certera.
Pudieron matar al hombre

Pero no al poeta.

Quisieron callar las voces
que sembró por la alameda;
matar los cantares del pueblo
que al cantar llora su pena.


Pudieron matar al hombre
pero no al poeta.

Y volverán algún día
con cualquier excusa nueva
pues solo están acechando
con la mano en la escopeta.
Esperan que nazca la hierba
y cuando está bien crecida
con sus guadañas la siegan.

Pudieron matar al hombre
pero no al poeta

Pues bien,
¡Aquí está mi pecho¡
¡Aquí esta mi cabeza¡
o si venís cobardes, mi espalda
¡aquí están mis letras¡
que yo escribo con la sangre
de los hijos de la tierra.

Podréis matar al hombre
pero no al poeta



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jueves, mayo 08, 2008

UN HOMBRE DEL PUEBLO

Alguien ha escrito que nosotros, los humanos, somos como un prado en primavera. Un prado está poblado de millones de plantas diferentes: de hojas alveoladas o redondas, enhiestas como lanzas, o lacias como el cabello de las dulces princesas ensoñadas. Sus flores, variadas y perfumadas, impregnan de colores y aromas la campiña. Sus tallos pueden ser finos o espinosos, macizos o huecos. Distintas especies conviven en paz y armonía solidariamente. Observarlas es fuente de inspiración para pintores y poetas; conservarlas es vital para el planeta que las contiene. Y para todos los seres vivos.

Y, a veces, entre todas ellas, descubrimos una que nos llama la atención y nos obliga a acercarnos para estudiarla de cerca. Admiramos su forma, su belleza, ese toque especial que la ensalza sobre todas las que la rodean.

Sucede lo mismo con nosotros, los humanos.Nos cruzamos en las calles con millones de seres anónimos, a los que ni siquiera miramos. Trabajamos rodeados de personas que tienen distintas ocupaciones y salarios; vivimos en bloques de pisos, donde apenas conocemos a nuestros vecinos e ignoramos sus problemas, sentimientos y aficiones; pero aunque seamos diferentes, todos debemos colaborar juntos y unir nuestros esfuerzos para sacar adelante al país, a la empresa o el edificio en que vivimos.

Y, a veces, lo mismo que sucede con las plantas de los prados, uno de entre nosotros destaca por algo y todos nos acercamos para conocerlo, y nos quedamos embelesados admirando sus cualidades, sus conocimientos, sus obras… Y nos preguntamos: ¿Cómo es posible que existan personas así en nuestro entorno y no lo sepamos? ¿El amor al dinero, el afán de consumir, o de ostentar, nos vuelve tan egoístas, tan inhumanos, que nos empuja a ignorar a las demás personas?

Hace unos días, con motivo de Las Jornadas Culturales que organizó el Sindicato Autónomo de Trabajadores (CAT) de Puerto Real, asistí a la exposición de una colección de esculturas talladas en madera de Teca, y conocí al autor:

Manuel Losada Aguilar es un vecino de Puerto Real. Lo que hace lo ha aprendido solo,es por tanto autodidacta. Siempre ha estado interesado en el dibujo.Todo comenzó cuando, hace ya algunos años, se entretenía durante el tiempo de descanso en realizar figuras en corcho corriente, el mismo que se usa en los embalajes. Al ver lo que era capaz de hacer con aquel material desechable, sus compañeros de trabajo lo animaron a pasarse a la madera. El resultado está a la vista: animales, figuras humanas, relieves...
Este ha sido el segundo año consecutivo que participa en las Jornadas Culturales presentando sus obras. Ni que decir tiene que para mí ha sido un honor conocerle.

Manuel es un hombre que conduce una máquina elevadora, una carretilla mecánica de ésas que se emplean para cargar o descargar los camiones introduciendo unas largas uñas en los palés que contienen la carga. Manolo es un empleado más de los cientos que componen la plantilla de los astilleros de Navantia, en Puerto Real.Un hombre trabajador, humilde, amable, sonriente, servicial…

Y en sus ratos libres se distrae transformando tacos de madera en preciosas esculturas, usando para ello solamente sus manos y un formón. ¡Sus manos!




La mano es la herramienta del alma, su mensaje,
y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente.
Alzad, moved las manos en un gran oleaje,
hombres de mi simiente
.”


"Ante la aurora veo surgir las manos puras
de los trabajadores terrestres y marinos,
como una primavera de alegres dentaduras,
de dedos matutinos."


"Endurecidamente pobladas de sudores,
retumbantes las venas desde las uñas rotas,

constelan los espacios de andamios y clamores,
relámpagos y gotas."

"Conducen herrerías, azadas y telares,
muerden metales, montes, raptan hachas, encinas,
y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares
fábricas, pueblos, minas."



