Los días, como las personas, se
disfrazan. No son lo que aparentan.
Hay días lluviosos y fríos que calientan
las almas, al traerte buenas noticias, cariño o simplemente una carta. Y uno
mira el cielo cargado de nubes oscuras y le sonríe, agradecido por la generosa dádiva.
Hoy en cambio amanece un día soleado y cálido,
y al contrario de ayer me siento triste, rota el alma. Pongo los pies en tierra
y veo la realidad que me asiste: soy un hombre viejo y soñador, cuyos sueños
nunca verán el sol.
El tiempo pasa implacable, y los sueños,
sueños son. De nada sirve tener un espíritu joven y dinámico si no lo acompaña
el vigor.
Uno sabe que las casas se
edifican desde abajo y hay que dar tiempo al cemento para que cuaje; pero es precisamente
eso lo que me falta: tiempo. De ahí mi deseo de vivir cuanto antes las cosas
soñadas, pues mi otoño está próximo a
terminar y luego vendrá el oscuro y frío invierno. No ha lugar a perder el
tiempo en experimentos y estudios que alarguen el proyecto.
Pero ésa es mi opinión, y creo
que no la comparte nadie. Soy un incomprendido.
Pues lo tenemos claro, María. Es como tú dices: un espíritu de chaval envuelto en un cuerpo deteriorado y sin fuerzas. Bueno, a ver si mañana el día me trae buenas nuevas y me reanima. Un beso, querida amiga. Un abrazo a tu marido.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo amigo,muy bonito
ResponderEliminarbesoss
Larisa
Larisa, tú también lo compartes. Gracias por estar, amiga. Un beso
ResponderEliminarQuerido Juan,
ResponderEliminarte entiendo perfectamente,
solo te digo cariñosamente, ánimo, que la vida continúa.....
Un abrazo fuerte.
Querido Juan,
ResponderEliminarte entiendo perfectamente,
solo te digo cariñosamente, ánimo, que la vida continúa.....
Un abrazo fuerte.
estaba seguro de haber dejado comentario
ResponderEliminarpero en fin se perdió.
un saludo y un abrazo Mario
No lo he visto, Mario, Son los duendes de la red. Gracias por tu visita. Un abrazo
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