Me sentía nostálgico, la ansiedad me consumía. Busqué en un cajón y encontré una pastilla. No estaba caducada y me la tomé. Media hora más tarde me sentía mejor. Fue entonces que noté su presencia y me giré a observarla: ¡Era una joven espectacular!
Ya apenas la recordaba, hacía varios años que no la había visto así, tan bonita, tan joven y decidida.
Me paré a observarla detenidamente: había engordado, eso era evidente, también había aumentado hasta el doble la estatura de la estatura que tenía última vez que la vi. Su tez sonrosada, lisa y brillante aun sin maquillaje, me encantaba; su cabeza, ovalada y erguida sobre un elástico y cimbreante cuerpo, ponía la guinda a esa maravillosa criatura que otrora tanto placer me regalaba.
No hay duda, debo reconocerlo: la pastillita azul hace milagros.
© Juan Pan García
No hay comentarios:
Publicar un comentario