¡Buenos días, amig@s!
Después de una noche calurosa, debemos prepararnos para un día de intenso calor. Aquí en El Puerto llegaremos a los 35º, según las previsiones oficiales. Peor lo están pasando en otros lugares; los errores se pagan.
Me refiero a que en la década de los 80 y 90 los gobiernos locales, regionales y el de la nación apostaron por el turismo como fuente principal de ingresos, cerrando fábricas e industrias, dejando a cientos de miles de obreros especializados en el paro y promocionando escuelas de hostelería. De tal forma que se llegan a ver a especialista metalúrgicos, a ingenieros y otr@s licenciad@s ejerciendo de camarer@s.
El programa fue un éxito total, y los turistas acuden en masa inundando las ciudades y playas y copando los hoteles y pisos en alquiler de tal forma que en ciudades de veinte mil habitantes han duplicado su población y ahora vemos en los telediarios que no hay agua para todos, que a mayor demanda los precios de los alimentos y hospedaje suben desmesuradamente, y que hay alcaldes que piden a los lugareños “que no salgan de casa para dejar paso libre a los visitantes”. ¡OLE ahí ese alcalde! Entrega todo un pueblo a los turistas que dejan dinero en sus comercios, mientras a sus votantes les queda el dudoso honor de pagar el coste de la limpieza y el de las infraestructuras. Se lo tienen merecido por haberle votado.
Estas cosas tranquilizan mi conciencia de no haber votado en ninguna de las últimas elecciones, sean locales, regionales, nacionales y europeas, pues ya sabía yo por experiencia, que esta gentuza solo piensa en sí mismo y no en los ciudadanos que les votan. Que sirva de lección a quienes están sufriendo cortes de agua y saturación desmesurada en lugares públicos.
En otro orden de cosas, os informo que el viernes pasado, como hacía cada día, di de comer a mi pichoncito y sobre las nueve se fue volando y no ha regresado, poniendo punto y final al proceso de construcción del nido, puesta del huevo, nacimiento y crianza del pajarito.
Por un lado me siento feliz de que se haya emancipado; por otro, siento nostalgia de su presencia. Me preocupaba cómo iba él a defenderse de las rapaces que veo cruzar la plaza, de su alimentación y de la aceptación en la bandada de palomas que habitan la barriada. Pero me reconfortan las palabras que dirigió el Gran Maestro a sus apóstoles, plasmadas en La Biblia, el libro más vendido del mundo:
“ No os preocupéis por el día de mañana ni de qué vais a comer y donde dormir; fijaos en las aves del campo: ellas no siembran ni cultivan ni se hacen ropas ni construyen casas; pero os aseguro que no les falta de nada: El Creador sabe qué necesitan y lo provee, y ni el rey Salomón vistió con ropajes tan bonitos como sus plumajes”. Evangelio de S. Mateo, cap 6. Vers. 25—34