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jueves, agosto 11, 2011

CASTILLO VIEJO


CASTILLO VIEJO es una novela corta que escribí hace años. Cada semana les presentaba a mis compañeros del foro Bibliotecas Virtuales un capítulo, y ellos me corregían, me sugerían y al final me animaron a publicarla. ¡Como si eso fuera fácil! En todos estos años no he conseguido que ninguna editorial ni representante haya mostrado el más mínimo interés en leerla siquiera. Pero gracias a todos ellos, sus amables y acertados consejos y críticas, el relato quedó a mi gusto y no he renunciado nunca a verlo publicado. La fotografía también me fue cedida por el profesor del foro, Fernando Hidalgo, que visitó ese lugar. Para la presente edición he quitado los coches aparcados y la caseta que aparecían delante del castillo. ¡Gracias amig@s forer@s, ustedes han hecho posible esta publicación!

Esta es la segunda obra mía que contrata y publica
KINDLER AMAZON en formato electrónico especialmente adaptado para la lectura en el PC y otros ingenios móviles: IPAD, IPHONE, BLACK BERRY etc...
No soy yo quien decide los precios de venta, es más: me llama la atención que Castillo Viejo marque el mismo precio que La pista del lobo, novela que contiene el triple de páginas. Yo sugería 1 euro por bajada, pero se ve que no puede ser.
Es una novela inédita, que sale a la venta hoy.


Argumento:

Un joven decide cumplir su antigua promesa de viajar a pie desde Tarifa hasta Santiago de Compostela el día que acaba sus estudios de Medicina para agradecer al Apóstol su ayuda.
El primer día de camino encuentra una vieja fortaleza derruida y decide pasar allí la noche. Extraños y horribles seres le despiertan en la madrugada, lo juzgan y es condenado a morir decapitado. El joven escapará de ellos milagrosamente, pero dos horas después su cadáver aparece en una carretera y su madre llama al detective Lozano, un veterano policía, expulsado del cuerpo, que se encargará de encontrar a los culpables.

Una novela de acción y misterio, y la férrea voluntad del detective que no duda en arriesgar su vida para esclarecer los hechos.


FRAGMENTO del capítulo :

..... El viento de levante soplaba muy fuerte afuera y se colaba en la sala por todas partes, produciendo un fuerte silbido. Las puertas de las ventanas se abrían a veces, con chirridos de goznes, y luego se cerraban de nuevo con fuerza, estrellándose contra sus marcos.

Antonio se asomó a una de ellas y contempló el paisaje: el Sol se hundía en el lecho color fuego del horizonte, dibujando ribetes escarlatas en las nubes grises y cubriendo de una lámina dorada las cumbres de las montañas. Había caminado durante todo el día con la mochila a cuestas, estaba agotado y al día siguiente esperaba llegar a Alcalá de los Gazules. Tenía hambre y sueño, y decidió pasar allí la noche.

En el centro de la sala, rodeada de altas sillas de maderas oscuras y tapizadas de cuero, vio una enorme mesa que en su día debió de ser el centro de reuniones y debates de los moradores del castillo, pero que ahora en la penumbra, cubierta de polvo, carcomida por las termitas y medio astillada producía más pavor que otra cosa. Sin embargo, venciendo cualquier recelo, el peregrino sacudió el polvo en una esquina de la mesa y eligió uno de los asientos, el menos deteriorado de la serie, para sentarse y degustar lo que su madre le había guardado en la mochila. De ella sacó una bolsa de plástico que contenía una cantimplora, pan, queso y algunos embutidos.

Se hizo un bocadillo de morcilla y comenzó a cenar tranquilamente. El pan era bueno, hecho a mano y cocido en horno de leña; pero al embutido le notó un sabor raro. “Espero que no esté en mal estado”, pensó.

Pasaron unos minutos y, de pronto, escuchó cantar a una mujer en el piso de arriba. Antonio dio un brinco, recogió con prisas los alimentos, los guardó en su mochila y se arrojó bajo la mesa. Prestó atención a la canción, era de un estilo parecido al flamenco; pero no entendía la letra. Existían tantas variedades del cante flamenco en Andalucía, que era difícil saber a cuál de ellas pertenecía.

Desde su escondite, vio que una luz se deslizaba despacito por la escalera de la torre y escuchó las risas de una mujer y la voz de un hombre; se acurrucó bajo la mesa y pudo ver a dos raros personajes que siguieron hacia la planta baja, alumbrándose con una antorcha. Antonio se levantó del suelo y fue a asomarse a la escalera para ver adónde iban; vio la luz desaparecer abajo y al poco tiempo percibió el chirrido de los goznes de la puerta de entrada al edificio. “Se han marchado”, pensó. Entonces regresó a la mesa y acabó atropelladamente su cena, muy asustado. Se preguntaba qué sucedería si regresaban y lo descubrían.

