COLD WAR, LA PELÍCULA

Como cada miércoles, Día del Expectador, he ido al cine.

 He visto una película en blanco y negro que cuenta una historia de amor ambientada en los años 50, en medio de la Guerra Fría. De hecho el título en español es ese: Guerra Fría.

Una pareja de músicos busca por el medio rural de Polonia a jóvenes que conozcan canciones del folklore antiguo, canciones oídas de sus padres o abuelos, para recuperar las tradiciones culturales.

Al igual que ahora en televisión el programa Operación Triunfo, la pareja lleva a  una vieja escuela  al grupo seleccionado en un casting y les enseña a cantar y a bailar. Con el tiempo hace de ellos un coro famoso que va triunfa en teatros nacionales y extranjeros; pero llega un agente del Gobierno y cambia las cosas. Aprenderán canciones nuevas  que  ensalcen las bondades del régimen de Stalin. La profesora no lo acepta y abandona el grupo. El profesor está enamorado de una de las jóvenes y se queda por estar a su lado con la intención de cruzar la frontera como sea y llevársela a París.

A partir de ahí es una historia de amantes perseguidos, de cárceles y fugas que hace que cuando llega el final te haya parecido demasiado corta.

Para decidirme por esta película en blanco y negro, habiendo otras espectaculares en cartelera realizadas con los mejores medios  audiovisuales, ha influido el que el director haya sido galardonado en el Festival de Cannes 2018  como el mejor director de cine con esta película.
 Confieso que los primeros diez minutos estaba arrepentido de esa decisión, porque cantaban siempre en un dialecto incomprensible y subtitulado en español debajo. Pero de pronto todo cambió: surgió el romanticismo, el Amor con mayúsculas, un amor capaz de entregarlo todo por estar juntos.
 Me extraña mucho que esta película no esté en la lista que ofrece la Cartelera entre las diez más vistas, cuando al mismo tiempo es a la única que dan una puntuación de 9,  dos puntos más que el resto.