"Estas sonoras manos oscuras y lucientes
las reviste una piel de invencible corteza,
y son inagotables y generosas fuentes
de vida y de riqueza."

Miguel Hernandez.

MANUEL LOSADA, UN HOMBRE DEL PUEBLO, UN HONOR CONOCERLO.


jueves, mayo 01, 2008

1º DE MAYO

Hoy celebramos la fiesta del 1º de Mayo, Día de los Trabajadores, y en las grandes ciudades se verán grandes manifestaciones lideradas por CC. OO. y la UGT, los sindicatos más "representativos" de la clase obrera.

¿Representativos? ¿A quiénes representan?

Esos sindicatos ya no son lo que eran, y sus lideres lo saben; los trabajadores también.Por eso hoy la inmensa mayoría de trabajadores buscará el campo o la playa y pasarán de ellos.

Veamos: antes del 14 de diciembre de 1988, día de la 1ª y única huelga general promovida por la U.G.T contra sus propios compañeros del Gobierno socialista, a la que se unieron los demás sindicatos aprovechando el tirón, los sindicatos eran independientes: no dependían de nadie, se mantenían con las cuotas de los afiliados, con las que pagaban el alquiler de sus locales, la luz, los bogados y todos los demás gastos. Para ello eran necesarias las campañas de afiliación y concienciación de los trabajadores, se montaban casetas en las ferias en las que trabajaban voluntarios y cuyos ingresos se destinaban a cubrir los gastos de los sindicatos.

Para lograr la afiliación, los sindicatos debían demostrar que trabajaban a favor de los trabajadores, exigiendo mejoras salariales, seguridad en los puestos de trabajo, luchando para eliminar los contratos basuras y contra la eventualidad en el empleo. Precisamente la huelga del 14 D fue a causa del decretazo del Felipismo contra los trabajadores, rescatando la figura de la Empresa Temporal, el prestamismo laboral que Franco eliminó por ley en el año 1972. Sí, el Régimen de Franco consideró que no era válido que una persona se enriqueciera prestando a trabajadores a las empresas y obligaba a éstas a contratar directamente al personal necesario y hacerlo fijo en la empresa después de seis meses de trabajo.

¡Y ahora llegaban los que se disfrazaban de trabajadores llevando cazadora de pana y camisa abierta en los mítines a imponer de nuevo el prestamismo laboral!

De ahí surgieron los contratos llamados basura: contratos por horas, por días, por fines de semana… Y eso no lo podían aceptar los sindicatos si no querían desaparecer de la vida pública. Por eso Nicolás Redondo, el más honrado de los representantes de la clase obrera que ha parido madre, se enfrentó a sus propios compañeros y amigos del PSOE y les conminó a rectificar o paraba el país. Ésa fue la huelga general del 14 D, diez millones de trabajadores, el mismo número que habían obtenido en votos en las elecciones para alcanzar el Gobierno, fueron a la huelga y el Gobierno se sintió tocado.

¿Qué pasó luego?

“Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. El Gobierno de Felipe Gonzalez incluyó en los presupuestos del Estado unas sumas enormes para pagar las nóminas y gastos de los sindicatos; les concedió los antiguos locales sindicales del sindicato vertical franquista, y la gestión del dinero para los cursos de formación profesional.

De este modo, de un plumazo, el Gobierno felipista convirtió a los molestos sindicatos en colaboradores del Gobierno, en parte del sistema político que mantiene a la clase trabajadora en las condiciones actuales. Ya no son necesarios los afiliados: los ingresos proceden del presupuesto nacional. Da lo mismo que los afiliados sean cien que ochenta, que se den de baja o no; el dinero les llueve por otros canales. Ahora no deben preocuparse por pagar alquileres ni gastos de luz ni de personal, incluso se permiten contratar personas para impartir cursos. Todo eso se paga con dinero público.

Por eso ya no hay esas huelgas generales, por eso sigue la misma basura en los contratos, la eventualidad y la discriminación laboral. Ningún perro muerde la mano que le da de comer. Emulando el sistema castrista cubano, los Secretarios sindicales se pegan a sus sillones durante años (el de CC.OO de Jerez, lleva desde el comienzo de la democracia en el sillón).Lo controlan todo para permanecer en sus puestos. ¿Quién los elige?¿Quién los vota?

Y hoy seguramente veremos en los telediarios a los líderes de los grandes sindicatos al frente de las manifestaciones exigiendo cosas. ¿A quién le exigen? ¿Contra quién protestan, si ellos son colaboradores del sistema gobernante que causa la situación que obliga a la protesta?

Frecuentemente, los Sindicatos firman acuerdos sin consultar con los trabajadores en huelga y entonces se ve la distancia que los separa, como en el caso de los funcionarios de Justicia, en que firmaron acuerdos que luego nadie aceptó.

Un modo más interesante y más útil de celebrar el 1º de Mayo es el del Colectivo Autónomo de Trabajadores, un sindicato con presencia activa en los astilleros de Navantia de Puerto Real. Los pasados días 28 y 29 de abril, con motivo de la celebración de esta fiesta obrera, organizó unas jornadas culturales.

El primer día fue exclusivamente cultural: un recital poético, una exposición de esculturas de madera y una presentación de libro.

La segunda jornada ofrecía una tertulia de gran importancia social, cuyos ponentes eran experimentados profesionales de la docencia en Institutos de Enseñanza Secundaria y escuelas de FP. El tema a debatir era la Formación. Como sindicalistas, el CAT intenta dar una una respuesta a la pregunta:

Muchos cursos de Formación, pero… ¿Qué pasa después?

Lo que sucede después, todos lo sabemos: los organizadores cobran por hacerlos y los estudiantes siguen en el paro porque nadie los necesita.Entre otras cosas, se dijo en el coloquio que no hay comunicación entre las empresas y los que imparten los cursos; se da el caso de que una empresa necesite delineantes y los cursos que se están dando sean de soldadura; que se busquen técnicos empresariales y se den cursos de idiomas, y así por el estilo.

Pero no importa, los sindicatos y los ayuntamientos que organizan los cursos cobran por cada alumno, y eso es lo que buscan. El alumno, que se las apañe luego.

También se habló de lo que supone el intrusismo en la enseñanza por parte de estos organizadores de cursos: perjudican gravemente a la sociedad, al sistema educativo y a los mismos trabajadores que intentan reciclarse.

Una escuela de Formación Profesional dispone de los medios más avanzados para impartir enseñanza: locales, profesorado, máquinas y materiales. Un alumno de esos centros sale después de tres años perfectamente preparado para desempeñar una labor profesional en su especialidad en cualquier empresa nacional o europea. No escatiman medios personales ni materiales.

En cambio, los intrusos en los cursos de formación, alquilan un local y contratan a un monitor por dos meses y en ese tiempo pretenden que el alumno aprenda una profesión.

Se mencionó en el debate una ciudad en donde imparten cursos de calderería y como no disponen de talleres ni de planchas de hierro ni máquinas para cortarla y plegarlas, hacen los ejercicios con láminas de papel.

No importa que luego no sepan por dónde comenzar y que el empresario los eche a los diez minutos de comprobar lo que saben: el intruso ha cobrado por cada alumno del curso.

Y así nos va. Luego se extrañan de que la juventud esté desencantada, que no quiera trabajar, que no quiera estudiar, que pase de todo.

De eso nadie hablará hoy en las manifestaciones, al contrario: pedirán más cursos de formación.

Las intervenciones de los ponentes me parecieron muy interesantes, muy sinceras y realistas. Solo falta que las autoridades competentes en la materia las escuchen y tengan en cuenta.

La iniciativa del CAT de celebrar estas jornadas me parece genial, mucho mejor que la otra de ir dando gritos por la calle un día al año y luego olvidarse del tema. Por que los problemas seguirán ahí mañana.

Más vale que en vez de salir rutinariamente cada año tras la pancarta en las ciudades, los sindicatos se preocupen de defender los intereses de los trabajadores, de exigir a las empresas que todos los que demuestren capacidad para realizar un trabajo sean bien recibidos y cobren un salario idéntico al que cobran los trabajadores fijos que realizan ese mismo trabajo, y no decirle a los nuevos que llegan procedentes de un centro universitario o de F.P que como no tienen experiencia cobrarán el salario mínimo interprofesional. Hacer eso, los desilusiona, les hace perder la fe en ellos mismos y en la sociedad. Hay que incentivarlos y demostrarles que son necesarios, que las empresas cuentan con ellos para crecer y permanecer activa.

Yo creo que si una persona es capaz de realizar el mismo trabajo que otra, debe cobrar lo mismo. No importa de donde venga ni el tiempo que haya trabajado antes. Otra cosa distinta es que el aspirante al empleo no sepa trabajar, que venga de un curso impartido por intrusos: en este caso no sabrá desarrollar el mismo trabajo que los demás y se entendería que el empresario no lo valore al mismo nivel. Pero al que es capaz de realizar su trabajo bien, se le debe pagar lo mismo que a quienes reemplazan. Es corriente ver a ingenieros técnicos con un contrato de becarios y un salario de 9000 euros realizando el trabajo de personas que cobran los 30,000 mil euros anuales; es muy común contratar a una persona para reemplazar a un técnico que está de baja laboral , pagándole la tercera parte del sueldo del enfermo a pesar de realizar su mismo trabajo.Eso es lo que deberían impedir los sindicatos, eso es lo que no deberían permitir que ocurra en las empresas los representantes de los trabajadores.

En fin, un año más. ¡Viva el 1º de Mayo!