¡Buenos días, amig@s! Estamos a mitad de semana, y lo siento por quienes han venido a disfrutar de ella por vacaciones. Tranquilos, no es nada personal, es el sistema. Todo se acaba, lo bueno y lo malo, y a ustedes les ha tocado ir pensando en el regreso a casa recordando el privilegiado clima de este lugar y dejando para los empleados públicos, que pagamos los ciudadanos locales, el recoger las toneladas de basura que cada amanecer aparecen en nuestras playas. ¡Y éstas no son excrementos de perros!
En fin, la vida sigue independientemente de la educación urbana y respeto que cada cual tenga por los demás, y la Naturales y el Medio Ambiente.
Ayer, la Bahía de Cádiz fue la protagonista: en cada una de sus ciudades costeras pasearon en barco a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, lo cual produjo el lleno de bares y restaurantes del entorno y no se podía ni reservar mesa.
En otro orden de cosas, mi pequeño pichón sigue creciendo entre mis macetas. La madre ya no se queda quieta las 24 horas sobre el huevo y el polluelo. Ahora pasa más tiempo buscando comida en el campo para traérsela a su hijito, que en el nido.
En solo una semana, mi pequeño okupa ha duplicado su tamaño, y pienso que en dos semanas más ya se habrá ido con la madre a conocer mundo, si antes no se cae a la calle y la «generosidad» de la gente y sus mascotas no acaban con su vida. Yo le he puesto una pequeña red enfrente para que lo retenga en caso de que se resbale por la pendiente del alféizar; pero no confío mucho en ella porque la madre, al entrar y salir, la pisa y baja la altura de protección.
En fin, tampoco puedo hacer mucho más porque si la paloma nota que estoy manipulando su espacio es capaz de irse y abandonar al polluelo.
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