NO TODO RENACE EN
PRIMAVERA
Veinte días en los que el odio y el amor se han batido entre sí con todas sus fuerzas y todos sus medios, dejando angustiada mi alma y herido de muerte mi corazón.
Pude muy bien haberme ido silenciosamente, cargando con mi alma humillada, y haber pasado página dando paso a una nueva etapa, quedándome con lo bueno que he vivido contigo; pero los celos,¡malditos celos!, cogieron mi mano y la empujaron a escribirte sin respeto y reprocharte cosas de tu vida, que en nada me incumbían, con la única intención de hacerte daño. Sé que has llorado por eso. No sabes cuánto lo siento.
No me he comportado como un caballero al faltarte al respeto, lo sé y me avergüenzo. Sufro mucho pensando en ello. He especulado con tus confidencias, yendo más allá de lo que sé, imaginando hechos que tal vez nunca ocurrieron. Y, aun de ser ciertos, no tenía derecho a hacerlo: es tu vida, y tú eres libre de vivirla a tu antojo.
Por eso hoy vuelvo a ti para pedirte perdón por mis ofensas. Te ruego olvides esas palabras necias e infames que tanto te habrán dolido, y que te quedes con los buenos momentos que hemos vivido.
No pretendo con esta carta que vuelvas conmigo, yo no quiero eso. Nos hemos hecho mucho daño el uno al otro y por ello sé que jamás volveremos a vernos con los mismos ojos. Pasados los primeros días infernales ya me estoy acostumbrando a tu ausencia y mi alma recupera la calma. Mejor estar lejos y vivir mi vida, sabiendo que las aguas turbulentas jamás remontan la corriente para buscar el remanso del que se despeñaron.
Lo único que te pido es perdón por la forma de despedirme de ti, por esas odiosas palabras que, como puñales asesinos, se te clavaron en el alma.
Me quedo con el recuerdo de una persona dulce cariñosa y comprensiva que se ha cruzado en mi vida. Lástima que yo no supe estar a tu altura cuando más lo necesitaba. Si lo hubiera estado otro gallo cantaría, y seríamos buenos amigos para siempre. No me diste otra oportunidad, el tren pasa a su hora y si lo pierdes... Entiendo que me abandonaras. Yo te he perdonado; perdóname tú, te lo ruego. Feliz vida.
Juan, una carta siempre llega a reconfortar el alma.
ResponderEliminarAunque las palabras o detalles ofensivos nunca se olvidan aunque
queden perdonados.
Una vez hecho, hay que olvidar y no volver a cometer las mismas torpezas.
Un abrazo deseando que esta carta sea literaria nada más y no real.
Juan:
ResponderEliminarTerminar en buenos términos es mejor que dejar dolida a la persona.
un gusto leerte Mario
(felices pascuas)
Gracias por tu lectura y comentario, Marián. Buenos tus consejos, tomo nota. Ya sabes que los escritores y poetas se meten en la piel de otros y no todo lo que escriben es real.¡Si me hubiesen pasado a mí todas las cosas que he escrito en primera persona...!
ResponderEliminarUn beso, guapa.
Hola, Mario: gracias por estar siempre y comentar, amigo.
ResponderEliminarTerminar una relación siempre es doloroso. No sé si una carta así sirve para algo; al menos la intención es buena y la conciencia se calma. Un abrazo
que pasa cuando alguien te dice adios y luego siempre vuelve ????????????
ResponderEliminarme ha encantado como escribes
un abrazo fuerte
Pues no sé qué decirte, RECOMENZAR. En mi caso, las que se han ido no han vuelto. Abrazos.
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