¡Hola, amig@s!
Acabo de terminar de leer esta novela, finalista del premio Planeta 2020.
La empecé hace tres semanas, y fui leyendo un capítulo de vez en cuando compaginándolo con la pintura de un bodegón.
La verdad es que me aburría tanta descripción, tanto rodeo para contar una historia. Estuve pensando en dejarla y empezar otra de la docena que tengo haciendo cola, y me dije: “Si no me atrapa, al llegar a la página 200 la dejo.”
Pero lo cierto es que sobrepasé esa página y a partir de ahí el nudo de la historia empezó a deshacerse y a interesarme más a cada página, de forma que entre ayer y hoy me he leído las 183 páginas que faltaban con un nudo en la garganta y la emoción a flor de piel. ¡Qué pena que la primera mitad fuese tan pesada! Si hubiese sido como las que acabo de leer me habría bebido la novela en cuatro días.
SINOPSIS publicada en la contraportada:
Una novela tierna y atrevida sobre los secretos familiares y las emociones silenciadas.
Tras la muerte de su madre, Gabriele vuelve al pueblo de los veranos de su infancia. Allí le espera su padre, con el que no habla desde hace años. Juntos se disponen a cumplir el último deseo de Greta: que las tres personas más importantes de su vida ―su marido, su única hija y su cuñada― esparzan sus cenizas en un lugar donde fueron felices. Los secretos que Greta desvela en las cartas que deja a su familia terminarán con el silencio entre padre e hija y, como en un dominó, alterarán la vida de todos y propiciarán un encuentro inesperado que hará que Gabriele descubra que en la vulnerabilidad se halla la magia de la vida.
¿Y si el destino de las personas tendiera un hilo invisible que las conecta con aquellos que deben encontrar? ¿Y si la vida solo fuera un viaje para encontrarlos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario