"Cada país tiene los
gobernantes que se merece".
Y no puedo menos que reconocer que es cierto. Me
refiero a que en El Puerto de Santa María viven permanentemente unas noventa
mil personas, cantidad que aumenta considerablemente en verano.
De éstas, once mil son parados
crónicos desde los años ochenta. Si calculamos que un treinta por ciento son niños, el resto, los
sesenta mil habitantes de la ciudad, deberían acudir a una manifestación en
defensa de las pensiones, un derecho que
está siendo aplastado y que pronto a o tarde les va a afectar de lleno. Pues
bien apenas un centenar ha asistido hoy a la convocatoria.
Ha pasado lo mismo en anteriores protestas,
fuesen por los recortes en la Educación, la Sanidad o falta de trabajo, la temporalidad y los
contratos abusivos.
Después se lamentan en los bares.
Mirando la escasa asistencia y
cómo los pensionistas cruzaban una y otra vez la calle para detener la
circulación y llamar la atención sobre sus problema, recordé un cuento que leí en el colegio
cuando apenas contaba diez años. Su moraleja, nunca he olvidado:
"Un hombre llevaba hombros a un asilo a
su padre
Al cabo de un tiempo vio una roca
en el camino y con mucho cuidado bajó al anciano de los hombros y los colocó
sobre la roca, con el fin de descansar unos minutos. Aún le faltaba más de la mitad del camino por
recorrer.
De pronto escuchó sollozar a su
padre y alarmado le preguntó:
— ¿Qué le pasa, padre? ¿ Le duele
algo?¿ Por qué llora?
entonces el anciano, secándose
las lágrimas, musitó:
— Porque en esta misma piedra me
senté yo el día en que llevé a mi padre al asilo.
Moraleja: el mismo apoyo que estáis dando a
vuestros mayores cuando más os necesitan, recibiréis vosotros, los jóvenes,
cuando os llegue la hora."
Que llegará. ¡Seguro!
Son egoístas, no piensan en sus
descendientes que no van a cobrar nada. Y luego están los que viven subsidiados
y trabajan en economía sumergida: aparcacoches, albañiles, fontaneros... (
algunos aparcan a 100 coches diarios, a un euro. Sacan, pues, cien euros
diarios más los 427 de la ayuda). Esos no quieren que esto cambie, y son los
votantes del partido que les permite hacer eso.
Y luego están los licenciados y titulados
universitarios y los jóvenes trabajadores, o parados, que ya saben que nunca
van a cotizar lo suficiente para tener derecho a cobrar y no se mueven, cuando
es precisamente eso lo que tenían que hacer: moverse y rebelarse contra este
sistema como hicimos nosotros en 1968. Curiosamente, aquellos jóvenes somos
ahora los jubilados que luchamos por nuestros derechos. Ver para creer.
Qué diferencia con la gente del Norte, ellos
si que saben lo que quieren y luchan por ello. Bilbao parecía una colmena
humana estos días en las calles. Luego los andaluces nos quejamos de que a
algunas comunidades el Gobierno las ayudan más que a la nuestra, invierte en
ellas más que en la nuestra. Monta más
industrias en ellas que en la nuestra. ¡Se lo han ganado!
No es que porque sean del PP, es
porque la gente está unida y lucha por su tierra y sus derechos. Aquí preferimos
estar en el bar o en la playa antes de salir a la calle.
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