Tomó la cantimplora y bebió un largo trago de vino para acompañar a los alimentos. Pocos minutos después notó un cansancio repentino e inexplicable. Los parpados se le cerraban y decidió que era hora de acostarse. Limpió con un clínex los restos de comida de la mesa y se tendió sobre ella, puso la mochila bajo su cabeza y cerró los ojos. "La jornada ha sido larga y dura; es lógico que me encuentre agotado," pensó, segundos antes de quedarse dormido.

Llevaría unas tres horas durmiendo cuando un ruido lo despertó. Venía de la planta de arriba. Antonio prestó atención y escuchó pasos precipitados y tacones que resonaban sobre la madera del techo, seguidos de risas de mujer y voces de hombres en un idioma desconocido. Entonces vio que la luz iluminaba la escalera y se escondió otra vez debajo de la mesa. De pronto aparecieron unos personajes extraños vestidos con turbantes y túnicas blancas; llevaban en sus manos antorchas y espadas curvadas. Entraron en la sala y se quedaron en silencio, husmeando el aire y mirando alrededor; luego vieron la mochila sobre la mesa. Uno de ellos alzó el brazo con la antorcha para iluminar mejor y entonces descubrió a Antonio. Todos se acercaron y dos de ellos agarraron al aterrorizado joven por los brazos y le arrastraron hasta sacarlo de su escondrijo. Le colocaron de pie al lado de la mesa y formaron un círculo en torno a él, estudiando detenidamente al chico. De pronto, el que parecía ser el jefe del grupo, le señaló con el dedo y exclamó:

—¡Éste es otro espía de don Juan de Saavedra! Le arrancaremos los ojos y le cortaremos la cabeza como a los otros, y luego se la enviaremos a su amo, para que aprenda.

Las piernas le temblaban tanto que Antonio se dejó caer de rodillas. Miró, espantado, al terrible y nauseabundo ser humano que le observaba amenazadoramente. Bajo el turbante había una calavera oscura, cubierta con una piel momificada, reseca, y una luenga y canosa barba; tenía los ojos hundidos y brillantes, color de fuego. Gruesas venas descarnadas cubrían los huesos de sus brazos y manos, formando una red sanguinolenta y brillante. Las manos que sostenían la espada presentaban unos dedos excesivamente largos, con uñas curvadas. Antonio sintió el calor de su orina bajando por las piernas y un olor fétido llenó la estancia. Sacó fuerzas de su alma y exclamó:

—Soy un peregrino inocente… No sé de qué me hablan.

—¡Calla, mal nacido! Te arrancaré la lengua y se la echaré a las ratas. Te cortaré la cabeza y se la enviaré a tu señor. Así comprenderá que jamás podrá conquistar esta alcazaba, y que es a mí a quien dará hijos su mujer amada. Si la quiere, que venga él mismo a buscarla.

El moro levantó su cimitarra y se dispuso a segar de un golpe la cabeza de Antonio, quien, paralizado por el miedo y sin poder articular palabra, se cubría la cara con las manos. En el último segundo, la voz dulce y cristalina de la mujer, que presenciaba lo que sucedía desde la escalera, detuvo el brazo ejecutor:

—¡Deteneos, mi señor! No lo matéis, dejadle ir. Os lo ruego… Este infeliz sólo es un mensajero hambriento que arriesga su vida por una causa que le es extraña. Dejadle libre, mi señor, y que vuelva a su amo y le diga que jamás seré suya, que te pertenezco en cuerpo y alma… Si no ha tenido agallas para venir él mismo a rescatarme, nada merece… Seré tuya, mi señor, solamente tuya… Dejad que este infeliz se vaya.



martes, agosto 09, 2011

MI NOVELA EN KINDLE AMAZON

Tengo buenas noticias:
Ya podéis leer mi novela en vuestro celular IPAD, IPHONE, BlacK Berry, Android y en el PC. Sólo tenéis que entrar en Kindle Amazon y bajarosla.
Sale por unos 4 euros en vez de los 18 + gastos de envío que cuesta en papel.

Argumento:
Miguel sufre un accidente de tráfico, provocado por un conductor suicida, en el que él pierde ambas piernas y muere su yerno. Desde entonces Miguel vive con su hija Lucía y su nieta Rebeca quienes, un verano, le ofrecen irse con ellas a su pueblo, Algar, situado en la ruta de Los Pueblos Blancos.

Miguel se opone y le cuenta a su nieta, a lo largo de diversos capítulos, la historia que le impide acompañarlas: La aventura de los máquis huidos a las montañas y perseguidos por la Guardia Civil; los atracos, secuestros, asesinatos, el contrabando y la hambruna que siguió a esos hechos obligaron a su familia y a otras muchas a abandonar el pueblo y emigrar hacia el norte.

La Pista del lobo es una historia dura de la época negra de España, que llega directamente a la sensibilidad del lector y le hace reflexionar sobre los hechos acontecidos sin buscar culpables.



domingo, agosto 07, 2011

EL ASEDIO AL SANTUARIO DE LA CABEZA

Esta mañana he terminado de leer el libro «La epopeya de la Guardia Civil en el Santuario de la Virgen de la Cabeza.» Es un libro raro, cuesta una pasta el conseguirlo en internet. A mí me lo ha prestado un amigo, jubilado como yo, con quien departo sobre los acontecimientos mientras nos bebemos unas cañas.

