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jueves, noviembre 13, 2014

LA VIDA NOS ENSEÑA A...


La vida nos regala cosas nuevas cada día. De ellas aprendemos y fortalecemos nuestra personalidad.
Eso dicen.
La verdad es que a veces nos pone en situaciones en que no encontramos la salida. Un hombre maduro y casado vive su vida tranquila y rutinariamente: leer, salir a dar un paseo con el perro, tomarse un vinito con los amigos y volver a casa a ver la tele con su compañera.
 De noche se acuestan, están unos momentos hablando, se dan un par de besos y luego se dan la espalda para dormir. Periódicamente, una vez por semana o por quincena, por meses o cuando cobran una extra, satisfacen sus necesidades sexuales. No hay pasión, es rutina, casi obligación de cumplir.
Más de pronto un día en el trabajo, o paseando el perro, en la tienda o caminando por la playa encuentra a una mujer que lo deslumbra, su magnetismo le atrapa y hace palpitar su corazón.
Ya no será el mismo hombre.
Su vida cobra fuerza, renacen sus sentimientos y florecen sus sentidos. No piensa en otra cosa que en  volverla a ver, no vive ni duerme si no es pensando en ella. Hace lo imposible por encontrarse con ella.  Se presenta la ocasión, hablan, toman café juntos  y en breve  tiempo nace la amistad entre ellos. Los  besos en las mejillas del saludo se tornan embriagadores, aspira el olor de su piel, siente el calor y suavidad de su rostro... Y cada día que pasa la desea más.
Siente que el tren de  la felicidad  está pasando por delante y le ofrece vida, la vida apasionada de sus años mozos. De pronto cobra especial importancia su figura, su atuendo, sus arrugas, su vientre... Y hará ejercicios, deporte; comprará la clase de ropa que compran sus hijos... Hará cualquier cosa para conquistarla. Y lo consigue. Ella se muestra receptiva, amable y cariñosa. Los dos están a punto de entregarse la una al otro.
¿Y ahora qué?
¿Qué hace con su esposa e hijos, con quienes ha vivido durante tantos años?
¿Qué hace ella con los suyos?
¿Tirarán por la borda tantos años de cariño, sacrificios y alegrías por tener una aventura amorosa?
Porque el deseo es muy fuerte y una vez que se empieza no se puede parar, los encuentros furtivos se repetirán hasta que el cónyuge se dé cuenta de que algo pasa. Y entonces viene lo peor: el escándalo, la separación o divorcio. La ruina, diría yo, pues sólo los millonarios pueden permitirse los gastos y consecuencias de un  divorcio.
¿Qué hacer entonces? ¿Dejar pasar el tren que le da nueva vida a tu ser?
¿Dejar ir a una persona que amas apasionadamente, sabiendo que te arrepentirás siempre y dejará huellas indelebles en tu corazón para siempre?
¿Continuar con una existencia rutinaria y sin metas hasta que nos llegue la hora del viaje sin retorno?  ¿Vivir el presente sabiendo que es lo que nos vamos a llevar?

 A ver, que alguien me explique qué se puede aprender de esa experiencia. Pero que sea una respuesta realista y humanista, no acepto doctrinas religiosas, moralistas o éticas que no cumplen ni los que las enseñan. Que sea un razonamiento desde el corazón.

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