En estos días se celebran en El Puerto muchas zambombás en diferentes bares y restaurantes, y ayer, sábado al medio día, estábamos mi esposa y yo en casa a punto de comernos un estofado de carne con guisantes y nos llamó Moisés, nuestro tercer hijo por orden de llegada, para invitarnos a comer en «El Extremeño», un restaurante en que se llevaría a cabo una zambombá. Guardamos el estofado para la noche y nos fuimos a casa de mi hijo.
Moisés nos esperaba con su novia, una encantadora muchacha llamada Mari Carmen, natural de Santisteban del Puerto, en la provincia de Jaén.
Para quienes no sepan a qué me refiero, una zambombá es un espectáculo que ofrece un grupo de personas de ambos sexos que cantan villancicos acompañándose de guitarras, panderetas y otros artilugios navideños.
La hora señalada era las dos de la tarde. Llegamos diez minutos antes y nos situamos en un rincón estratégico desde donde pudiéramos ver el espectáculo confortablemente. Pero dieron las tres, y las cuatro, el local estaba a tope y allí no venía nadie a cantar. El dueño nos invitó a degustar gratis unos platitos de berza y de menudo, para acompañar las cervezas que pedíamos.
Como se retrasaban tanto, pensamos que lo de la zambombá era sólo un reclamo para atraer a la gente, y decidimos marcharnos a otro lugar. Caminamos un rato disfrutando del día, hasta llegar al Bar Restaurante Puerto, donde nos pusieron especialidades marineras: Pulpo a la gallega y una bandeja surtida de pescado frito, acompañadas con vino albariño, un Segrel. Estaba riquísimo, y el personal muy atento y amable.
Para aprovechar el sol les invité a tomar los postres y el café en una terraza soleada y fuimos caminando un poco viendo el ambiente que había en la zona de copas del centro. Entramos en un local que frecuenta mi hijo, un sitio muy conocido por la gran publicidad que hace de sus locales en la emisora local de radio y TV: La bodeguilla del Bar Jamón.
Plaza del Ayuntamiento con el nuevo teatro Muñoz Seca al fondo
Pedimos tres cuñas de tarta de queso y de nueces para acompañar el café, y además, una copa de "sol y sombra" para mí, pues acostumbro a tomar una copa tras el café. Cuál no sería mi sorpresa cuando me la negaron diciendo: «Aquí no servimos copas de ninguna clase de licores ni bebidas espirituosas, solo vino».
Me supo muy mal, y señalo aquí expresamente el nombre de La bodeguilla del Bar Jamón para que estén ustedes prevenidos si deciden venir al Puerto de Santa María. Bien está que prohíban fumar en los bares porque perjudica a los no fumadores; pero que se nieguen a servirme una copa con el café es inaudito e inaceptable. Sí, de acuerdo, en La bodeguilla del Bar Jamón mucho camarero con camisa blanca y caras sonrientes manipulando copas de diseños relucientes para justificar el elevado precio —23 euros por dos cafés con leche, dos copas de vino dulce y tres porciones de tarta—, pero no sirven copas de anís, ni coñac, ron, orujo o wiski.
Me fui disgustado y con ganas de regresar a mi casa, pero no deseaba aguarle la fiesta a mi familia y me reprimí. Pero al salir del bar, nos encontramos con unos amigos de Mari Carmen que se hallaban en la ciudad disfrutando el puente de la Constitución, y mi esposa y yo vimos la ocasión de despedirnos para dejar solas a las dos jóvenes parejas. Llegados a mi barrio, entramos en el Bar Andalucía, el de mi amigo Antonio, del que ya puse una entrada en este blog, y allí nos tomamos un buen café calentito y mi copa de sol y sombra.
A veces buscamos lejos lo que tenemos a dos pasos. Quizás en el barrio los bares no tengan el lujo ni los decorados que lucen en el centro urbano, pero la calidad no tiene nada que envidiarles, el trato es familiar y sincero, y el precio mucho más económico: El café en la bodeguilla del Bar Jamón salía a 1´80, en mi barrio 1 euro; la copa de vino dulce en el Bar Jamón a dos euros; en mi barrio a 1´20; las tartas caseras de La bodeguilla del bar jamón, a 5 euros; en el bar Andalucía me dicen que las tartas caseras me las haga mi Carmen, que ellos las tienen congeladas como los helados. No hay nada como estar entre amigos.
Y ya está. Finalizado el puente de la Constitución y la Inmaculada, mi hijo regresa a su trabajo en Badajoz, su novia al de Arcos de la Frontera, y nosotros nos quedamos solos hasta la Navidad. Entre tanto, mi agenda señala para el martes día 20 una exposición en Jerez de fotografías del amigo José Ramón, uno de mis seguidores, y el 23 la ITV de mi auto, otro impuesto anual de 42 euros además del Impuesto de Circulación, que debo pagar por el delito de tener coche aunque lleve varios meses sin circular.