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jueves, noviembre 15, 2018

TOMY CUMPLE CUATRO AÑOS


El 22 de diciembre de 2014, mi esposa vio un perrito en facebok y se enamoró de él. Lo habían abandonado junto a su hermanita en una caja de cartón en la puerta de la Protectora Luz y Luna. 
—Juanito, yo quiero como regalo de Reyes este perrito; no deseo otra cosa.
—Mujer, quedamos que nunca más habría una mascota en casa después de haber tenido que sacrificar a Lucero y a Elsa, tras catorce y doce años respectivamente con nosotros. 
Además, son dos, y no es bueno separarlos. Nosotros no podemos criarlos en condiciones en casa: sacarlos a la calle llueva o nieve, vacunaciones, veterinarios, piensos, guarderías si vamos a algún sitio…
—Cogemos solo uno, el machito. Yo me encargo de sacarlo a la calle y de todo.
— ¿Lo has pensado bien?
—Sí, lo quiero.
Y fuimos a por él. Según nos dijo el veterinario tenía seis semanas, día más, día menos, por lo que es ahora, mediado noviembre, que Tomy vino al mundo. Cumple pues, cuatro añitos, que según las tablas de siempre, equivale a 28 de los nuestros; pero ahora han cambiado los cálculos (¿Qué falta por cambiar en este mundo, Dios mío? «Cambiarlo todo para que todo siga igual») y según las tablas recientes tiene 34 años de los humanos.
Es hiperactivo, no se puede estar quieto y me paso el día arrojándole un juguete para que lo traiga una y otra vez hasta que me cansa y me voy un rato por perderle de vista. Me impide viajar tanto como lo hacía antes, pues con la crisis y el encarecimiento de la vida, me cuesta pagar los 15 euros diarios que piden en las residencias caninas, y a Carmen no se lo puedo dejar dado su delicado estado de salud. Ahora le ha dado por provocar ladrando a todos los perros grandes que se encuentra en la calle, y eso atrae la atención de los otros y a mí, cuando los veo venir, se me suben los co..lores a la garganta.
Lo peor de tener perro es que de cincuenta o sesenta perros que veo por el barrio, solo media docena de dueños recogemos sus excrementos, los demás lo dejan todo que da asco.Y la gente nos mira con malos ojos al pasar. Por unos pagamos todos. Los hay que rocían con veneno las puertas de sus garajes. 
Pero a mí me da igual, que miren como les dé la gana. Mi Tomy es el rey de la casa, se le quiere y se le trata como a un miembro más de la familia.

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