Comenzó el otoño y llegaron las primeras lluvias con un buen
catarro como regalo para este viejo soñador, ordenador de letras, ya con demasiadas
teclas.
Rodeado de pañuelos, antibióticos y jarabes, observo desde
la ventana como el mundo sigue girando bajo un sol espléndido: los niños juegan
en la plaza mientras su madres hablan entre ellas y un par de hombres pasean a
sus perros. Los bares lucen llenos, de gente con problemas desayunando.
Me pregunto si hace falta el Gobierno, dado que desde hace
un año la vida sigue sin él, mientras nosotros pagamos sus elevados sueldos más
dietas. Los diputados siguen de vacaciones en el Parlamento.
Aquí no se pone de acuerdo nadie. Vamos a las terceras.
Y ante esa posibilidad me vienen a la mente los versos del
poeta:
" Volverán las golondrinas a tu balcón"
Y no, no son
golondrinas lo que vuelven, ¡que son cuervos!
Cuervos que nos han despojado de valores y derechos, de
salarios y pensiones dignas. Cuervos que esperan ganar con mayoría para apretarnos
aún más el cuello y no podamos ni respirar.
La victoria convalida sus recortes: " Si la gente nos
ha votado es porque confía en nosotros y nuestro programa", dirán.
Nuestros derechos son el fruto de largos años de luchas de
toda una generación, doblegada y vencida por los militares en 1936, y de sus
descendientes.
Y ahora han vuelto los retoños del Dictador a arrebatárnoslos, y mientras ellos se asignan
sueldos de 80,000 euros más dietas y
comisiones, aparte de escribir y publicar sus memorias y jugar con la tableta
durante las sesiones parlamentarias, al ciudadano le recortan servicios
sanitarios y educativos y por otra parte les suben escandalosamente los precios de energía,
transporte y agua.
Y sin embargo, la gente sigue votando al equipo que la ha
sometido.
Se equivoca, creo yo, se equivoca. Es como tirar los muebles adquiridos con tanto sudor
sin tener posibilidades de comprar otros.
Es vivir a crédito y ser esclavos de los bancos toda la
vida.
Es admitir recomenzar de cero, de someterse al capricho de
los caciques, quienes deciden el salario y la duración de la jornada de
trabajo. Quienes contratan sólo a los sumisos y a bajo precio.
Es admitir volver a una época en que solo los hijos de los
ricos podían estudiar.
Es tener que ir al
médico de pago porque el seguro no te atiende en condiciones.
¿Se han dado cuenta de que los médicos recetan menos?
Volvemos a la Medicina de la Abuela. El pasado martes fui al
médico a que me enviase al Otorrino por un eczema recurrente que sufro desde
hace un par de años y no lo hizo, ni siquiera me recetó medicinas. Me dijo que
me untara aceite de oliva.
Al pensar que si hay elecciones volverán a ganar con mayoría
absoluta los que nos han retrotraído a los años cincuenta, me desespero. Los
votantes de las clases medias y humildes se equivocan, como presagia el poema
de Alberti:
" Se equivocó la paloma, se equivocaba...
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era agua
Se equivocaba , se equivocaba..."