ESTEBAN
ZACARÍAS DE MIGUEL
Eras callado, alegre y servicial.
Te divertías
escuchando a los demás y, al menor problema, estabas allí prestando ayuda. Nunca te podré
olvidar.
El día diez de junio te fuiste de
improviso, sin decir nada, sin avisar, dejándonos a todos sin palabras, con el corazón partido
y el alma en lágrimas.
Solo me queda decirte, amigo
Esteban: ¡Gracias!
Que estés
donde estés, te recordaré siempre como mi mejor amigo, un gran deportista, que caminaba
aprisa recorriendo valles y montañas los fines de semana; recordaré cuando
coincidíamos en los encuentros poéticos, o comiendo juntos y paseando en la playa.
Todavía
funciona como el primer día la linterna que me regalaste para el coche,y el
paño de seda para limpiar mis gafas.
Como sucede en las mejores familias y grupos, algunas diferencias
tuvimos, malentendidos que se aclararon con el tiempo y se olvidaron .
Solo queda en mi corazón todo lo
bueno que compartiste conmigo,
Consciente del vacío que deja tu
ausencia en tu familia y en tus amig@s,
espero que nos ayudes desde ahí arriba, a la espera de nuestra inevitable
llegada para brindar juntos por el camino recorrido.
Descansa en paz, buen amigo.
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