Reconozco que Julia Navarro no era
mi autora favorita, pues la obra que leí anteriormente, «La hermandad de la Sábana Santa», me pareció aburrida
e inverosímil, y estuve a punto de abandonar la lectura. Mi esposa, en cambio,
no la soportó y la dejó en la página 90.
Esta vez, con “Dime quién soy”
Julia Navarro se ha superado. El narrador, un periodista en apuros económicos, recibe el encargo de reconstruir la historia de su bisabuela, una mujer que resulta ser excepcional, y para ello se desplaza por medio mundo en busca de información. Es una obra de acción, en la
que se retrata a la vieja Europa de los últimos 70 años del siglo XX: espionaje, amor, guerra, campos de exterminio y dolor, mucho dolor.
Amelia Garayoa, la protagonista de esta historia, es uno de esos
personajes memorables literarios que aparecen de cuando en cuando. Su vida
discurre a través de un millar de páginas, enganchando al lector desde las
primeras, aunque ciertamente haya fragmentos prescindibles.
Siguiendo la estela de Amelia, el periodista
nos lleva a París, Moscú, Varsovia, El Cairo, Buenos Aires, México, Londres… Un
recorrido a través de medio mundo, hasta llegar al inesperado y emotivo final.
Con «Dime quién soy», Julia
Navarro pasa a ocupar un sitio en mi librería entre los mejores escritores
mundiales de novelas de acción y espionaje, mi género preferido.
Hija de una familia acomodada y
republicana, Amelia no duda en abandonar a su marido y a su hijo para seguir a su
amante, un líder comunista que la utiliza para sus fines políticos. Vivirá la
convulsa historia de la España de los años 30, el golpe
de estado de Franco y sus secuelas, conocerá de primera mano las purgas de
Stalin, luchará contra las SS de Hitler; se unirá a los grupos de la
resistencia en Alemania, Italia y Grecia, sufrirá torturas con la GESTAPO en campos
de concentración y cárceles; vivirá la mitad de su vida en Berlín Este,
tras el telón de acero, y conocerá la desilusión de los berlineses, quienes en
1945 vieron a los rusos como libertadores de Hitler para acabar comprobando que
habían salido de un infierno para meterse en otro peor…
Una novela apasionante que no les
va a defraudar.
Lo que menos me ha gustado:
A) Párrafos con diálogos que se
repiten varias veces a lo largo del libro: El periodista se ha desplazado a
otro país para conocer la historia de la protagonista y, tras escuchar un
fragmento de la historia, le pide a sus informadores más detalles sobre Amelia. Éstos
le responden invariablemente: «Tenga paciencia.Vaya paso a paso para recomponer el puzzle, y
luego venga de nuevo.»
B) Me resulta extraño que para
conocer una anécdota de Amelia de boca de un familiar, de historiadores, o de profesores de universidades el periodista
deba tomar el avión y viajar a Barcelona, Paris, Londres, Berlín, Nueva York,
Roma…, habiendo teléfonos, video llamadas, Messenger, correos electrónicos etc.
Sólo encuentro justificados los viajes a Londres cuando se trata de leer
documentos clasificados como secretos que
no pueden salir del país.
«El libro merece la pena ser leído
porque refleja maravillosamente una época convulsa, donde todo perdió
completamente el sentido. En España, Italia y Alemania se asentaban en esos
años (la novela arranca en 1935) regímenes totalitarios que acabaron con las
libertades y con las vidas en nombre de la derecha más extrema. Y a la vez
en la Rusia de
Stalin, abanderado del comunismo, se llevaban a cabo purgas contra todo aquel
que se consideraba disidente.
La Europa democrática, la que
siempre sale a la palestra dándonos lecciones de libertad, miró hacia otro lado
y permitió que acampara a sus anchas la locura, protagonizando, en el caso de
Francia, acciones vergonzosas como el confinamiento de los exiliados españoles
en campos de concentración, disfrazados de buenas intenciones.
Y en medio de todo, el pobre
personaje de Amelia: una mujer luchando contra los dictadores, contra la moral
basada en el machismo exacerbado y contra ella misma, quizás por permitir al
corazón sentimientos que estaban profundamente condenados y penados, en el
juicio sumarísimo que su cerebro de mujer española y burguesa de la época, se
había hecho a sí misma»
