Mi profesor de Creación Literaria nos puso esta semana a cada alumno la tarea de construir un relato a partir de un título y una anécdota.
A mí me tocó desarrollar el caso en que a una mujer le cae una cagada de pájaro mientras come con sus amigos en el campo, y debo conservar el título:
LA CAGADA
María abrió las ventanas de su dormitorio y miró al cielo.
Después de cuatro días de intensa lluvia,
amaneció el domingo con cielos despejados presidido por un sol radiante.
Se notaba en el aire una pureza y frescura inusitada, y se
percibía el olor a hierba y tierra mojada.
"¡ Gracias, Dios mío, mi niño va a poder celebrar su
cumpleaños como es debido", pensó
la mujer.
El día anterior, preocupada por la lluvia incesante, que la
obligaba a tener la fregona junto a la puerta para limpiar la huellas de barro
cada vez que algún miembro de la familia regresaba de la calle, había decidido
celebrar el cumple de Juanito en el salón comedor,¡qué remedio! Hacía dos meses
que había cambiado los muebles del comedor y temía que los niños mancharan el tapizado de las sillas o rayaran los
muebles.
María corrió las cortinas, se apartó de la ventana, y dando
dos palmadas gritó:
— ¡Arriba todo el mundo, hoy nos vamos a comer al campo!
Juanito, después de desayunar vas a llamar a todos tus amigos y le invitas a
comer. Les dices que hay tarta.
— ¡Sí, mamá!— dijo el niño, levantándose de la cama y
corriendo a asomarse a la ventana.
Después de desayunar, comenzó una febril actividad en la
casa: Juan fue al garaje a hacer sitio en el coche para llevar la barbacoa, las
mesas y sillas, la neverita y los alimentos que su esposa hubiese preparado.
Juanito llamó a todos los contactos que tenía en su teléfono móvil, nada menos
que un Sansung S4 ( Juan no quería que su hijo fuese menos que sus amigos), y María introdujo en bolsas los
tapes con las chuletas, las botellas
rellenadas de gazpacho, la ensaladilla rusa, las sardinas y el agua.
Luego, con todo cuidado, puso aparte el bizcocho que había hecho ella siguiendo la receta de Eva Arguiñano, relleno de crema pastelera, piña chocolate.
Cuando Juan regresó del garaje, María le dijo:
— Mientras tú llevas todo esto al coche, yo iré a comprar el
pan.
Alrededor de las once, llegaron con sus respectivas esposas
Manuel, Sebastián y Carlos, los amigos más íntimos de la familia. Con ellos
venían cinco niños y una niña.
A las tres de la tarde,
tras la suculenta comida, de la cual no había sobrado nada, pusieron la tarta
sobre la mesa. Los niños se pusieron de pie, expectantes, mientras Juan dividía
la tarta en trozos iguales. María, al ver a su hijo ansioso y tan cerca de la
mesa, le dijo:
— Juanito, procura no mancharte la ropa.
Pero por más que le avisara, al rato se le cayó un poco de tarta sobre la camisa.
— ¡ Te dije que tuvieses cuidado, Juanito!
— No pasa nada, mujer —dijo su marido—, eso se lava, y si
hace falta se compra otra. No le amargues el día al niño.
María suspiró,
mirando al cielo, y en ese momento le cayó en el escote la cagada de un pájaro.
— ¡Lo que faltaba, yo riñéndole a Juanito y ahora mirad lo
que me ha pasado!
— Eso no es nada, María. — dijo Juan rebanando con el dedo
la cagada y comiéndosela
No hay comentarios:
Publicar un comentario