Había leído mucho sobre la Romería a La Virgen de la Cabeza, la más antigua de España, que cada año se celebra el último domingo del mes de abril, y a la que acuden decenas de miles de fervorosas personas. Poco en cambio sabía de lo que realmente sucedió en ese lugar durante la Guerra Civil en los ocho meses que duró el asedio del Santuario, pues las versiones varían según sus autores sean de derechas o de izquierdas: cada cual arrima el ascua a su sardina. Por ello es conveniente leer a historiadores extranjeros de reconocido prestigio como Hugh Tomas o Ian Gibson.

Sin embargo, dejando a un lado las encendidas proclamas y explicaciones partidistas de cada bando, es interesante observar que todos coinciden en lo siguiente:

En septiembre de 1936, el capitán Cortés acompañado de 249 guardias civiles, sus familias y algunos simpatizantes de los sublevados, formando una columna de 1200 personas, se refugian en el Santuario con la intención de pasarse al bando de Franco.

Más tarde son rodeados por el ejército republicano, que le exige la entrega de las armas y la rendición, a lo que el capitán se niega. El mismo Franco, para quien conservar la posición del Santuario no merecía la pena y necesitaba sus batallones en otros lugares, le envía a la Cruz Roja Internacional para que negocie la rendición y se haga cargo del personal civil, asegurando el buen trato y respeto a sus vidas. El capitán se opone a ello y al cabo de ocho meses de asedio con hambre, bombardeos y ataques el santuario se derrumba y cae en manos del ejército republicano. De los 249 guardias iniciales sólo salen de las ruinas 60, y otros 107 guardias permanecen gravemente heridos entre los escombros. Entre ellos, el capitán Cortés, a quien la metralla a abierto un boquete en el vientre. Los republicanos encuentran un centenar de tumbas en un lateral del Monasterio, con un cartel en la entrada del recinto alambrado que dice: “La Guardia Civil muere, pero no se rinde”.

Al verle tan gravemente herido, el comandante de las fuerzas republicanas le dice: ¡Sois unos valientes!, con doscientos hombres como ustedes llego yo a Burgos”.

Todos los historiadores coinciden en lo siguiente:

1 El buen trato que se les dio a los prisioneros.

2 En la condecoración al capitán Santiago Cortés González con la Cruz Laureada de San Fernando, la más alta condecoración militar.

3 En que desde ese mismo año en todos los cuarteles de la Guardia Civil existe una placa en sus salas de armas conmemorando su nombre y la duración del asedio, que dice: Capitán Cortés, septiembre 1936 -1 de mayo de 1937.

Este asedio, tan importante o más que el del Alcazar de Toledo, ha sido siempre silenciado en los medios culturales y políticos, nunca se ha hablado de ello ni aparece en muchas de las enciclopedias populares más conocidas, como la recientemente publicada por el diario El País.

4 Coinciden también los historiadores en que el sitio del Santuario no tenía ningún valor estratégico, pero fue utilizado por el ejército franquista para mostrar ante la opinión internacional a los milicianos como salvajes sin escrúpulos y sedientos de sangre, y a los tres centenares de guardias como héroes dispuestos a morir cumpliendo su deber ante un ejército infinitamente superior formado por 12 mil hombres, varios tanques, ametralladoras, cañones y aviones.

El poeta Miguel Hernandez fue uno de los que participó en el asalto del Santuario de la Virgen de la Cabeza defendido por el capitán Cortés de la Guardia Civil, según contó el propio Miguel en el Ateneo de Alicante. Existe una fotografía donde se ve a Miguel junto al diputado Martínez Cartón, jefe de la XVI Brigada, con prismáticos, a Vittorio Vidali o comandante Carlos, a otros oficiales en ese frente. El asalto duró ocho meses, el Santuario se tomó el 1 de mayo de 1937 a las 15´15 horas.

Esta afirmación de participación en el ataque fue una de las acusaciones esgrimidas con más vehemencia por el Fiscal militar en el Consejo de Guerra contra Miguel.

Contrariamente a lo publicado por la prensa y los escritores franquistas, Miguel afirmaba que en el asedio el ejército republicano estaba formado por campesinos civiles que carecían de preparación militar y luchaban sin armas apropiadas: escopetas de caza, trabucos, hondas, palos y navajas... No fue hasta el mes de abril del 37 que acudió en su ayuda el batallón de Martinez Cardón con todo su armamento, y entonces, en dos semanas, acabaron con la resistencia de los defensores del Santuario.

El Santuario de la Virgen de la Cabeza fue reconstruido y ampliado en los años 50. Desde entonces continúan las peregrinaciones y romerías en honor a la Señora.

Ya desde mi época estudiantil supe de la Romería por mis compañeros del Instituto y me prometí visitar algún día el Santuario de la Virgen de la Cabeza; pero no fue hasta 2004 que pude hacerlo, aprovechando un viaje a Madrid para ver a mi nieto: Al llegar a Andújar, me desvié de la autovía de Andalucía y subí con mi esposa al Cerro del Cabezo. Mi mujer se emocionó mucho y le ofreció a la Virgen un ramo de flores. Luego continuamos el viaje para ver a Iván, nuestro único nieto hasta el momento.

