miércoles, diciembre 27, 2017

A MI MUSA YA NO LE DUELE LA CABEZA.


Mi amada Musa, la que habita en mi mente, me tenía preocupado.
 Yo no sabía ya qué hacer para animarla. 
De día estaba siempre muy ocupada; de noche le dolía siempre la cabeza.
— Cariño, ¿quieres que te lleve a Urgencias? —  le preguntaba yo entristecido al imaginar el malestar que tanta dolencia producía en su cuerpo tan bello y  querido.
— No, si yo sé porqué me duele— explicaba ella con su alma angelical compungida—: son las preocupaciones, los recortes, las subidas de precios y la esclerosis que afecta a  tu pensión. Yo no ceso de pensar en ello.

Estaba claro, motivos tenía la pobre. Y dado de que ya la había visto el médico de cabecera, quien la envió al neurólogo y éste a su vez al psicólogo, el cual sólo quería saber lo que mi Musa y yo hacíamos por las noches mientras mi esposa dormía, ella, mi Musa querida, se niega a volver para someterse a tales interrogatorios. Lo que hace conmigo queda entre nosotros. 


Y yo he recurrido a la  medicina natural, la de los curanderos de los pueblos  del siglo pasado, quienes con sus brebajes y ritos sagrados curaban toda clase de males. ¡Dicen que levantaban hasta a los muertos!
 Mi abuelo ya me lo decía:  " Cuando te veas acorralado por los problemas de salud o las malas acciones del prójimo, usa los remedios de tu abuela. Nunca fallan".

¡Y  he curado a mi Musa! Ya no le duele la cabeza. Ya no se mortifica pensando en los problemas del día a día ni en el futuro. Le importa un pimiento Puigdemont o  Rajoy.
 Ahora me ayuda a escribir prosa y poemas de día; de noche me hace soñar bonito.
Es un encanto de persona aunque sea intangible

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