HISTORIA


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Por eso el domingo 4 de julio, a pesar de que vivo a cinco minutos en coche de la playa, le pregunté a mi Carmen si se encontraba bien para ir a dar un paseo por la sierra de Cádiz y detenernos en uno de los llamados «Pueblos blancos» que aún no conocemos.
Le propuse Zahara y Setenil, y eligió el segundo.
Setenil es un pueblo situado a
Poco antes de llegar me encontré con un desprendimiento del firme en la estrecha carretera comarcal, que llegaba hasta el centro de la calzada. Sucedió el pasado invierno con las fuertes lluvias que produjeron inundaciones en Jerez. Han pasado seis meses y aún está esta carretera semicortada, con unas balizas que señalan el boquete, y que obligan a pasar de uno en uno. Curioso que en la capital se gasten miles de millones de euros en un puente que cuesta casi lo que vale la ciudad entera , y en fastos para celebrar el bicentenario de la Constitución de 1812, y no haya dinero para reparar un socavón de dos metros en la única carretera que conecta Setenil con el resto del mundo. Pobre del conductor que viaje por allí de noche y se despiste un segundo. Ignoro quién es el alcalde que permite eso en su municipio, pero es lo mismo: son todos unos mandados, obedecen a sus jefes de partido, que no viven ni pasan por la zona.
A ver cuándo se espabilan los paisanos de la sierra y se dan cuenta de que los políticos sólo se acuerdan de ellos unos días antes de las elecciones, y que piensan que los que viven en los pueblos sólo son unos paletos que no sirven para otra cosa que para recibir limosnas como el PER para que les sigan votando, y por tanto no tienen derecho a progresar ni a recibir educación como los Cádiz capital. ¿Dónde están el presidente de
Hacedme caso: cuando os pidan el voto, un buen corte de mangas y que se vayan a tomar por culo.
Pero bueno, a lo que íbamos: SETENIL
Al parecer, según los folletos informativos de Turismo, la conquista del pueblo, considerado casi inexpugnable, era fundamental para avanzar hasta Granada. El nombre SETENIL proviene del hecho que fue sitiado siete veces por los ejércitos cristianos hasta conseguir la victoria sobre los nazaríes. ¡Siete veces!, a contar desde los tiempos de Juan 1º de Castilla, hasta el reinado de los Reyes Católicos, siendo el 21 de Septiembre de 1484 el día de la victoria.
El Rey católico premia a sus soldados y concede a la villa
No son museos ni edificios históricos ni actividades culturales lo que se puede ver en Setenil; lo más interesante que el visitante puede hacer es recorrer el pueblo. Su encanto reside en el diseño de sus calles. La principal de ellas se inicia en la carretera y baja en elevada pendiente hasta el centro urbano y sigue luego pegada a la roca hasta el río, lo que le confiere una singular disposición a sus calles trasversales con diferentes niveles de altura.
En la parte baja los vecinos han aprovechado el hueco creado en la roca por el río para construir un tipo de vivienda que se diferencia de otras casas cuevas que he visto en Andalucía en que no excavan la roca, sino que se limitan a cerrar la pared rocosa y desarrollan una vivienda estrecha, alargada y alta (algunas he visto de tres plantas).
Como vi la calle tan estrecha y tan pendiente, supuse que el aparcamiento estaría escaso en el centro urbano. Dejé mi coche en la entrada, cerca de la carretera, y bajamos caminando para hacer ejercicio y, de paso, fotografiar las cosas de interés.
Mientras descendíamos, fotografiando y admirando la belleza del lugar, yo pensaba en el esfuerzo que supondría luego volver hasta el coche, pues el desnivel era considerable. La entrada al pueblo es fea: una calle con muchas pendiente con casas bajas y de dos plantas, como en todos los pueblos, y coches aparcados en fila de cualquier manera. Pero al llegar al centro urbano la cosa cambia: hay una plaza, y, al lado izquierdo, un estrecha calle en cuesta con un arco que da acceso a la iglesia y a los restos de la muralla árabe. Una vez arriba, hay una pequeña plaza con miradores a dos lados, desde donde se disfrutan de preciosas vistas del pueblo, de la sierra y de las casa-cuevas construidas en el fondo del tajo que tras millones de años de erosión ha construido el río Guadalporcún.
En la plaza había algunos restaurantes de gran calidad, pero pensamos que, si nos deteníamos a comer allí, luego no tendríamos ganas de visitar el pueblo. Y decidimos verlo todo primero y luego comer en algún lugar típico del lugar. Nos indicaron unos bares restaurante construidos bajo la misma roca, al fondo del pueblo, pegados al río. Y allá nos fuimos.
Bajamos por calles tan estrechas que el sol no llegaba a las aceras y se mantenían en permanente penumbra, con un frescor que se agradece en el caluroso mediodía de julio.
Impresionaba pasear por aquellas estrechas y escalonadas calles bajo un techo de roca, que nos conducía al río. Cruzamos un puente y pasamos a una calle de casas edificadas de tal manera que parece que sostienen ellas solitas la enorme roca que las cubre y las protege del sol y de la lluvia.
Llegamos a la zona de las tabernas típicas llamadas “De sol y de sombras” porque en unos pega el sol y debe de ser maravilloso sentarse en una de sus terrazas en invierno, resguardados bajo el techo de arenisca, y en los otros, como el que escogimos para comer, ofrecían una terraza extraordinaria para comer en verano
La diferencia entre estas tabernas y los restaurantes de la plaza estriba en que en éstos había comida caliente o fría a la carta, que ofrecían gastronomía típica local con un primero, segundo, postre, café etc. Y en donde comimos sólo tenían tapas y raciones de frituras. Pero ya estábamos hambrientos y muy lejos de la plaza para volver. Y nos sentamos.