Aquella vez salimos del camerino de la Virgen y pasamos por el patio interior de la iglesia, un patio lleno de macetas;allí vimos una imagen pequeñita de piedra, que sustituye a la auténtica imagen fundadora del Santuario, la cual desapareció en la Guerra Civil. Luego salimos fuera a admirar el paisaje, y me impresionó ver en una plazuela un monumento fascista: un águila de bronce sobre un pedestal de piedra, erigido en honor a las victimas del asedio.El artículo lo publiqué aquí.

El libro ha sido escrito, supervisado y editado por una Comisión de la Guardia Civil, cuyos responsables aparecen nominados en la contraportada. Al final muestran una bibliografía con la lista de archivos y documentos consultados para apoyar el texto, y también la lista de muertos y heridos en el ataque con sus respectivas graduaciones.

Ya digo: me ha gustado mucho el libro por los datos que aporta sobre las razones que movieron a los guardias a revelarse contra La República y la situación en que vivían en el Santuario los asediados, cosas que leo de la mano del mismo capitán Cortés a través de los partes que a diario enviaba con palomas mensajeras y los mensajes con heliógrafos, conservados en el Archivo Nacional y reproducidos en el libro.Así mismo, me gustan mucho las excelentes descripciones que da del entorno.

Aborrezco, en cambio, los pasajes abundantes en que el autor imparte cátedra e intenta justificar lo injustificable: el golpe de estado en una democracia; la división entre los buenos: los que tienen el favor de la Virgen que preside el Santuario y que dieron su vida por defenderlo,y los del bando republicano: los malos, los salvajes que violan y asesinan a las mujeres y prisioneros. Afirman, en sucesivas ocasiones, que los republicanos son “Ordas salvajes”,y ellos, en cambio, como verdaderos cristianos, respetan a las personas, etc, etc.

Por eso siempre he preferido documentarme leyendo a autores extranjeros, neutrales y ajenos al conflicto, como Larry Collins y Dominique Lapierre en su novela “Llevarás luto por mí”, o "La Guerra Civil Española", de Hugh Tomas, o en otros temas de Ians Gibson

jueves, agosto 04, 2011

IV ENCUENTRO DE POESÍA EN LA RED

Hola, Amig@s: No sé si ya os he comentado que los próximos día 23 y 24 de septiembre se celebrará el IV Encuentro de Poesía en la Red en Sigüenza, Guadalajara, en el cual me he inscrito para leer, si mi crónica afonía me lo permite, un par de poemas.
Al Encuentro acudirán más de sesenta poetas de todos los rincones de España y alguno del extranjero, quienes, en una sesión maratoniana que comenzará a las 16 horas, subirán al estrado para recitar o dar lectura a sus poemas, dos cada uno.
La sesión finalizará con una espléndida cena en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Los poemas leídos serán recogidos en un libro que ya se está preparando y estará esperándonos en el recital para que nos llevemos un recuerdo del Encuentro.
La portada será la que ilustra esta entrada; el precio aún no lo sabemos, pero según he entendido rondará entre los 6 y 10 euros.
Si os interesa, todo lo relacionado con este acontecimiento lo podéis leer en las numerosas entradas de este enlace.

domingo, julio 31, 2011

Valentín González, “El Campesino”


La pasada semana me prestaron este libro de 190 páginas, que sólo se encuentra en el mercado del libro usado a un precio que ronda los 20 euros + gastos de envío. Se trata de un valioso documento que derriba al mito legendario de la Guerra Civil Española, Valentín González, “El Campesino”.

A veces el autor lo ensalza; otras lo fulmina con las más graves acusaciones, según que las afirmacionnes del protagonista sean a favor o en contra del comunismo.

Y es que la historia de El Campesino es un conglomerado de traiciones a su Causa y de actos terroristas salvajes llevados acabo contra el enemigo pero también contra sus mismos soldados, sazonados con la gloriosa odisea de resistir durante nueve años el castigo y la tortura en los más inhumanos campos de concentración rusos, de los que consigue escapar dos veces.

Si bien el libro hay que leerlo con extremada cautela (Ha sido publicado en España durante los años más intensos del franquismo), teniendo cuidado de no dejarse influir por la sutil propaganda y las justificaciones del Régimen que contiene, los datos que aporta basados en los apuntes del Archivo Nacional y en las Memorias publicadas por el propio Campesino, constituyen documentos históricos escasamente conocidos por la opinión pública.

Por ejemplo: El diario "C.N.T." de Madrid explica que cuando trabajaba en la mina e intentaba afiliarse a los grupos anarquistas, éstos le dijeron que aún era muy joven y no tenía agallas para hacer lo que hacen los hombres. Y para demostrar su valía los citó a una determinada hora en la noche en que su padre llegaría a la mina conduciendo un camión cargado de dinamita y cuando llegó el camión lo hizo saltar por los aires con su padre dentro."El Campesino" contaría muy jactanciosamente lo que hizo para merecer ser contado entre los terroristas:

"—Bueno, le dije, mañana por la noche yo os probaré que ni soy un cobarde ni ando de acuerdo con mi padre. Que vengan a la carretera después de cenar unos cuantos compañeros. Cerca de mi casa habrá un camión de mi padre cargado con materiales.


