Desde pequeño, cada vez que se acercaba a Arcos el coche de línea de Los Amarillos, me seducía su hermosa estampa y sentía un profundo respeto a la naturaleza al pasar por debajo de la peña. Aún me emociono al verla. Un día me comprometí a pintarla, aun ignorando todo sobre pintura; me lo tomé como reto y hoy, por fin, puedo lucirla en mi colección de cuadros.
Óleo sobre lienzo de 50 x 40 centímetros.
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