No le importaba lo que pensaran o hicieran los demás: Ella buscaba la soledad, entregada a sus pensamientos y emociones. Era feliz así.
Por eso no le afectaba la ternura con que la miraba José, su compañero de trabajo, ni abría los mensajes y correos que éste le enviaba, ni se percató de la tristeza que reflejaban sus ojos cuando ella rechazó su invitación a cenar.
Pero cuando al día siguiente vio su foto en el periódico y leyó la noticia, la tristeza cayó sobre ella, la duda se aferró a su mente, inmovilizándola, y las lágrimas brotaron espontáneas de sus ojos: José se había suicidado.
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