-Y, en efecto, cuando vi a los compañeros que se apostaban a cierta distancia para observarme... ¡Hice saltar el camión de mi padre a la dinamita!


Y lanza una carcajada que hace retumbar la estancia."

Tras esa prueba de valor fue aceptado y le nombraron jefe de una división de soldados.

También se hizo famoso en el Ejército Republicano porque llevaba siempre a su espalda la “Despanzaburros”, una ametralladora que usaba para asesinar a cualquiera de sus soldados que retrocediera o se asustase. Algunos jóvenes milicianos, reclutados a la fuerza y conducidos al frente, sentían pánico al ver los aviones y tanques enemigos, y eso bastaba para El Campesino los acribillara por la espalda. Cuentan algunos historiadores que hubo más bajas milicianas en la batalla del Ebro muertos a balazos por la espalda, que muertos por disparos de frente, realizados por el Ejército Nacional.

A los que se destacaban en el frente los premiaba entregándoles un documento firmado por él que decía: “vale para acostarte con la mujer que quieras”. Miles de mujeres del lado republicano fueron violadas por sus mismos soldados “defensores”.

Las memorias son tan fantásticas como increíbles; fueron escritas por su lugarteniente Gorkin en México, y hay quien dice que son inventadas y escritas bajo encargo de los EE.UU para socavar la credibilidad del sistema comunista, que en aquellos años conseguía adeptos en todo el mundo. Por que, ¿puede un hombre enfermo y famélico escaparse de un campo en el norte de la Siberia a 50º bajo cero y atravesar toda Rusia huyendo de la policía y servicios secretos asistidos con perros entrenados y llegar a Irán?

El Campesino vivía con la obsesión fija de escapar de las horrendas cárceles rusas, y lo único que conseguía cada vez que lo intentaba es que los guardias lo descubrían y aumentaban la condena.

Dos veces logra escapar de las cárcerles del norte e intenta llegar al sur de Rusia para salir por Yugoslavia o Irán; pero las dos veces es detenido, torturado y condenado a trabajos forzados en minas y en el Metro de Moscú. Milagrosamente, sobrevive a todas clases de torturas y a trabajos durísimos durante los casi diez años que permanece en esos campos, hasta que ocurre un terremoto que destruye la ciudad y el campo de concentración y así escapa logrando llegar, tras muchas penalidades, hasta la línea fronteriza con Irán.

Lo curioso es que fueron sus propios compañeros españoles quienes lo acusaron y provocaron que fuera condenado.

El Campesino vuelve a Francia, donde intenta recuperar en el Partido Comunista el prestigio que alcanzó como general en la Guerra Civil, pero sus mismos camaradas, Dolores Ibarruri “La Pasionaria” y el general Lister, se han encargado de desenmascararlo como el cobarde que huyó en la batalla del Ebro abandonando a sus soldados a la merced del Ejército de Franco. Entonces publicó sus memorias y ello le reportó unos ingresos importantes que le permitieron vivir en un palacete en la Rue Truffault, nº 53, en París.

Entonces la editorial del libro y el semanario París Match le proponen provocar escaramuzas en el norte de España y venderles la exclusiva. Alegan que eso aumentaría la tirada de su libro y además, al publicar sus aventuras en la guerrilla su fama como militar revolucionario llegaría a los confines de la Tierra.

Así lo hace: Montan un campamento en el sur de Francia donde entrenan a los jóvenes simpatizantes del comunismo y algunos antiguos refugiados políticos españoles, que están dispuesto a morir por reinstalar la República en España. Cruzan la frontera y se enfrentan a la Guardia Civil, destruyen postes eléctricos y atentan contra los trenes. Ignoran que El Campesino no actúa por convicciones políticas; lo único que le mueve es el dinero que le pagan las editoriales por entregarles la crónica en exclusiva. Y así, poco a poco, El Campesino va enriqueciéndose a costa de la vida de todos los que ingenuamente le siguieron. Fracasado el intento de entrar en España, se va a luchar en Cuba y en Marruecos, como mercenario. Las editoriales publican las exclusivas y él se enriquece.


En 1977 llega a España y en 1982 sale en televisión contando sus azañas y pidiendo el voto para Felipe González. Éste es el hombre que la izquierda española ensalzaba y presentaba como un héroe, usándolo para conseguir los votos de los que sueñan con la 3ª República.
En sus memorias denuncia a las grandes figuras del Partido Comunista Español (La Pasionaria, Líster, Carrillo…).

Se le conoce un matrimonio del que nacieron tres hijos, desaparecidos durante la Guerra Civil.

Muere en Madrid en 1985.

viernes, julio 29, 2011

RESTAURANTE "LA PERDIZ" EN CAMPILLOS (MÁLAGA)


En relación a una de las últimas entradas que he puesto en este blog me han preguntado si me pagan algo por hacer publicidad de los lugares que visito. Nada más lejos de eso, lo hago por las siguientes razones:

1º Para recordar en todo momento todo lo que vi y sentí al disfrutar lo que ofrecían al visitante. Ya se sabe que a cierta edad la memoria nos abandona.

2º Para que el que me lea tenga una orientación de lo que se va a encontrar si el destino le lleva a ese mismo lugar.

3º Para actualizar mi blog, que a veces no se me ocurren ideas, y las veleidosas musas hace tiempo que me abandonaron por otros más jóvenes y guapos.

4º Para practicar la escritura, pues para el que sueña con ser escritor nada mejor que escribir a diario.

5º Y para presumir de haber estado en esos sitios, ¡joder, que todo hay que decirlo!

Pero hoy es otra razón la que me mueve a poner esta entrada: esta gente me cae bien. Que en este mundo tan corrupto aún existan personas amables y honradas que se desvivan por satisfacer a sus clientes, es de agradecer. Ya se sabe: «De mal nacido, es ser desagradecido».

En entradas anteriores sobre restaurantes de la sierra gaditana he expresado mi descontento con el servicio que he pagado. Al César lo que es del César.

Resulta que en 2003 trabajé tres meses en la aldea llamada Estación de Bobadilla, y en el restaurante que hay enfrente de la estación de trenes degusté por vez primera un menú veraniego denominado «Porras de Antequera». Me encantó.

Al medio día íbamos a comer allí un grupo de media docena de trabajadores de mi empresa (Estábamos construyendo un silo en la fábrica de cementos ubicada a dos km de la aldea)

Mi jefe solía cenar en el restaurante “La Perdiz”, en Campillos –un pueblo famoso por sus fábricas de pieles, situado a 17 Kms. de la estación de Bobadilla–, y un fin de semana en que tuve que quedarme para terminar un trabajo me invitó a comer en ese restaurante. Me llevé una grata sorpresa: a pesar de su apariencia lujosa, de su gran aparcamiento privado, de la intimidad de su comedor y de sus camareros pulcramente vestidos de blanco, era más barato.

Se lo comuniqué a mis compañeros, pero éstos decidieron seguir comiendo en el mismo local por tres razones contundentes: sólo teníamos una hora para comer; nos ahorrábamos hacer 34 kms (ida y vuelta) y, sobre todo, porque Lola, la mujer de 36 años que nos servía la comida caminando entre las mesas moviendo sensualmente su precioso trasero, que lucía enfundado en unos gastados vaqueros, estaba riquísima. ¡Cientos de ojos la seguían a todas partes! (los míos hasta sangraban), mientras su marido observaba tras el mostrador del bar y sonreía, ufano él, al intuir las pasiones que su mujer desataba.

En fin, que finalizaron las obras y cada uno se fue por su lado. Desde entonces no me he detenido ni en Campillos ni en Bobadilla, a pesar de que he pasado varias veces por allí para ir a Granada o Alicante. Hasta el lunes pasado.

¿Qué ha sucedido para que yo decidiera comer en La Perdiz a las tres de la tarde, sintiendo cómo me arañaba el hambre desde la una, y habiendo pasado ante cientos de restaurantes de todas categorías en el camino?

Fue porque, casualmente, el día anterior leí en una página de Internet, dedicada a buscar alojamiento, una carta publicada por una señora que había comido allí:

Opinión añadida por ÍNÉS MARÍA DÍAZ CANTERO

comentario

"Estas letras van dirigidas al personal de hostelería. El pasado día 15 del presente mes mi familia, y yo regresábamos de nuestras vacaciones, y paramos a tomarnos un refresco y estirar las piernas. Una vez terminado reanudamos nuestro trayecto, aún nos quedaban unos 200 km. De viaje. Cuando llegamos a casa mi marido ( con la cara desencajada) me dice que dejó olvidada en el restaurante su bolsa que contenía su cartera, carnet, dinero, llaves.... Intenté tranquilizarlo recordé el nombre y por internet localizamos el teléfono, y cuál fue mi sorpresa cuando me dijo el camarero que se encontraba allí, que estuviera tranquila. Al día siguiente fuimos a por ella y estaba todo en orden. Gracias por vuestra profesionalidad y lealtad a vuestros clientes. Por cierto el café y el mollete con jamón recién cortado están de escándalo."

Después de leer esa carta decidí volver a comer las Porras de Antequera en esa casa. ¡Estaban deliciosas! Y el segundo plato aún más, si cabe. Tenía la memoria del móvil llena y no hice fotos del menú del día elegido, pero lo recuerdo tan bien que lo puedo explicar.

Las porras de Antequera son parecidas al Salmorejo, pero con ingredientes añadidos: tomate cocido y pelado cortado en tiras, huevo duro cortado en trozos, trocitos de jamón y un taco grueso de atún. Se sirve frío en una cazuela de barro.

El segundo plato era carrillada de cerdo asada, con una guarnición de patatas panaderas y un poco de salsa de mojo picón.

El tercer plato a elegir entre fruta, helado o lácteos o café. Yo elegí el café.

Todo por 9 euros. Al pagar me obsequiaron con un llavero y un boli.

El trato fue exquisito y la calidad-precio excelente. Por eso les estoy muy agradecido y publico esta entrada con su receta.

Porra antequerana según publican en sus páginas los restaurante de Campillos:


- Ingredientes para cuatro personas:

· 1 kg. de tomates

· 2 pimientos

· 1/2 kg de pan cateto

· 2 dientes de ajo

· 2 huevos duros

· jamón serrano

· 1 lata de atún

· aceite, vinagre y sal

- Elaboración

· Se descorteza el pan y se desmiga, remojándolo ligeramente

· Se pelan los tomates y se le quita el corazón a los pimientos

· Se echan los tomates, los pimientos, los ajos y un poco de sal a la batidora, y se bate todo agregándole un poco de aceite y vinagre, al gusto.

· Cuando ya esté todo batido, se agrega el pan desmigado y se vuelve a batir.

· A medida que se bate de modo que quede sin grumos ninguno, se reajusta al gusto la sal y el vinagre.

Se sirve en cuencos de barro adornado con huevo duro picado, jamón serrano también picado y atún.

miércoles, julio 27, 2011

DENIA.




Al pasear por las calles de Denia el visitante no ve nada diferente a lo que puede encontrar en cualquier otra gran ciudad costera: Grandes bloques de edificios, plazas y parques; hoteles, restaurantes y bares, comercios, Mercadonas, semáforos y pasos peatonales, excesiva circulación y abundantes playas. Pero si busca bien encuentra que la arboleda que cubre la colina que se alza sobre la ciudad oculta un castillo con mucha historia; y que la vida ha girado en torno a ese castillo, y por ello las estrechas calles que lo rodean forman el casco histórico de la ciudad y es el centro de ocio nocturno con sus numerosos bares de copas y tiendas de “souvenirs”.

El Castillo de Denia está situado en una atalaya junto al mar, en pleno centro de la ciudad. Dinio era el primitivo asentamiento ibero que en el siglo I antes de Cristo escogió el general Sertorio para fundar la ciudad de Diannium. Sus laderas acogieron sus viviendas y fortificaciones; pero actualmente la arquitectura del castillo recoge detalles de todas las culturas presentes en Denia. Destaca especialmente la Torre Roja y la Torre del Consell, de la época almohade, y las defensas y la reconstrucción del Palacio del Gobernador, de inspiración renacentista.

El Castillo alberga actualmente el museo arqueológico de la ciudad, cuyo edificio data del siglo XVII.

Como se deduce por la explicación anterior, Denia es la suma de las muchas culturas distintas que se asentaron en la ciudad. En la comarca se han hallado rastros de los asentamientos íberos, romanos y musulmanes.

Según he leído en algún folleto turístico, Denia ha sido una plaza muy importante en la región. En tiempos de los romanos, el puerto de Denia era lugar de encuentro de gran parte del comercio del mar mediterráneo. El Islam también dejó su huella en el siglo XI, convirtiéndose Denia en uno de los reinos de Taifas más importantes de España. Importancia que permaneció tras ser reconquistada al convertirse en condado y posteriormente en marquesado. A comienzos del siglo XX, Denia es conocida por su comercio de juguetes y a la producción de pasas se le añade la de los cítricos.

Museo de la Fábrica de Juguetes de Denia

En los años 60 Denia crece espectacularmente en cuanto a la instalación en su término municipal de industrias importantes, y a sus ya famosas industrias de elaboración de pasas y cítricos y la fábrica de juguetes se añade la empresa Magdalenas Ortiz, cuyos productos alcanzarían los rincones más alejados de la península, dando trabajo a un millar de personas. Entre ellas a mi sobrina Mari, que me acompañó en todo momento en el recorrido de las calles y el castillo.

Denia cuenta también con una torre vigía renacentista, la Torre del Gerro, llamada así por su curiosa forma de jarra. Se construyó cerca del cabo de San Antonio, un sistema de vigilancia creado en el siglo XVI para prevenir los ataques de piratas berberiscos. En sus muros aún se puede ver el escudo de armas de Carlos V.

Por otra parte, Denia ofrece un buen número de iglesias cuya historia y visita resulta interesante.

Denia se halla en el extremo norte de la provincia de Alicante y goza de un clima cálido y envidiable, con una temperatura media de 20 grados centígrados.

La comarca está salpicada de bellos pueblos donde la calidad de vida es la nota predominante: Javea, Moraira, Ondara, Gata, Calpe...

El peñón de Ifach en Calpe

El macizo del Montgó (753 metros) fue declarado Parque Natural en 1987. Desde su cima, colgado del mar, domina las llanuras de Jávea y Denia. Existen rutas y caminos forestales que permiten ascender por el Montgó, e incluso rodearlo por completo.

Otra zona marina de valor especial es La Reserva Marina del Cabo de San Antonio, donde pueden disfrutar los submarinistas de sus tesoros: comunidades de coral, cuevas y grietas como la espléndida Cova Tallá. Se encuentra en el extremo este del Cabo de San Antonio.

Denia cuenta con 20 kilómetros de costa, ofreciendo todos los tipos posibles de playa. Al Norte se hallan playas de fina arena, mientras que al sur las calas son rocosas con rincones deliciosos.

Para terminar, les adjunto una recopilación de fotos de Denia, su castillo y el museo que alberga en su interior.

martes, julio 26, 2011

ANDALUCES POR EL MUNDO: DENIA


Hace 50 años casi un millón de andaluces emigraron al Norte. Mis padres y yo nos detuvimos en la región valenciana, concretamente en Vergel, un pequeño pueblo de Alicante construido al abrigo del monte Segaria, justo en el límite que separa las provincias de Valencia y Alicante .

A escasos diez kilómetros hacia el Este se halla Denia, la capital de la comarca conocida como Marina Alta.

Ya entonces era un pueblo bonito y rico: su lonja pesquera proveía de pescado a toda la comarca; sus fértiles campos rebosaban de verdes naranjales y de huertas que producían toda clase de verduras. De algunas, como el tomate, se recogían incluso dos cosechas al año: una en febrero, conseguida tras el laborioso trabajo de plantar las matas bajo un techado de cañizo orientado al Sur para recoger en el fondo la luz y el calor del sol en sus horas más cálidas. Las heladas nocturnas las combatían manteniendo encendidas algunas hogueras dispersas en el huerto, usando neumáticos viejos o cañas cortadas en las acequias. En la primera mitad de los sesenta, un grupo de agricultores valencianos fueron los que trasladaron esa idea a los campos almerienses, dando origen a las grandes plantaciones en invernaderos de plástico, que actualmente han convertido Almería en la despensa de Europa.

En esa misma época Denia fue descubierta por el turismo alemán, y las laderas del Cabo San Antonio y el monte Montgó fueron cubriéndose de chalets y urbanizaciones privadas, cuyas calles lucían sus nombres en alemán.

Denia recibía cada año a miles de jornaleros manchegos y andaluces en la época de la recolección de la naranja. Luego ya no se iban: la siembra y recolección del tomate, de los cacahuetes, las judías verdes y las alcachofas; el mantenimiento de los naranjales desde la primavera con el arranque de la hierba, el riego de los árboles y el podado de las ramas lograban empalmar una campaña con la siguiente.

Denia contaba en 2009 con 43 000 habitantes, pero en los meses veraniegos la población supera las 200,000 personas.

La ciudad forma parte de la Costa Blanca, y la separa de Javea el monte Montgó, de 753 metros de altura, un lujo para los amantes del senderismo y del ciclismo. En sus senderos y bosquecillos se pasean ardillas y otras especies de animales autóctonos, y desde el faro que luce en su cima se ve la isla de Ibiza.

En Denia conviven varias culturas y se respetan entre ellas. Los valencianos suelen hablar en su lengua entre ellos, pero cuando se encuentran con personas de comunidades diferentes hablan en castellano, nunca exigen a nadie que aprendan el idioma valenciano si quieren vivir en su tierra, como sucede en otras ciudades del Levante español.

Por eso mi hermano el mayor, al que llamé en 1962 para trabajar en la finca del Marqués de Oriol y Urquijo, situada entre Vergel y Pego, se quedó en esta hermosa ciudad levantina y ahora vive jubilado y rodeado de sus hijos y numerosos nietos. Y como él, un millar de familias andaluzas se instalaron en su término municipal y se han integrado en su cultura. Pero las raíces no se olvidan, y su savia alimenta sus almas nostálgicas, tal como dijo el poeta:

«Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciado de sus riquezas» (Fontanarrosa).

Y en Denia existe la Casa de Andalucía, cuyos socios han organizado por segundo año consecutivo la Feria de Andalucía, a la que he tenido el privilegio de asistir durante el pasado fin de semana.En un recinto ubicado en la plaza en que se celebra semanalmente el mercadillo, se instaló un escenario frente a un centenar de mesas y varias filas de sillas que se llenaban para presenciar el espectáculo mientras la gente cenaba o tomaba unas copas. Para sufragar los gastos, además de la ayuda del Ayuntamiento y la recaudación de la barra del bar, los socios de la Casa de Andalucía rifaban entre los asistentes trajes de flamenca y jamones.

Aunque el programa de actividades funcionaba todo el día, yo sólo acudía a las veladas, y ésas son las que quiero compartir con ustedes:

El viernes se dedicó al cante jondo.

El sábado, a los caballos andaluces.

El domingo, al baile por sevillanas.

Finalizado el espectáculo, que duraba dos horas, una orquesta amenizaba el baile hasta las dos o tres de la madrugada.

Lo que yo les puedo decir, tras vivir con emoción esta experiencia, es que en Denia ha salido todo el folklore que sus andaluces llevaban dentro.

En las siguientes entradas hablaré de la ciudad, de su castillo y su museo arqueológico. Espero les guste.