"Más todo pasa, todo pasará
Y nada queda, nada quedará
Solo se encuentra la felicidad
Cuando se prenda el corazón"
Es verdad que al igual que todas las cosas, el Encuentro de Poetas de Ahora que esperábamos con tanta ansia ya ha pasado; pero al decir que "nada queda, nada quedará" Mat Monro se equivocaba más que la paloma de Serrat, que en vez de al norte fue al sur y creyó que el trigo era agua...
Porque a todo aquél que haya tenido el enorme privilegio de haber asistido al Encuentro de Cádiz con los poetas y su poesía difícilmente podrá olvidarlo, y por muchos otros encuentros a los que asista, de éste le quedará la huella indeleble grabada en su alma, y un trocito de su corazón se habrá quedado escondido entre las grietas de los muros de piedra ostionera de la Casa de Iberoamérica y en cualquier rincón de la hermosa y tres veces milenaria ciudad.
Y no podrá olvidarlo por varias razones: lo que ha costado organizarlo y superar los obstáculos para llevarlo a cabo, el plan de actividades programado y realizado, y los numerosos cantautores y grupos que graciosamente y desinteresadamente nos han obsequiado con sus repertorios. Y sobre todo, la inmensa alegría que se siente al reencontrarse y pasar un fin de semana con amigos y amigas poetas de anteriores encuentros.
Yo estoy convencido de que quienes pudieron venir y luego anularon reservas en las listas de poetas y en hoteles y restaurantes ahora se lamentan de su decisión.
Porque no van a encontrar en ninguna otra ciudad el cálido recibimiento y el inmenso cariño con que nos han arropado los gaditanos.
Para los que llegamos a Cádiz el viernes, nos tenían preparado una visita turística guiada por la ciudad, pero como el tiempo no acompañaba el recorrido se acortó un poco y nos dirigimos a la Peña Juanito Villar para cenar. Allí, una vez devorada la exquisita cena a base del famoso pescaíto frito gaditano, disfrutamos de la actuación de dos excelentes chirigotas que nos alegraron la noche maravillándonos del ingenio derrochado para entretenernos. Serían las tres de la madrugada cuando llegábamos al hotel para descansar de tan larga, divertida y ajetreada jornada.
Al día siguiente, sábado del Encuentro, nada más se presentaba uno en la mesa de recepción de la Casa de Iberoamérica las simpáticas y hermosas poetas encargadas de recibirnos nos entregaban una bolsa marcada con nuestro nombre que contenía los siguiente:
Una carpeta grande que contenía un blog de notas, un bolígrafo, un plano de Cádiz, Un poster de la playa de La caleta, una revista literaria y cinco libros para leer: dos de temas variados y tres poemarios de diversos autores de la zona.
Se presentó una postal con el sello conmemorativo del Encuentro de Poetas de Ahora y el pintor que había cedido su obra con el retrato de Fernando Quiñones nos dirigió unas palabras
Tras la lectura de los poemas nos fuimos de nuevo a la Peña de Juanito Villar para reponer fuerzas con el arroz marinero de la casa y las variantes de pescadito frito.
A las cinco hubo un conferenciante y seguidamente dieron comienzo los talleres de poesía. A las 7 de la tarde leyeron poemas quienes no lo hicieron por la mañana y a las diez de la noche nos fuimos a cenar en el Mesón de la Posadita, ubicado en las intrincadas callejuelas donde bulle la gente con ganas de marcha, una zona poblada de bares y locales del casco histórico. Después de cenar acabamos en el Pay -Pay para escuchar a los cantautores que se habían ofrecido a colaborar gratuitamente con el Encuentro de Poetas presentándonos con arte su excelente repertorio.
Algunas fotos variadas de la actividad desarrollada en en Encuentro:
