Me he enterado en la radio de que el aeropuerto de Barajas está a tope de viajeros esperando anuncien la salida de sus aviones.
Después de pasar la noche durmiendo en los bancos y sobre sus maletas, la compañía ADENA les ha ofrecido un café con magdalenas y donust. Había un señor que se bebía el café, se comía los donust y guardaba las magdalenas en la mochila: Luego se cambiaba de sitio para volver a desayunar. A la tercera vez la azafata lo ha descubierto:
—¿Usted no ha desayunado antes? Creo que lo he visto, yo misma le he servido.
—Sí, es que estoy recopilando vitaminas y energía para poder volver a mi casa
—Pero su vuelo saldrà dentro de unas horas, seguramente. Ya le darán su almuerzo en el avión. ¿A dónde se dirige usted? ¿Nueva York, París, Berlín...?
—No, no; a mí me dan miedo los aviones. Yo estoy esperando a que las máquinas quitanieves limpien la calle para dirigirme al cajero de Bankia del pueblo, que es donde vivo.
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¡Increíble! ¡qué viveza la de este señor! Me ha gustado este breve relato, Juan. Un saludo. (Te invito a mi blog "Joyas de mi alma" cuando gustes.)
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