¡Buenos días, amig@s!
Finalmente, ayer fuimos al cine y elegimos la película Objetivo Washington en vez de la española A quien a hierro mata; las tres últimas películas españolas que vi en el cine me defraudaron y prometí no volver a ver ninguna más.
Bueno, a lo que íba: antes de entrar al cine me leí como hago siempre las criticas de los profesionales de Cine, los que ocupan las páginas de los periódicos y de páginas como Sensacine. Todas negativas, demoledoras. Y eso fue justamente lo que me decidió a ir a verla; las críticas de cine nunca coinciden con mis gustos y valoraciones.
Una de estas refiere que es la tercera de una saga de entregas destinadas a poner en entredicho la seguridad del presidente de los EE.UU, y que es peor que las anteriores. Yo no recuerdo haberlas visto y por tanto no puedo compararlas. Me limito escribir sobre la que vi ayer.
Desde el primer minuto hasta el último estuve enganchado y sin respiro, tal es la actitud aventurera e infatigable del protagonista que lo entrega todo por limpiar su honor y defender al presidente de una organización que se ha propuesto acabar con su vida.
la película es espectacular.
Lo bueno: Toda ella es acción, no hay descanso ni espacios flojos de relleno. Imágenes espectaculares, primeros planos excelentes y la interpretación de los actores, ¡genial!
Lo malo:
Falta de credibilidad: el agente secreto, un hombre de unos cincuenta años, corre sin parar cruzando calles, saltando vallas y subiendo escaleras y peleando cuerpo a cuerpo aun herido.
Desde una furgoneta provista de ordenadores, cámaras y lanzaderas de misiles, un solo hombre realiza un ataque más devastador que el que todo un ejército puede llevar a cabo.
Demasiados tiros, demasiados muertos, sonido muy fuerte y el final demasiado largo, como si los protagonistas no quisieran irse.
Creo ver un fallo en el guión: La semejanza del nombre del presidente Trumbull, con el actual Donald Trump, y la acusación que se hace a los rusos de haber intervenido en las elecciones que lo elevaron a presidente, hace pensar que el presidente de la película representa al actual Trump, en cuyo caso se equivocaron de hombre: el de la película es negro, y Trump es casi albino.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero sirven para algo: en la anterior película, Érase una vez Hollywood, mi mujer se aburrió tanto que quería irse y esperarme afuera, en la cafetería El Vaporcito. En la película de ayer no apartó un segundo la vista de la pantalla, dice que le gustó muchísimo. A mí también me ha gustado mucho más que la de Tarantino.