Ayer fui a despedir a mis amigos Pepi Villalta y Manuel Vallejo, unos fervientes rocieros, a Sanlúcar de Barrameda. Había un ambiente extraordinario, y me encantó todo lo que vi: las hermandades en fila por la avenida, su rezo ante la virgen de la ermita de Bajo Guía, y la posterior subida de romeros con sus caballos, coches y carretas al la barcaza que los llevaba a la otra orilla del Guadalquivir. Algo para recordar siempre. Pasaron ocho hermandades de diferentes ciudades gaditanas. Aquí les dejo aquí un fragmento de lo que vi durante las seis horas que estuve allí
Juan:
ResponderEliminarToda una explosión de fe gracias por compartirnos esta bella tradición
MARIO