El afortunado amigo la besó en los labios y el abrazo se hizo
más intenso; luego ambos caminaron hacia el hotel cogidos de la mano, dejando mi
corazón sangrando. Ella, la niña de mis ojos, la que yo amaba tanto aun
sabiendo que era inalcanzable para mí, la misma a quien desde hacía años yo
miraba como un joven nini mira el Porsche en el escaparate de un concesionario.
Al día siguiente desayunamos los
tres en el hotel. La alegría emanaba de sus ojos y sus risas espontáneas resonaban
en el patio. Yo la miraba arrobado y sonriendo estúpidamente, mientras un
ejército de hormigas mordía mis entrañas y unas voces extrañas martilleaban mi
mente, insistiendo en que debía entender que ella era feliz y que yo debía
aceptarlo, pues siendo ella joven y preciosa, con carrera universitaria y buena
posición económica, yo, humilde obrero metalúrgico con contrato temporal, jamás
podría satisfacer sus necesidades.
El desayuno entraba en el precio
de la habitación y por tanto no tenía que pagar nada. Había llegado la hora de
las despedidas y nos levantamos. Él me dio un abrazo y ella se acercó para
darme un beso. Yo la besé en la mejilla despacio, aspirando el aroma de su
piel, sintiendo como mi alma me abandonaba y se iba con ella para siempre. Ella me miró un segundo a los ojos, como si hubiese notado mi desesperación.Y me abrazó.
Luego nos separamos: ellos iban a Madrid; yo a Cádiz.
—¡Juaaaan,
deja ya el ordenador que la comida se enfría, joer, que tengo hambre! —Grita mi
mujer desde la cocina.
—Ya voy, cariño. Cinco minutitos más y
termino esto.
—Yo empiezo a comer, tú haz lo que
quieras.
¡Ea, ya se me fue la idea que quería
plasmar!, a tomar por culo el relato. Cásate y verás: más que joder, estarás jodido.
sueños o ideas bellas para un relato, siempre es divertido leerte
ResponderEliminarhasta pronto mario