Mi lista de blogs

miércoles, mayo 28, 2025

San isidro Labrador, patrón de Madrid

 


¡Buenos días, amig@s!

Comenzamos el miércoles como cada día, con el desayuno típico de estos lares: Café con leche y tostada de pan untada con ajo, aceite y jamón.
Sí, con ajo, ya me lo habéis criticado por mensaje privado. Desde pequeño, las monjas del colegio nos obligaban a lavarnos los dientes cada día. Y esa costumbre la mantengo. Además, me como un caramelo de menta después del lavado por si se presenta la ocasión soñada.

Yo es que, a pesar de haber vivido durante muchos años en grandes ciudades, soy más de campo que san Isidro Labrador, cuya fiesta celebraron los madrileños el pasado día 15.

Por cierto: creo que la mayoría de madrileños, y especialmente la presidenta de esa Comunidad, que no es que adore precisamente a los inmigrantes, no conoce bien a su santo patrón, pues era descendiente árabe convertido al catolicismo. Isidro era pocero, nieto de pocero, por lo que lo contrataban para hacer pozos en las casa de familias adineradas. ¡Siempre encontraba agua!

Lamentablemente, en esa época (1082– 1172) no existía la cerveza Mahu, que si no... muchos le exigirían cerveza en vez de agua: es difícil contentar a todo el mundo.

Con la leyenda de san Isidro pasa como con las reliquias de la cruz en que murió Cristo: en miles de iglesias se conserva una astilla que procede supuestamente del madero. Lo cual, en mi cabeza de paleto se forma la pregunta de si para hacer la cruz cortaron un secuoya gigante de los de California, de esos troncos tan gruesos que pasan las carreteras por medio del tronco.

Dicen que el señor de Isidro se quejaba de que no había agua en la finca, y este puso el pie en una roca y brotó el agua. Desde entonces se encuentran huellas de pies sobre rocas en la provincia. Yo he visto dos en las afueras de Chapinería, en el entorno de la gran peña que existe a dos kms de la salida sur del pueblo, desde donde se divisa Navalcarnero y el río Guadarrama. La monja que nos enseñaba a leer, escribir y las cuatro reglas de Aritmética nos llevaba de paseo a ese paraje; las niñas iban por otro lado, como siempre separadas de los niños.

Allí disfrutábamos de lo lindo: corriendo tras los perdigones chiquititos, buscando balas y balines de la guerra que echábamos en un capazo y luego se vendía a un chatarrero que pagaba muy bien por el cobre; cogiendo moras de los zarzales y matando a culebras. El Ayuntamiento pagaba una peseta por cabeza de serpiente.

Una vez encontramos un objeto como una bala pero grande, de unos treinta centímetros, y la monja se asustó y nos ordenó alejarnos varios metros. A la vuelta al colegio lo comunicó al alcalde y este envió a la guardia civil a recogerla. La batalla de Brunete, municipio cercano, fue muy sangrienta.

Pero, a lo que íbamos: la huella del pie de san Isidro estaba sobre una roca que sobresalía del terreno como medio metro. Aparecía como si él hubiese puesto el pie sobre el barro y quedase marcado. Era un pie perfectamente diseñado de dos o tres centímetros de profundidad. Poníamos el pie nuestro dentro y sobraba espacio. Quizá ahora mi pie encajaría bien.

Este jueves comienza la Feria de El Puerto no sé si iré, no me apetece mucho. La Feria es para bailar, comer y beber en abundancia, y yo no sé bailar sevillanas ni puedo beber alcohol, y para comer en sitios desconocidos que vienen de paso y pagar 5 euros por una cerveza o rebujito en vaso de plástico que me cuesta 2 en el restaurante prefiero hacerlo en los lugares que habitualmente visito. Será lo que mi Carmen decida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario