sábado, diciembre 16, 2006

VOLVER A VIVIR



Aquella figura de mujer, de cerámica fina, representaba toda una vida de sueños amorosos.
La tenía en un pedestal y la cuidaba con esmero.
En la oscuridad de mi cuarto observaba los rayos de la luna acariciar sus sensuales curvas, mientras ella sonreía y me llamaba para entregarme su secreto. Mi ilusión volaba en el espacio con ella y mi cuerpo se retorcía de deseo y placer al experimentar los más refinados juegos amorosos.
Durante el día tenía miedo de lo sucedido durante la noche y mi ego me atormentaba, acusador, cuando miraba la estatua sobre el mueble. “Es una quimera”, me decía una voz, muy bajito, en algún recóndito lugar del cerebro. Y me avergonzaba de haberla tenido en mis brazos.
Pero luego volvía a poseerla, cuando la luna aparecía por la ventana. Ella susurraba hermosas frases que me empujaban a dejarle un lugar en mi lecho y sus labios derramaban el fruto de mi pasión sobre las sábanas cálidas. Se convirtió en el recipiente de los más hermosos sentimientos, de placeres ocultos y de sueños que acudieran a mi atribulada mente.

Me encerraba en mi habitación y no estaba para nadie. “¡Está loco!”, decían a mis espaldas los que ignoraban el hechizo que me mantenía pegado a mi amada. No creo que hubiera mujer más bella en la faz de la Tierra, ni que supiera hacerme gozar tanto como lo hacía ella; era mi musa, mi ídolo, mi amor y mi vida.
Le hablaba de mis cosas, de mi familia, de mis proyectos; escuchaba su dulce voz en mi interior, zalamera, insinuante y desvergonzada, reclamando caricias y sexo.

Esta mañana la he visto tirada en el suelo completamente rota. Sus miembros, despedazados, esparcidos por el suelo.
Entonces me di cuenta de que su belleza sólo era superficial: por dentro sólo vi barro cocido. Me di cuenta del error en que había vivido, del tiempo que había perdido envuelto en la cruel falacia, y con rabia cogí una escoba, recogí los restos y los arrojé a la basura.
Hoy comienzo a vivir de nuevo.

2 comentarios:

  1. Que difícil es a veces darse cuenta a donde nos arrastran los sueños. He pasado del pasmo a la liberación con tu relato, muy buena forma de deshacerte de algo, que era más un problema que un placer. Me gusta eso de barrer de un plumazo.
    Abrazos mil.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué sorpresa, Merceditas, tú por aquí leyendo relatos tan viejos!
    ¡Me encanta! Gracias por estar siempre. Un beso

    ResponderEliminar