Once meses llevaba sin ver a mi familia de Castellón y cada vez que decidíamos ir a visitarla surgía un contratiempo: la enfermedad se había instalado en mi casa y exigía sin pudor la mejor atención, agotando nuestros recursos. Mi familia por su parte debía hacer frente a otros temas como son el colegio de mi nieta, el desempleo y sus secuelas: escasez de dinero y de tiempo. Un parado no puede viajar ni para buscar empleo en otra ciudad, debe estar disponible a cualquier llamada de la oficina del INEM sufriendo, como si de un delincuente se tratase, arrestro domiciliario. En otra ocasión escribiré sobre el INEM y sus abusos.
La semana pasada, mi mujer y yo cogimos un día el coche y salimos para Castellón.
¡Cómo ha crecido la niña! ¡Ni que la regaran con abonos como a los melones! Recien cumplidos los seis añitos, aparenta tener ocho. Fue encontrarnos con ella y besar su carita de piel cálida y fina como la porcelana y olvidarnos del mundo y sus problemas.
En los días siguientes la hemos acompañado a su clase de patinaje, hemos ido de compras, a comer una parrillada en el parque de las ardillas del Grau de Castellón, a Valencia a ver a sus primos, la entrada a clase en el colegio… Mi yerno se encarga de la cocina y no deja a nadie acercarse a ella mientras hace la comida.Nos hace churros para desayunar, paellas, carne al horno, parrilladas...
Mi yerno es muy trabajador y atento con mi hija, y como todo compañero moderno colabora en las faenas de la casa. Yo también colaboro en casa, a pesar de que me criaron con otra mentalidad: subo y bajo las persianas, levanto los pies cuando pasa la fregona, ayudo a hacer la cama, me como sin rechistar todo lo que guisa mi Carmen... Nunca es tarde para cambiar de actitud.
No existen palabras para expresar la felicidad que sentimos los abuelos cuando podemos disfrutar de la compañía de nuestros nietecitos.
Mi nieta y sus mascotas: "Bobi", un perro muy noble que tiene dos años más que ella, y "Guala", una codorniz criada a mano con papillas.
Una tarde quedé con Amelia, una amiga que conocí en el Encuentro de Poetas en la Red, celebrado en Sigüenza el pasado septiembre. Esa tarde llovía a cántaros en Alcora, el pueblo en que vive mi familia, ubicado a unos 50 kms de la capital. Había quedado con Amelia en el centro de Castellón para merendar. Amelia es Licenciada en Matemáticas, y poeta en sus ratos libres. Es una mujer muy activa y pertenece a una asociación de artistas castellonense que además de a excelentes poetas acoge en su seno a escultores, pintores y escritores. Mientras merendábamos intercambiamos nuestros regalos: yo le ofrecí mi novela « La pista del Lobo», y ella me entregó un ejemplar del poemario que al sábado siguiente presentaría en la cafetería "Diablos Azules", en Madrid.
Luego me invitó a la clausura de la exposición de pintura de una amiga: Maite Cuartero.
Se trataba de pintura abstracta, un género para entendidos, que no es mi caso. Pero como pueden apreciar en las fotos son cuadros muy coloridos y armoniosos que quedan muy bien en la pared de un salón.
Se trataba de pintura abstracta, un género para entendidos, que no es mi caso. Pero como pueden apreciar en las fotos son cuadros muy coloridos y armoniosos que quedan muy bien en la pared de un salón.
Amelia y Maite Cuartero.
Al acto asistieron una docena de personas, entre ellas tres amigas de Amelia dedicadas al “Bel canto”, eran sopranos y actúan en diversos actos culturales de la ciudad. También me presentó al pintor y poeta Marcelo Díaz, que fue con ella a Madrid para la presentación de un libro. Pasé un par de horas muy feliz con ellos, degustando un vino acompañado de dulces y embutidos típicos de la zona.
Otro día, mi hija me llevó a comer al parque del Golf, en el que abundan las ardillas, unos preciosos animalitos asustadizos e hiperactivos que trepaban por los pinos y se acercaban a unos metros para ver si les daban algo de comer o para coger con sus manitas lo que la gente dejaba en las mesas. El tiempo amenazaba con lluvia cuando salimos de casa, pero se portó bien con nosotros y nos regaló un sol espléndido durante todo el día para que disfrutásemos de momentos inolvidables.
El domingo siguiente fuimos a Valencia para ver otra rama de la familia: mis hermanas y sobrinas, mi hijo mayor, su esposa y mi nieto Ivan.
Ivan tiene doce años y está en la fase de la pubertad, la del Acné y el cambio de voz. Está creciendo sin parar y se le ve muy delgado. Como todo hijo único que se precie, Ivan es un chico mimado que disfruta de una habitación exclusiva repleta de juguetes, artilugios para hacer deporte y toda clase de aparatos electrónicos e informáticos. Es un chaval muy noble, pero un poco reservado. En Valencia no podía faltar la típica paella, y mi nuera se la encargó a un bar para las dos de la tarde.
