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jueves, diciembre 01, 2005

NAVIDAD, DULCE NAVIDAD.


  Faltaban unas horas para la Nochebuena.Las luces del escaparate de la tienda más importante de la ciudad destacaban sobre el alumbrado de la calle; el interior de las grandes vitrinas estaba lleno de juguetes y regalos; una música pegadiza se escuchaba por los altavoces, situados en la cornisa que cubría totalmente la acera a todo lo largo del escaparate.Sobre ella, con letras grandes e iluminadas, se leía: ¡Feliz Navidad!
  La canción navideña, acompañada de campanillas, panderetas y zambombas, se escuchaba en toda la calle:

¡Parrampín, parrampín parrampíaaaaa!
¡Parrampín, parrampín parrampánnnnn!
Que en Belén, con José y María
Hay un niño en el portal…

  En un lado, junto a la entrada del establecimiento, una estrella de luces atraía a los paseantes hacia un Belén viviente: José le daba paja al burro; María amamantaba al niño Jesús, que movía las manitas nervioso porque, quizás, la leche de la madre no llegaba con la cantidad que él deseaba.Frente al cristal del escaparate, varios padres con sus hijos miraban sonrientes y emocionados la escena. Entre ellos estaba Laura, una niña de ocho años, que cogida de la mano de su madre sonreía y señalaba al niño Jesús, que pataleaba cuando se le escapaba el pezón del seno de María.
  De pronto, un niño de diez años, de tez oscura, vestido con un chándal del Real Madrid y con un ramo de claveles rojos en la mano, se acercó a la niña y le dijo:
  –¿Tú comprar uno? Sólo me quedar este ramo para me poder ir a casa con padres.
  La niña lo miró; vio como temblaba de frío; tenía las manos moradas y los labios cortados por el viento glacial que soplaba en aquella calle. Laura sacó un pequeño monedero de su bolsillo y le dio un Euro al niño a cambio de una flor. El chico le dio las gracias y se fue a ofrecerle otro clavel a una señora que estaba mirando sola el Belén; pero ésta le dijo que no quería nada. El chico continuó ofreciendo sus flores a otras personas por la acera.
  –Mamá  –dijo la Laura–, ese chico no puede irse a su casa hasta que no venda todas las flores. Aún le quedan muchas… ¿Tú puedes comprarle algunas más para que él pueda celebrar también la nochebuena con su familia?
  Y la madre, enternecida por el corazón tan bueno de su niñita, llama al chico y le compra el ramo de claveles. El niño miró a la niña y a la madre, y les dijo:
  –¡Muchas gracias, muchas!
  –Feliz navidad  –respondió la niña.
Madre e hija se fueron caminando hacia su casa, contentas de haber hecho una buena obra: esa noche el niño también cantaría villancicos al lado de su familia.
Los altavoces continuaban proclamando la música del villancico. Antes de volver la esquina, Laura se volvió para ver por última vez las luces de la tienda, justo en el momento que un hombre grande y fuerte, de unos cuarenta años, le arreaba un tortazo al niño, que se cubría la cabeza con los brazos, y le obligaba a coger en sus manos otro ramo de claveles. La niña tiró del brazo de su madre, mientras un grito se le escapó de la garganta:
  –¡Mamá, mira!
  Vieron al niño ofreciendo una flor a una señora, vigilado desde la acera de enfrente por su padre, que se apoyaba en la pared mientras fumaba.
  La música continuaba, ajena al drama:
¡Parrampín, parranpín, parrampía…!
¡Parrampín, parrampín, parrampán…!
Que en Belén, con José y María
Hay un niño en el portal…

  La mujer le puso la mano en el hombro a su hija y le dijo:
  Vamos, cariño. No podemos hacer nada. No podemos evitarlo...
Laura miró de nuevo al chico y, con los ojos bañados por las lágrimas,musitó:
   ¿No podemos, mamá? ¿De verdad no podemos?

4 comentarios:

  1. Anónimo9:05 p. m.

    Hola Juanpan:
    Antes de nada te doy mi correo
    esclavascreciente@hotmail.com
    Para lo que quieras, allí estaré.
    Me hizo gracia lo de esclavasfloreciente, me reí un montón.
    Te dejé un pequeño comentario en el foro sobre éste relato, pero no quise extenderme mucho porque quería venir por aquí.
    A veces tenemos una venda no en los ojos, sino en el cerebro. Pensamos que en Navidad todo es bonito, la paz y el amor reinan y no es posible que ocurra nada malo. Supongo que en realidad acontecen tantas calamidades como el resto del año o más, con eso de los accidentes de tráfico. La gente muere , hay malos tratos, separaciones, peleas.... Pero también nacen niños, hay más solidaridad y más tolerancia...
    En realidad, con la excusa de crear una Navidad mágica para nuestros niños, la mayoría nos lanzamos a un consumismo idiota. Y digo yo, si de Paz y Amor se trata,¿dónde lo venden?
    Un beso

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  2. La pregunta que hace la niña del cuento,¿se puede contestar?¿Cómo?
    Muchos creen que por darle el dinero al mendigo se soluciona su problema; pero ¿es así? Ya vemos que no, que luego le dan otro ramo de flores y el chico continúa como antes... El problema es que el niño está sufriendo una explotación descarada por su padre. Vemos esto diariamente en todas las ciudades: niños limpiando parabrisas en los semáforos; vendiendo flores en las aceras y los parques públicos; trabajando en las atracciones de las ferias, ect... Y la mayoría de las personas les da algo, una moneda,un litro de leche ... Pero eso no soluciona nada: el niño continuará haciendo su trabajo.¿Has oído hablar de los Derechos del Niño?¿Por qué no obligamos a sus padres a que los respeten? En lugar de dar dinero y que la explotación prosiga, podemos llamar a la policía y denunciar a los padres.La ley es muy severa con los explotadores de menores, y si hay que retirarles a sus hijos y acogerlos en centros especiales, que lo hagan.Si hay que expulsar a los padres a sus respectivos países que lo hagan.Los que en sus lugares de nacimiento pasaban hambre y vienen a buscar un trabajo digno y una educación para sus hijos hacen bien en hacerlo; pero para engañar, estafar, robar y usar a sus propios hijos para conseguir el dinero, más vale que se cambien el chip o que sufran las consecuencias.

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  3. Maravillosas fechas para todos estos aprovechados. No hace mucho vino uno a mi casa con su madre les ofrecí comida un bocadillo para comer in situ...pero no solo querian dinero posiblemente para que ese de enfrente que se pudiera inflar de vino...No cambian por que no hay una administración que los sepa tratar, como no hay de donde chupar esta los deja a su aire...Los derechos del niño como todo depende..
    Un abrazo

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    1. Una experiencia parecida la tuvimos en casa hace algunos años: Llamaron a la puerta y había una mujer que pedía una ayuda para darle de comer a sus cinco hijos. Yo estaba cortando jamón para los entrantes de la cena de Navidad y cogí seis panecillos y preparé seis bocadillos de jamón los me´ti en una bolsa y se los dí. La mujer siguió pidiendo en cana una de las veinte puestas del edificio en que vivo. Y al salir arrojó en el hall de la entrada mis bocadillos y otros alimentos de los que le habían donado. Solo quería dinero. Muchas gracias por tu lectura y por dejar tu huella, amigo Cristóbal.Un abrazo. Feliz Navidad.

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