Ayer, lunes, me levanté temprano, hice el desayuno y luego desperté a mi esposa y le sugerí de irnos a visitar la Gruta de las Maravillas. A las siete y media ya estábamos en ruta. Durante las dos horas y media que tardé en recorrer los 210 kms que hay hasta Aracena, un pueblo situado al norte de la provincia de Huelva, Rajoy no cesaba de lanzar proclamas en la radio como si hubiera machacado en el ring a su rival Zapatero. Inútil cambiar de emisora; todas decían lo mismo. No sé si es que me he perdido algo, pero para mí que los problemas siguen siendo los mismos que había antes de ayer para los españolitos de a pie. Como si estas elecciones no nos hubieran costado suficiente dinero, ahora exige que se adelanten las otras, las generales. O sea: aún nos queda por delante soportar un año dedicado exclusivamente al acoso y derribo del Gobierno.
Pero a lo que íbamos: Aracena y su maravillosa gruta.
En el verde paisaje destaca este pueblo de paredes blancas y rojos tejados. Sus casas no tienen el encanto rústico de las de la Sierra de Cádiz, o de las Alpujarras granadinas, sino que parecen edificaciones nuevas.
Está situado a los pies de un monte, en cuya cima se alzan los restos de una fortaleza, y junto a ella, puertas abiertas, velas encendidas y naves desiertas, una bonita iglesia.
Del castillo no queda nada, todo está derruido. Encontramos pegadas al muro a una oveja con dos crías que parecían estar ahogándose de calor. Buscamos en los alrededores al pastor y se lo comunicamos, pero él dijo que ya sabía que estaban allí, que no les pasaba nada. Les hice una foto y nos fuimos algo intranquilos.
Luego entramos en la iglesia e hice algunas fotos para el recuerdo, pues, seguramente, no volveremos más a Aracena. Y no es que no me haya gustado, al contrario, me ha encantado.
La gruta hace honor a su nombre: ¡es una maravilla, algo extraordinario y original, de lo mejor que se puede visitar en varios cientos de kms a la redonda!
Se entra por una casa normal en una calle céntrica y se va por un camino interior de 1300 metros de longitud, bajando y subiendo niveles por escaleras construidas por el hombre. Vamos viendo las estalactitas y estalagmitas que cubren techos y paredes formando curiosas figuras. Hay una sala llamada de “Los Desnudos” debido a los órganos sexuales masculinos que cubren los muros. Algunas mujeres miraban a sus parejas y sonreían. Mi mujer los miraba con ojos como platos. «Las comparaciones son odiosas», le dije al oído.
Caminábamos bordeando un estanque de agua transparente y color turquesa, de entre cuatro y diez metros de profundidad, que reflejaba el maravilloso entorno natural que nos rodeaba.
Cientos de focos, ocultos tras las rocas, iluminan las paredes y producen en las figuras de paredes y techos diferentes tonalidades y sombras, y el visitante tiene la sensación de estar en otro mundo: ¡un mundo mágico! Una suave música se escucha a lo largo del camino. La joven guía que nos acompaña nos va explicando todo lo que ella sabe del lugar: año de descubrimiento, obras realizadas para poder acceder y mostrarla al público, investigaciones que se realizan para mejorar el monumento y los trabajos que se están llevando a cabo para abrir al público nuevas galerías en fase de exploración.
Y nos llevó a un lugar en que se producía algo milagroso: en las profundidades de la gruta, agarrado firmemente a la pared húmeda, brillante y lisa como el mármol, cuelga inexplicablemente un pequeño helecho de color rojizo que descubrieron hace más de treinta años. Uno años se muestra débil, enfermizo; otros crece vigorosamente y expande sus diminutas ramitas.
Creedme, amig@s: la Gruta de las Maravillas es algo maravilloso, fuera de lo común. Algo que una vez visto nunca se olvida. Si tenéis la ocasión, no os la perdáis.
¿Por qué digo entonces que no pienso volver a Aracena? Porque odio la injusticia. Soy así, no puedo evitarlo. Y también me pasa que cuando me doy cuenta de que me están robando descaradamente a punta de pistola se me oprime el pecho, me falta aire y me entran ganas de gritar; es lo que mi mujer llama “el pronto”; pero luego recapacito y pienso: “Bueno, ya que he venido, ¿qué voy a hacer sino aguantarme y pagar?”
