Yo no esperaba que mi tren se detuviera en aquel anodino apeadero donde se montó aquella misteriosa dama, cuyos ojos me miraron fijamente y me robaron el alma. Desde entonces la sigo adonde quiera que vaya.
Si bien al principio ella me sonreía y se mostraba amable y halagada, ahora, satisfecha del poder de su influjo sobre mí, de saberme presa fácil en sus manos, da muestras de estar harta, rehúye mi mirada y de mí se aparta
Mujer de armas tomar, que nunca está satisfecha y devora a cuantos seres embelesa sin ningún cargo de conciencia.
Mujer hermosa que mi corazón has ocupado, que sepas que a mí no me has engañado, que fui yo quien se sometió a tu embrujo sabiendo lo que iba a ocurrir, porque me había enamorado de ti, y antes que vivir con el dolor de tu ausencia, prefiero en tu regazo morir.
de una dulce tristeza mi querido Juan, cuando se aprende a amar a pesar de... quizás sea la más inmensa y bella forma de amar, pues es pese a todo. Me gustó leerte amigo. Un abrazo!
ResponderEliminarProsa poética. Me encanta cuando lo haces, parece música, música para los ojos que te leemos.
ResponderEliminarMe pregunto si es cierto lo que dice, o es la resignación y el orgullo quien lo viste, de una decisión que en realidad nunca tomó.
Un abrazo grande y fuerte, querido Juan, espero que todo os vaya muy bien.
Me he puesto un poco al día revisando y comentando entradas anteriores también :) ¡Te echaba de menos!
ResponderEliminarMuchas gracias por dejar tu huella con tan bello comentario, querida M.Susana. Un beso fuerte
ResponderEliminarMúsica para mis oídos son tus amables comentarios, querida amiga Lady Luna. Me alegro de tener tan buena y perspicaz lectora. Un beso grande
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