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sábado, septiembre 27, 2014

EL DÚO DE LA AFRICANA

  

Además de lo que se aprende en los cursos de Formación Permanente Para Mayores el alumno disfruta de viajes, actividades culturales y comidas de convivencia que nos alegran la vida.
Ayer, viernes 26 de septiembre, quedamos en la Plaza de Toros de El Puerto donde vino a recogernos un autobús para llevarnos al Teatro Villamarta de  Jerez, para ver "El dúo de la Africana", una zarzuela que se estrenó por primera vez en el Teatro Apolo de Madrid, el año 1893.
Mi esposa y yo llegamos al lugar de la cita con tiempo para tomarnos un café, habida cuenta de que en este país la puntualidad brilla por su ausencia.


A las siete y media estábamos delante del hermoso teatro jerezano. 


El edificio que se ve enfrente con cuatro ventanales  era antes un restaurante llamado "El Colmado". En él salón de la primera planta celebré yo mi banquete de bodas, el 7 de febrero de 1970.


Poco a poco la sala se fue llenando, hasta que se ocuparon todas las butacas, un lleno absoluto.


Hubo un tiempo en que se usaba  el Teatro Villamarta como sala de cine. La última vez que yo había entrado en ese teatro fue para ver el estreno de la película "El vaquilla".

La obra de ayer, " El dúo de la Africana", estuvo bastante bien, fue divertida y a veces nos reíamos con ganas; pero el hecho de que algunas canciones y diálogos fuesen en italiano, y a pesar de que aparecía escrita la traducción sobre el escenario, restó puntos a lo que pudo ser un enorme éxito.

La trama era simple: una compañía de teatro se prepara para  ensayar la obra mientras se dedican a contar los chismes de las aventuras del galán del teatro, el tenor, con la bella protagonista, la triple.
La joven está casada con el empresario y dueño de la compañía, quien alardea de lucrarse descaradamente del trabajo de los artistas sin coste alguno, pues no le paga a nadie. Pero su mujer, la bellísima vedette de la obra, está enamorada del tenor y se suceden escenas muy divertidas por los celos que siente el marido al ver el aprovechamiento del tenor, un donjuan que sólo desea tener una aventura sin compromiso, al mostrarse demasiado efusivo en los abrazos y besos que requiere el guión. El marido lo quiere despedir, pero es el único que consigue llenar el teatro y el negocio es el negocio. Hay un camello que cruza corriendo el escenario un par de veces, seguido por unos árabes que le gritan. Ya digo, fue divertida.

Son unas cuarenta personas las que trabajan en la obra, según se ve cuando salen repetidamente a saludar al final. El vestuario era espectacular.

Es una obra sencilla, de diálogos sencillos, previsibles, ante las escenas que se desarrollan en el escenario, todas ellas muy bien interpretadas. 
La música que  acompañaba la obra me gustó mucho. Al finalizar el director de la orquesta y el músico que tocaba el solo del violín subieron a saludar y cosechar  merecidos aplausos al escenario.

Pasamos pues una hora y media muy divertida, y seguidamente esperamos delante del teatro hasta que el autobús vino a recogernos.