Un entrecot de veinte cms de largo por diez de ancho y dos de grueso y casi crudo con patatas fritas de las que venden congeladas; un plato con diez croquetas de bacalao muy ricas; cuatro cervezas, dos cucuruchos grandes de helado de chocolate (no tenían otros), nos costó 25 euros.
Esta mañana he ido en mi coche a El Gastor, un pueblo muy bonito situado a unos
Había quedado con un vecino mío, un joven militar destinado en Madrid que había venido a pasar el fin de semana. El objetivo era visitar el Dolmen del Gigante y luego subir hasta la cima del monte Algarín, para hacer un video panorámico del paisaje que se contempla desde lo alto.
Pero mi joven amigo ha pasado la noche del sábado de fiesta y ha llegado a su casa a las seis y media de la mañana, y, con voz pastosa y compungida, me ha dicho algo así: «Lo siento, Guan, mentretenío un poquillo má de la cuenta, y creo que no va a podé sé»
¡Y yo que lo tenía todo preparado!
Durante la semana había tomado nota en los mapas del itinerario a seguir; había llamado por teléfono al ayuntamiento para informarme de si estaba permitido subir a los particulares sin guía del ayuntamiento. Supe que el acceso a El Gastor estaba cortado porque este domingo celebraban la fiesta del Corpus, y que debía desviarme por la circunvalación y dejar el coche en un carril a un centenar de metros del pueblo.
Así que a las ocho salí de casa yo solito hacia la sierra, y a las diez me hallaba subiendo a la montaña
La única señalización que existe del dolmen es un letrero a la entrada del camino de acceso. Es un camino con bastante pendiente que al principio está pavimentado, pero luego da paso a un carril de tierra erosionado por las lluvias.
El dichoso camino sube tan pendiente, que debía detenerme a cada instante para que las pulsaciones y la respiración no hicieran estallar mi tórax. Desde el cartel anunciador, situado a
A mitad de la subida me detuve a la sombra de un algarrobo para tomarme un zumo, pues lo necesitaba.
Llegué a una meseta donde había una cancela verde, tal como me había dicho el funcionario del ayuntamiento, la abrí y entré en la finca. Pasé junto a una alberca escondida entre frondosos árboles,
y seguí hasta una casa en ruinas;
luego rodeé la casa y me dirigí al lugar señalado por una cerca de alambres en cuyo interior se hallaba el dolmen del Gigante
Es el monumento megalítico más grande de la provincia de Cádiz, según presumen los gastoreños. A pesar de esta cualidad, no está protegido ni cuidado, y, según dicen, ha sido ya expoliado repetidamente.
El "Dolmen del Gigante", según dicen los entendidos, cuenta con unos 6000 años de antigüedad. En él se encontraron hachas pulimentadas, puntas de flechas y restos de cerámica.
Tiene unos ocho metros de largo, y está construido con pesadas losas de granito sobre pilares del mismo material. Le faltaba la penúltima losa y por allí me descolgué al interior. En aquel hueco pude estar de pie, pero para atravesarlo tuve que agacharme, pues no tendría más de metro y medio de altura. Saqué las fotografías del interior y salí caminando en cuclillas por el otro lado
Yo lo encontré mal cuidado, sucio, peligroso, pues estaba lleno de rendijas, entre las piedras, y proliferaban los yerbajos altos y espinosos en torno al monumento, donde bien puede esconderse una serpiente o cualquier otro bicho.
Al salir de la finca seguí un camino que debía llevarme a la cima del monte.
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Pero cuando había ascendido unos trescientos metros me dio por pensar que yo estaba solo en la montaña, que todos los gastoreños estaban de fiesta en la procesión, y que si me picara una serpiente o tarántula no me daría tiempo ni a sacar el teléfono móvil y nadie podría venir en mi auxilio.
Y regresé.
Si este lugar estuviese en Francia, les aseguro que estaría protegido y conservado en condiciones apropiadas para los millares de visitantes que sin duda alguna recibiría. Lo digo porque en las cercanías de París estuve en un bosque en el que había un dolmen, y había bancos y mesas entre los árboles para que pudiesen merendar las familias, pistas para pasear a caballo y en bicicleta, un hotel- restaurante y caminos con los troncos de los árboles señalados para evitar perderse.
El regreso fue mucho más fácil pero no menos peligroso, porque la pendiente me arrastraba y tuve que ir con mucho cuidado para no resbalar y caer.A las doce, estaba en la plaza en medio del gentío sacando fotos de las bonitas calles de El Gastor, engalanadas de jaras y geranios para la ocasión.
Pasé un día muy agradable, pues en el pueblo me encontré con una persona a la que quiero mucho y desde hacía dos años no veía. ¡Misión cumplida!
En mi juventud, visité un grupo de dólmenes en la Fôret de Rambuillet, no muy lejos de París, y vi como desde 1910 lo habían declarado monumento nacional y a todo el bosque "zona protegida".
Había una antigua y curiosa casa edificada junto a uno de ellos, donde vendían postales y recuerdos. Podéis verla aquÍ:
http://www.stleger.info/les72StLeger/region4/78.pierreardoue/78.pierreardoue.htm