El día 22 de febrero realicé un viaje relámpago a la bellísima ciudad de Málaga, de la que tantos recuerdos guardo, para asistir a la presentación del último número de la revista Utopía de las Artes, en la cual colaboro. Apenas me dio tiempo para ver un museo y tapear un poco para reponer fuerzas. Recorrí al menos diez kilómetros a pie por sus calles. Málaga es enorme, la zona del estadio está irreconocible. ¡Pensar que yo he visto desbordarse el río Guadalmedina junto al estadio y convertir en laguna el paseo de Los Martiricos, que entonces era solo una avenida llena de eucaliptos y ahora toda esa zona es una ciudad dentro de la ciudad de Málaga!
En Málaga se puede comer bien por un buen precio. Incluso en el mismo centro histórico se ven terrazas anunciando un menú inferior a los 10 euros. Evidentemente no es así en los restaurantes famosos, donde solo por sentarte ya te obran el IVA. Me refiero a que vas por las calles céntricas y ves infinidad de terrazas que uno cree que son caras y no, no lo son. La prueba es que es adonde se ven mas turistas, esos que acostumbrábamos a crujir y que ya se han dado cuenta de que la fama de un restaurante no los alimenta, que lo que alimenta son las verduras, carne y el pescado con sus guarniciones. Junto a las mesas lees el menú y el precio: son baratos, entre 8 y 15 euros.
Yo, cuando voy solo no pido menú; voy tapeando aquí y allá.
A Málaga ya se la va conociendo como la "Ciudad de los Museos", debido a la gran cantidad de salas de que dispone para mostrar la importante y variada riqueza artística que posee a lugareños y visitantes.
En cada viaje intento visitar alguno: Ayer le tocó al Museo de Revello del Toro. Y en mi próximo será al Museo Ruso, Dios mediante.
En la calle Larios encontré un centenar de jubilados que se preparaban para una manifestación en defensa de sus pensiones. Luego vi en el Telediario que en España fueron cientos de miles de pensionistas los que salieron a la calle el jueves. Fueron ellos solos, no se veían a jóvenes, ni gente entre los 18 a 50 años. A la juventud no les importa el futuro de quienes con sus luchas consiguieron el estado de bienestar que ellos han disfrutado hasta ahora. Pero el Karma existe: pronto o tarde, ellos recibirán su paga.
Me emocioné en el IES "La Rosaleda", anteriormente "Escuela de Formación Profesional Francisco Franco", de cuya IX promoción soy parte.
Por la tarde fue la presentación del número 30 de la revista Utopía de las Artes. Se leyeron poemas y escuchamos a artistas consagrados del cante flamenco, como Emi Bonilla.
Fue un día muy agradable y me vine para casa henchido de buenos alimentos: culturales para el espíritu y gastronómicos para el cuerpo.
El Instituto de Enseñanza Secundaria , "La Rosaleda", antigua Escuela de F.ormación Profesional "Francisco Franco" en donde estuve interno durante los años 1955-59, y terminé el bachillerato y examen de reválida con calificación "Notable."
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