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miércoles, noviembre 27, 2013

DIVAGANDO AL AMANECER



 Yo también soy filósofo. Y no es que yo haya realizado un curso acelerado para desempleados de la Junta de Andalucía, apañado iría yo con eso cuando el dinero destinado a impartirlo servía para comprar maletines de cuero de marca falsificadas en China y farolillos rojos para la caseta de mi sindicato en la Feria de Sevilla.

No, señoras y señores, mi título me lo ha otorgado la Universidad de la Vida, ésa que afirma que al que madruga mucho lo encuentra todo cerrado, que no hay más madera que la que arde, que los empleados se disfrazan según requiere la profesión: los albañiles que revisten con yeso las paredes interiores usan ropa y zapatillas blancas para disimular las manchas, los empleados de pompas fúnebres cosen sus labios para no reír, los camareras sonríen muy serviciales pensando en la cara que vas a poner luego cuando te vayan a cobrar, los dentistas se fuman un cigarro mientras te hace efecto la anestesia, dudando en si empastarte la muela o ponerte una nueva, las damas del Congreso siguen oliendo a mierda a pesar del Yves St Laurent, y sus colegas apestan con sus trajes de  Armani y oliendo a Barón Dandy.


Y es que la suerte se ha ensañado conmigo desde muy chico, y si algo tengo que agradecer a Dios, aparte de darme la vida, es que haya sido a través de mi madre y no por mi padre pues ¡ menudo problema a la hora de mamar! 
Ella siempre me comprendió y defendió como una loba ante mis detractores. A pesar de haber dado a luz ocho hijos era yo el preferido, su Juanito, su niño chico. Y fue así hasta que me casé y ella vio el cielo negro y sus proyectos de vivir a mi costa se truncaron:"No lo hagas hijo, que sufrirás mucho: tú no vales para eso", me decía. Y me casé. Desde aquel día se le puso una cara de candado que jamás se pudo quitar.
Y es que lo que soñaba ella no podía ser, que las cosas significan algo y los autobuses circulan en orden, como el metro y el tranvía; los curas ejercen de pederastas o puteros como Dios manda, exigiendo sumisión a las feligresas, y el Papa viaja en jet privado de un mundo a otro pidiendo dinero para las negras de las misiones y luego no les concede ni que usen condones. En un mundo en que todo funciona a dedo o por enchufe, el santo Padre les recomienda a las creyentes que usen ambos.
Y un enchufe es lo que vino a pedirme un compañero de trabajo cuando yo era Secretario Local del Metal por CC.OO y presidente del Comité de una empresa de mafiosos que funcionaron bien mientras hubo subvenciones y cerraron cuando cerraron el grifo de la liquidez. A todos nos pusieron de patitas en la calle y los jefes pasaron a ser funcionarios de La Junta. Hoy se comportan como señores, disfrutan de una buena cuenta en el Santander y un hermoso chalet en los mejores barrios residenciales de la ciudad. 
– ¡Pero cómo te voy a echar una mano a ti si a mí me tienen agarrado por el cuello! El Jefe ha pedido firmas para echarme y todos han firmado, incluso tú — le decía yo al Manuel, así se llamaba el compañero.
— Pero no te han podido echar porque la Ley lo prohíbe. Hombre, no te lo tomes así, es que si no firmaba... Que sí, Juan, que a ti te respetan en la ciudad, y puedes ayudarme: hay doscientos candidatos para una plaza de Celador en el hospital. Estoy seguro que si tú hablas por mí con el Director me coloco allí.
Y así fue. "Que venga a trabajar mañana"— me dijo el menda.

Pero cual no fue mi sorpresa al verlo al mes siguiente en el parque vendiendo pins, llaveros y collares hechos a mano. al ver mi cara de asombro ( no es una cara cualquiera: ojos desenfocados, boca abierta y babeante, orejas echadas pa lante y nariz torcida de tanto husmear el aire), se deshizo en excusas:
— Chiquillo, que aquello no era lo mío; que yo creía que mi trabajo consistía en llevar enfermos en camilla de un lado para otro, en ayudar a subir y bajar a los inválidos que acuden en ambulancias al hospital, y de paso a ligar con las enfermeras... Pero no, niño, que era otra cosa: las ambulancias venían a veces cargadas de cadáveres, algunos con las tripas fuera, la cabeza bajo el brazo y las piernas al revés. Desde entonces no me quedan ganas de mirar a las tías, tío, con lo que a mí me gustaba mirarles el trasero: que no sabes tú lo que es verlas mirándote fijas desnudas con los senos aplastados o abiertos, y el sexo reventado... O los tíos medio rotos a piezas con su miembro colgando a un lado de la camilla y yo tener que sujetarlo para no perderlo por si el médico intentaba coserlo. No tío, no, prefiero trabajar sin amo vendiendo lo que pueda a aguantar esa vida de esclavos negros. Y es que la vida es eso, no se puede tener todo y el que lo tiene vive a su modo, por eso las eléctrica nos suben la factura cuando más nos cuesta subir la cuesta, valga la redundancia, que por eso en invierno
hiela en La Mancha, donde hace un frío que no se puede aguantar, aunque allí mande la Cospedal, o tal vez por eso ella tenga algo en el labio que incite a darle un beso; pero no, ¡puaf! Antes me la corto, si es que me la encuentro, pues con tanto frío un GPS voy a necesitar, que mi niño cuando hace huelga no presta ni servicios mínimos. Bueno, pues como les decía... ¿Decía algo?¡Ah, sí! Pues eso.

2 comentarios:

  1. divertido y terminas cantinfliando, eso me gusta.

    Un gusto saludarte y Hasta pronto

    Mario

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  2. Yo creo que si le das un beso a la Cospedal se te helará el corazón.
    De miedo y de asco.

    Saludos.

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