Tengo ganas que acabe octubre y
se vaya. Ha sido un mes pródigo en esperanzas, de sueños de paz y amistad
truncados, de viajes y encuentros entre iguales que se matan por destacar de la
manada.
Acabará
octubre clarificando posturas y dogmas, rompiendo caretas de quita y pon: la
vida es una lucha constante por sobresalir de la masa y remontar niveles
pisoteando al compañero.
En los encuentros culturales, los
privilegiados buscan relaciones con gente del mismo nivel cultural y económico,
despreciando a los humildes, a quienes simplemente dedican sonrisas
condescendientes. Eres amigo si compras sus libros. Si no, ni se despiden al
finalizar el evento.
Abundan predicadores felices y
estómagos saciados que dicen ser
solidarios con los necesitados. Tienden la mano, pero la retiran cuando
intentas agarrarte a ella, dejándote caer en el abismo.
No existen segundas oportunidades
ni perdón a los errores cometidos. Si te caes, nadie te echará una mano; tendrás
suerte si la manada no te pasa por encima.
Un mes donde la luz se abre paso
entre la niebla y me muestra que estoy solo, que los amigos lo eran cuando les
convenían, y que cuando les he necesitado me han dado la espalda. Que los
amigos que yo creía tener son solamente conocidos...
Un mes de ansiosa espera de atención médica, que al
fin se consigue tras la oportuna reclamación en el lugar pertinente.
Lo mejor, la familia. Ésa no
falla
Octubre, no te estás portando
bien, ¡ lárgate ya!
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