Aracena vive de su gruta, todos sus negocios funcionan en torno a la gruta. Y todo es caro, muy caro. Luego se quejan de que la gente se vaya al extranjero de vacaciones; aquí nos gusta asesinar la gallina de los huevos de oro.
El desayuno que ven ustedes en la mesa me costó 12 euros. Ya lo ven en la foto: café con leche, tostada de pan y jamón. ¿Cuánto nos costaría la comida? Mejor no os lo digo. Lo tomamos en un bar mientras esperábamos el turno de entrada a la gruta, a la que se accede en grupos de no más de 25 personas. En el billete indica la hora en que puedes entrar.
Otra cosa:
Te dicen al entrar en la gruta que está terminantemente prohibido sacar fotos en el interior, y pegado en el muro de piedra otro anuncio advierte que hay video vigilancia. Te aconsejan comprar postales para el recuerdo. Vale, las compro, no es la primera vez que me prohíben hacer fotos del lugar que visito.
Pero lo que más me molestó es lo siguiente: llevaba caminando un centenar de metros por la gruta y, cuando menos lo esperaba, la chica que nos guía me dice: «¡Quieto!» Y de pronto se iluminó la sala con la luz cegadora de un flash al hacerme la foto. Mi esposa venía detrás y le sucedió lo mismo. A todos por igual. ¿Qué pasaba? Pues que un señor había obtenido del Ayuntamiento la exclusiva para hacer fotografías en el interior de la gruta. A nosotros nos prohíben sacar las cámaras para que ellos se enriquezcan haciendo fotos para el recuerdo, que luego ofrecen por... ¡5 euros! La entrada general cuesta 10 euros. Hay descuentos a jubilados y niños.
O sea: de un lado está el Ayuntamiento (o tal vez la Junta de Andalucía), que mantiene a unos cuantos funcionarios dedicados a cobrar las entradas en la caja, al personal de mantenimiento de la gruta y, además, paga la luz y los materiales para su perfecta conservación, y sólo me pide 6 euros por una entrada. Por otro lado un señor, que no gasta nada en luz ni en salarios, planta su trípode y sus focos en una sala y se enriquece haciendo fotos a todo el que entra. Luego, al terminar la visita, nos espera en la puerta de salida, nos va enseñando las fotos y dice que son a 5 euros cada una, casi igual que el precio de la entrada. ¿Pero qué tejemanejes se traen aquí? Yo no quise la foto, le dije que no la había encargado; pero mi mujer regresó y pagó los diez euros por las dos que nos había hecho.
«Qué vamos hacer, Juanillo, es el único documento gráfico que nos queda de la visita», me dijo.
Pero no es justo. No lo digo por los 10 euros de las fotos; eran bonitas e igual se las hubiera comprado. Diez euros más o menos no me saca de pobre ni me hace más rico. Es por el hecho de que a mí me prohíban usar mi cámara y a otros se lo permitan porque les reporta beneficios. ¡Qué descaro, qué poca vergüenza!
Me dio tanta rabia que ya no quise más visitas guiadas para ver monumentos y museos ni gastar un sólo céntimo más en ese pueblo, y a la hora de la comida, en vez de ir al restaurante que nos habían recomendado, regresamos a Cádiz y nos detuvimos cerca de Lebrija, en la “Venta María Luisa”, un lugar que conocía de cuando iba a trabajar a Sevilla.
A mi esposa le encantó el sitio. Pedimos el menú del día. Tenían varios a elegir. El menú que pedimos estaba rico, rico, como dice Arguiñano, y sólo nos costó 15 euros por los dos.
1º plato:
Crema de verduras blancas con trocitos de jamón (lo mismo para los dos)
2ª plato
El mío: Tortilla de patatas con relleno de queso, jamón york, y rebozada con bechamel y salsa de tomate. De guarnición unas tiras muy finas, como pajas, de patatas fritas
Mi esposa: Chuletitas de cordero con patatas a lo pobre.
Postres:
1 Descafeinado con leche
1 Helado de la casa: nata, chocolate y pasas.
Bebidas:
Tres cervezas y pan
La verdad es que a pesar de todo el balance ha resultado muy bueno: hemos visto la gruta de las Maravillas, algo inolvidable, y hemos comido muy bien. El día soleado y caluroso; la carretera tranquila. La única pena es no poder mostraros las imágenes de lo que vi bajo la tierra.Podéis ver fotos en este enlace:
http://spainonline.com/es/visorfoto.asp?IdFoto=582&IdContenido=420&IdProvincia=21
En línea negra, el trayecto recorrido=210 kms