¡Buenos dias, amig@s!
Me decía una amiga y compañera de trabajo parisina: “Los días se siguen unos a otros; pero no se parecen: cada uno tiene su propia identidad”. Y es verdad.
Al fin de semana maravilloso que pasé con mis hijos y mi nieta le siguen tres días de resfriado de abundante mucosidad que me mantiene encerrado, bien arropado y sentado ante la tele pero sin ganas de mirarla, teniendo a mi alcance el paracetamol y el jarabe expectorante.
Me río yo de las inundaciones del Ebro: con los pañuelos que llevo yo gastados desde el lunes habrían secado todas las calles inundadas que muestran insistentemente en los telediarios.
Lo mío es estresante, puesto que un resfriado te coge por sorpresa, te mima y te mantiene tres o cuatros días acobardado y sin fuerzas ni ganas de mirarte, hasta que se cansa de ti y te abandona hecho una mierda.
Las inundaciones del Ebro, en cambio, son previsibles y tendrían solución si un Gobierno de Estado acometiera, sí o sí, la construcción de canales para trasvasar el agua hacia las cuencas del Suroeste. Algo que jamás han consentido los agricultores ribereños del Ebro, que se consideran propietarios exclusivos del río. Prefieren ver cada año perdidas sus cosechas y pedir ayudas antes que enviar el agua sobrante a Murcia y Almeria, cuyos productos alimentan España y Europa.
Digo bien, SOBRANTES, pues no se trata de desviar el río sino de construir un canal a un metro de altura sobre el nivel normal del agua de manera que todo el agua que supere ese nivel cuando llueva mucho se dirija por los canales construidos hacia las cuencas sedientas del Suroeste.
Así se hizo hace unos veinte años entre los río Guadiaro y Majaceite, impidiendo que el agua sobrante de los temporales se pierda en el mar tras causar daños en sus riberas, y se dirija al pantano de Guadalcacín, que abastece de agua a media provincia de Cádiz.
Pero el problema está en que los catalanes siempre se han opuesto a los trasvases y los sucesivos gobiernos, atados de manos por el apoyo de aquellos para seguir gobernando, dejan perderse tan preciado líquido en el mar y aceptan pagar los costes de las pérdidas ocasionadas por el temporal.
¿ Y qué pasaría si la gente me votara a mí como Presidente del Gobierno? Yo ofrecería a los ribereños del Ebro elegir entre dos opciones:
1ª Trasvasar el agua sobrante.
2ª Desviar el río desde su nacimiento en Cantabria.
Y que salga el Sol por Antequera.
La ver Juan es que no entiendo un pomo de como es que solucionarías lo del Ebro pero te votaría a vos solo por hacerme creer que secarías con tus pañuelos la inundación1 Jjajajajaj. Eso solo un político lo consigue! Un abrazo con mi voto claro.
ResponderEliminarGracias mil, Lylian, ya cuento con tu voto, todo es empezar. Todo es posible en este mundo. ¿No han enviado un satélite al Sol, sabiendo que el hierro se funde a 1300 grados y el Sol tiene 1 millón? Si hay dinero para tirar en eso, porque no hacer un canal para compartir el agua de un río caudaloso como es el Ebro? ¿Por qué no llevar el agua a los desiertos africanos? Gracias por venir, Lyliam. Un fuerte abrazo. Feliz navidad.
ResponderEliminar