No es por nada, pero las paellas que hace mi Carmen le dan cien vueltas a la que ven en la foto, hecha por valencianos profesionales.
Y eso es todo lo que quería contarles. Ahora de vuelta en mi casa, a tantos kilómetros de distancia de ellos, me pregunto cuándo podré verlos de nuevo.
Juan me ha encantado tu viaje, tiene añoranza, dulzura, entretenimiento, arte y ademas muy divertido. Felicidades por tu gran familia, gracias por compartir tan bellos instantes.
ResponderEliminarBesos.
Es solo volver a llenar de combustible tu coche y salir de viaje!!!!
ResponderEliminarYa pasó un año que fuiste allá??? Dios mío como el tiempo pasa.
Como me gustan las ardillas!!!
Tu nieta está preciosa.
Que feliz te veo cerca de todos tus hijos en este mes de Abril.
Besos y cariños Juan,
Flor
La niña es preciosa, felicidades a los orgullosos papás y abuelos :-) Me alegra que te divirtieras, Juan. Besos!
ResponderEliminarPor cierto felicidades también (por tu familia gallega), preciosas fotos.
ResponderEliminarUna gozada de viaje por lo que veo, gracias por compartirlo con tus amigos... Amelia... que dulce de mujer. Besos
ResponderEliminarQue sea pronto y nos lo vuelves a contar.
ResponderEliminarMuy entrañable todo.
Saludos.
Me alegro mucho por ustedes, estos viajes de encuentro con familia y amigos les dan mucha energía y motivación.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
Querido amigo Juan:
ResponderEliminarUn relato de familia impresionante. Ciertamente por los nietos hacemos lo que haga falta.
Has estado muy cerquita de mi casa en Valencia, pues aunque no soy Valenciano llegué a esta hermosa ciudad hace 35 años y aquí me quedé.
De la paella... mejor no hablemos, pues en estas tierras, me he comido la mejor y la peor y si me hubieras avisado, yo te habría hecho una que te hubieras chupado los dedos, je,je, je.
Bueno amigo, me alegra hayáis pasado unos días inolvidables.
Un abrazo para ti y para toda tu familia:
Antonio
Juan, veo que te lo pasaste de maravilla junto a la familia.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Gracias, Mercedes! Pienso viajar a Galicia este año.Me detendré en tu ciudad para comer o merendar y conocerte en persona, tal como he hecho con Amelia. Besos
ResponderEliminarPor cierto, ¿vives en Cáceres o en Olivenza? Dímelo por email.Un beso
Sí, Florecilla, un año hacía que no les veía, pues los esperábamos por navidad y no pudieron venir.
ResponderEliminarSí, claro, coger el coche y ya está, pero... Aún me duelen los riñones de conducir.Un beso, guapa.
¡Muchas gracias, Ana! La niña está pa comérsela, a nosotros se nos ace la baba. Besitos para ti.
ResponderEliminarMercedes, ¿ a qué fotos de mi familia gallega te refieres?Ya me dirás aquí o en Face. Besos
ResponderEliminarHola, María! Me alegro de verte de nuevo. Gracias mil por tus ánimos. Besos
ResponderEliminarHola, Lola! Muchas gracias por tu visita y amables palabras. Amelia e una gran persona. No sé qué le sucede pero no me ha vuelto a escribir desde entonces. ¿Estará enferma o sin internet?
ResponderEliminarBueno, pues la verdad es que su libro me encanta, está lleno de sensualidad y ternura. Un beso
Espero que tengas razón, Toro Salvaje, y pueda vover a viajar pronto. Saludos
ResponderEliminarHola, Marian!
ResponderEliminarLa verdad es que sí, esta visita nos ha cargado las pilas y nos ha dado vida.Gracias por tus palabras. Besos
Tienes razón, amigo Ambairo,sin duda pasé cerca de tu casa, pero fue mi yerno quien nos llevó en su coche a Valencia y no pude hacer planes. La próxima vez me pongo en contacto contigo y tomamos unas copas.Un abrazo
ResponderEliminarHola, amigo Antonio:tú ya sabes que siempre produce una gran felicidad estar con los nietos, y si hace tiempo que los añorabas como es mi caso, imagina lo felices que estábamos Carmen y yo.
ResponderEliminarBueno, amigo, que lo paséis bien en Bilbao. Ya me contarás. Abrazos
Felicidades por la familia que tienes, e imagino que ellos de vosotros pensarán lo mismo. Un viaje entrañable, y del que habréis regresado contentos -carreteras aparte-. Por cierto, Amelia también me cae muy bien, una buena amiga del facebook.
ResponderEliminarUn abrazo amigo Juan
Gracias, amigo Juan. Amelia es un excelente persona, te lo aseguro.Me alegro que sea nuestra común amiga. Abrazo.
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