Julieta tenía diez años. Era muy bonita, alegre y traviesa. Sus padres la
adoraban. Toda la familia estaba prendada de ella.
Era hija única, por lo que todos
ellos la mimaban y cuidaban mucho de ella. Discretamente se informaban sobre
sus amiguit@s: quiénes eran sus padres, de qué vivían, qué nivel cultural y
económico ocupaban en la sociedad... La protegían demasiado.
Su madre la llevaba cada día en un lujoso coche al colegio y al bajarse la
acompañaba cogida de la mano hasta el aula y se la entregaba prácticamente en
mano a su maestro. A ella, estas cosas la humillaban.
Julieta preferiría venir en el en bus que
recogía en la urbanización y en diversos
puntos de la ciudad a sus compañeros y
venir cantando y charlando con ellos. Al finalizar las clases, se repetía la
historia: sus compañer@s salían corriendo y
subían al autobús empujándose y gastándose bromas. En cambio a ella el
maestro la retenía hasta que su madre venía a recogerla.
Siempre estaba sola, no tenía
amigos, y cada día se mostraba más apagada, más introvertida.
Hasta que un día, cuando recogía
sus libros y cuadernos para irse de la escuela, un chico dejó
una pequeña nota en su mesa:
" Me gustas mucho. ¿Quieres
ser mi novia?"
Juileta se quedó pasmada, miró alrededor
para saber quién era el autor del escrito pero ya no había nadie, estaba sola.
Estuvo toda la tarde leyendo y
releyendo el papelito con el dichoso mensaje. ¿Quién había sido?, ¿quién sentía
admiración por ella? No pegó ojo aquella noche.
Al día siguiente se pasó las
horas mirando a uno y a otro intentando averiguar quién era su admirador.
Algunos se la quedaban mirando descaradamente como diciendo "¿Y a ti qué
te pasa hoy?
Había uno, Carlitos, que no pudo aguantar su
mirada y bajó los ojos todo ruborizado. "Has sido tú, pecoso", se
dijo mentalmente. Y de pronto sonrió, feliz de haberle descubierto. Carlitos,
al ver que ella le miraba esbozó en su
rostro una tímida sonrisa. Juileta sacó la nota, la desplegó y la leyó otra
vez. Carlitos la observaba con ojos brillantes por la ansiedad, y saltó de su
asiento cuando ella volviendo a mirarle dijo que sí con un leve movimiento de
cabeza. A partir de entonces las notas se sucedían a diario, notas que ella
respondía por la noche en su habitación.
Así pudo conocer todo sobre aquel
personajillo pelirrojo y con gafas que vivía escondido en un pantalón vaquero
azul, un polito de color rojo y unos tenis blancos bastante usados: le gustaban
las mascotas, tenía una rana y una tortuga en un acuario; adoraba la Naturaleza
y las excursiones a parques protegidos donde podía ver bosques y ríos con
cascadas, aves y animales libres... Tenía un perro pequeño, un foxterrier, que
sacaba a dar un paseo todas las tardes al regresar del colegio...
Para Julieta todo eso le sonaba raro; además
de ayuda para hacer sus tareas, ella recibía clases particulares de música y
dibujo en casa. Nació una gran amistad entre ellos, sus notas se convirtieron
en extensas cartas, donde el "Hasta mañana" de la despedida se tornó
en "Te quiero" "Un
beso" .
Un sábado por la mañana Julieta
no bajó a desayunar, su madre subió a buscarla a su habitación pensando que
estuvo hasta muy tarde haciendo las tareas y ahora se había quedado dormida.
Pero la habitación estaba vacía, la cama hecha y la ventana abierta. ¡Ni rastro
de Julieta!
Tras la llamada asustada de la
madre, dos coches de la policía acudieron a la casa a informarse y tomar
medidas.
La puerta no había sido forzada,
no había huellas de lucha ni de pasos distintos a los de Julieta. ¿La habían
secuestrado entrando por la ventana? Julieta pertenecía a una familia acomodada y
podía ser que la secuestraran para pedir un
rescate.
Seis horas después la policía
difundía su foto y datos personales en la televisión local y las redes sociales
con un número de teléfono para que quienquiera que la viese llamara enseguida.
Fue así que el padre de Carlitos se enteró del asunto y se asustó: Al
igual que otras veces, su hijo le había pedido permiso para pasar un fin de
semana en El Tiro al Pichón con unos amigos, para realizar unas pruebas de
supervivencia. ¿Estaría bien el chico o estaba en peligro?
Rápidamente se montó en su viejo
Clío y fue a buscarlo con su Oliver, su
mascota peluda.
El perro , nada más bajarse del coche salió
corriendo por una senda guiándose por su olfato y de pronto comenzó a ladrar.
Cuando el padre de Carlitos
llegó se quedó boquiabierto al ver a su hijo en una especie de cabaña hecha con palos y ramas abrazado a Julieta, la niña que todo el
mundo buscaba.
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