“La luna en el sauce” es la historia de Manuela, que se inicia en 1905 en Lebrija, regalándonos una ingente cantidad de datos y experiencias personales que va desde la pérdida de Cuba y Filipinas hasta la Segunda Guerra mundial, pasando por nuestra sangrienta Guerra Civil.
No hay ningún personajes famoso del siglo XX, sea político, modelo, artista, pintor o torero que no tenga un hueco en la memoria de Manuela. Algunos por simple coincidencia en lugares y eventos; otros, porque marcaron su vida, como el torero Ignacio Sánchez Mejía, su primer amor y amigo de Federico García Lorca; Blas Infante, amigo de la familia, Sor Ángela de la Cruz, etc.
Las andanzas de Picasso y otros pintores en París que Manuela conoce gracias a una amiga íntima que fue modelo y amante del pintor, etc.
Manuela, madre de dos hijos que luchan en bandos opuestos durante la Guerra Civil narra la crueldad de Queipo de Llano y su sed de sangre, aniquilando media Sevilla. Nos descubre quién fue el fascista Ramón de Carranza y sus crímenes en Sevilla. Un hombre venerado hasta hace poco en Cádiz, donde fue alcalde y cuyo estadio y puente llevaron su nombre hasta hace unos meses. Nos habla de los nazis alemanes ocultos y protegidos por el Régimen en la costa Gaditana.
"La luna en el sauce" no es pues la novela que yo esperaba, con su introducción, nudo y desenlace. Es una biografía, un libro de historia contada de primera mano por Manuela, testigo y protagonista de los hechos relatados.
Como en todos los pueblos de la España de antes y después de la guerra, Manuela tiene experiencias de espiritismo, curanderas y brujería, que quizá algunas personas encuentren increíbles; pero para mí, aficionado a las Ciencias Paranormales, no representan ningún problema
“La luna en el sauce” me ha encantado. He aprendido muchas cosas y datos de mi país, incluso recetas de cocina y a fabricar jabón.
De fácil y amena lectura, lo recomiendo