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lunes, septiembre 26, 2016

EL CONTRATO DEL SIGLO

Comienza en serio el Curso de Creación Literaria con el ejercicio de hoy: Contar una historia, algo que se nos haya quedado marcado en la memoria.
Durante las dos horas que dura la clase, hemos salido al estrado catorce víctimas del profesor Juan Rincón, quienes con toda naturalidad,  y sin leer nada, hemos contado nuestra experiencia. Algunas historias salen a la luz por primera vez, en primicia para la clase.
Mi relato ha sido " EL CONTRATO DEL SIGLO"





















 Y al llegar a mi casa me esperaba esta deliciosa comida: Salmorejo y tortilla de patatas. Tengo una esposa que vale lo que pesa en oro. ¡Pero no está en venta!


EL CONTRATO DEL SIGLO

 Sucedió en 1980
Yo trabajaba en la CN de Cofrentes, en Valencia, y el contrato estaba a punto de finalizar. La situación laboral en España empeoraba a diario. Con medio millón de parados saltaban las alarmas y se escuchaban ruidos de sables. Fue por aquellos días que llegó un ingeniero gallego al hostal en que nos hospedábamos en Cofrentes y nos ofreció ir a trabajar a Sudáfrica con unas condiciones inmejorables en aquellos años: 350, 000 pesetas ingresadas en nuestra cuenta cada mes, manutención y alojamiento gratis, un mes de vacaciones pagado en España cada seis meses y 17 dólares diarios en mano para tabaco u otros gastos.
No menos de 200  trabajadores de la central nos apuntamos para ir.
                                                                                                                          
Pero...
Siempre hay un pero.
Había que demostrar nuestra capacidad profesional y conseguir el certificado  de homologación de la aseguradora Lloyds Register, sin el cual nadie podía trabajar en aquella gigantesca obra. Era el  mismo certificado que teníamos para trabajar en Cofrentes, pero no valía para Sudáfrica.
Comenzaron los listillos de siempre a vanagloriarse y hundir a los demás:
"La prueba es dificilísima, están rechazando a los mejores profesionales de España. Solo tres o cuatro de nosotros saldremos aprobados por haber trabajado antes en Holanda y EE.UU realizando esos mismos trabajos."
"Hay que hablar ingles o Afrikaans, pues de otro modo no aguantarás  allí y querrás regresar a España. Y tendrás que pagarte el viaje, pues  la empresa te descuenta los viajes ida y vuelta si no cumples el contrato".

Dos meses más tarde, ya en el paro,  dos compañeros valencianos fueron citados a Madrid a hacer la prueba y me ofrecieron de acompañarles en el coche para compartir gastos:
" Como no tienes nada que hacer, vienes y así tu ves qué es lo que exigen y luego decides". Era a principios de diciembre.

 Salimos a las cinco de la  madrugada de Valencia para estar a las diez en el lugar del examen, el Instituto Politécnico Virgen de la Paloma.
El Inspector tenía una lista de las personas citadas y mis compañeros entraron Yo me quedé en la puerta del taller.
Cual no sería mi sorpresa cuando el inspector inglés que examinaba a los soldadores al verme allí esperando me preguntó si quería examinarme. Le dije que sí.
Nos pusieron tres tubos a cada uno en habitaciones separadas para soldarlos siguiendo la normativa que exigían. Mis compañeros se asomaban a ver como yo lo hacía riéndose, completamente seguros de que solo ellos aprobarían.
A  las cuatro de la tarde regresábamos por la N III a Valencia. El resultado no lo sabríamos hasta la semana siguiente, pues habían de radiografiar, y comprobar la dureza, elasticidad y resiliencia de las soldadura que habíamos realizado.
Se nos hizo de noche a mitad de camino. Al pasar por algunos pueblos de ciudad Real, veíamos montones de quesos apilados delante de las fábricas. Decidimos para y coger rápidamente un queso cada uno y salir corriendo. Lo hicimos.
"Estaban muy fríos, normal: están fuera en la calle", pensé.
Cuando habíamos recorrido unos cuantos kms paramos a tomar café en un bar y entonces nos dimos cuenta:
Eran de hormigón, pintados del mismo color que los quesos originales y llevaban su etiqueta y todo.
Nos quedamos pasmados. Luego nos hartamos de reír.
Normal: ¿quien iba a dejar de noche una montaña de queso abandonada en la calle?
A la semana siguiente regresé yo solo en mi SIMCA 1000 a Madrid a recoger el certificado y firmar el contrato. Los otros dos habían fallado el examen.

El día 9 de enero de 1981, subí con 300 trabajadores  más  al avión que nos llevaba a Johannesburgo.


2 comentarios:

  1. Muy bien relatado lo del día de hoy Juan. Nos hemos reido mucho. Felicita a Carmen porque ese salmorejocy esa tortilla tienen muy buena pinta.

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    1. Muchas gracias, Margary por pasarte por este rinconcito. Sabes que valoro mucho tu opinión y te aprecio mucho. Felicitaré a Carmen de tu parte. Un beso.

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